Capítulo 23

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Capítulo veintitrés
"Antes de navidad"

Tom y Leah habían conseguido conciliar el sueño en el tren. Leah estaba durmiendo erguida, mientras que Tom tenía su cabeza apoyada contra la ventana, sintiendo el frío del cristal en su mejilla. Aunque se estaba congelando, no quería molestar a Leah pidiéndole que se corriera.

Jordan Linghood había estado esperándolos durante más de una hora, y la tardanza de su hija lo tenía preocupado. Siempre había sido sobreprotector con ella, y el hecho de que no llegara a la hora acordada lo inquietaba.

El tren se detuvo en una estación cerca de un pintoresco pueblo turístico, pero lamentablemente no era el destino al que debían llegar. Leah fue la primera en abrir los ojos, estirándose y golpeando, sin darse cuenta, el rostro de Tom. El contacto repentino hizo que frunciera el ceño y abriera los ojos perezosamente.

Leah se disculpó mientras ajustaba su bufanda alrededor de su cuello. Tom recogió su pequeño baúl y se colocó la bufanda gris antes de responder.

- No te preocupes. De todas formas, hubiera tenido que levantarme en algún momento - respondió Tom, esbozando una sonrisa de medio lado mientras bajaban del tren y pisaban la nieve fuera de la estación.

Parados frente a la estación, Leah miró a su alrededor con frustración.

- Esto no está bien... No deberíamos haber llegado aquí - murmuró.

- ¿Entonces, dónde deberíamos estar? - preguntó Tom, maldiciendo al hombre que los había convencido de subir a ese tren.

- Se suponía que la parada sería azul, no verde - explicó Leah, con gesto de resignación. Se dirigió hacia un mapa pegado en la pared desgastada y lo examinó.

- Hay un pueblo cerca de aquí. Podemos llegar antes de que anochezca o esperar al próximo tren mañana, pero nos perderíamos la Navidad - propuso Leah.

- Prefiero caminar - respondió Tom secamente, aunque a regañadientes se dirigió hacia la nieve para emprender la caminata de dos kilómetros contra el viento.

Leah suspiró, lamentando la situación. Preferiría estar tomando una taza de chocolate caliente frente a su gigantesca chimenea en lugar de caminar sobre la nieve helada. Tom se puso los guantes y continuó caminando con paso pesado, luchando contra el viento.

Pasaron la siguiente media hora hasta que divisaron las luces de una pequeña ciudad turística. Al entrar, su primera tarea fue buscar un teléfono.

- ¿Tienes dinero? - preguntó Tom a Leah.

- Siempre - respondió ella con obviedad, consciente de la riqueza de su padre, uno de los hombres más adinerados de Londres.

Leah colocó un galeón en la cabina del teléfono y marcó el número de su padre. Después de unos segundos, una voz suave, fácilmente reconocible, respondió al otro lado.

- Papá... ¿Puedes venir a buscarnos? Sí, espera un momento - Leah se volteó hacia Tom, quien estaba acomodando su cabello al viento.

Le susurró que buscara el nombre del pueblo. Tom comenzó a revisar los nombres de los establecimientos y concluyó que se llamaba "Galdenshire".

- En Galdenshire, está bien... también te quiero, adiós - colgó Leah y se volvió hacia Tom, indicándole que la siguiera.

- ¿A dónde iremos? - preguntó Tom, sin tener idea de cuál sería su próximo destino.

- Hay una estación de trenes a la vuelta... según mi padre - respondió Leah, aunque no muy segura.

- Está bien... - asintió Tom, siguiéndola.

The secret of Tom Riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora