Capítulo 12

10.1K 971 69
                                    

Capítulo doce
"Ella está viva"

Leah parpadeó lentamente al abrir los ojos, sintiendo la suavidad de la cama de la enfermería bajo su cuerpo. La voz calmada del director Armando Dippet la sacó de su aturdimiento, y pronto la enfermera estaba a su lado, examinándola con cuidado.

Aunque aliviada de no encontrar heridas graves, Leah se sintió confundida y aturdida. ¿Qué había pasado? ¿Por qué estaba allí?

El director le explicó su estado, mencionando la deshidratación y el hambre que sufría. Leah asintió, sintiendo un nudo en la garganta al darse cuenta de que no recordaba nada de lo sucedido.

Agradeció a la enfermera por su atención y aceptó quedarse unas horas más para recuperarse completamente. Mientras tanto, su mente estaba llena de preguntas y preocupaciones, sin sospechar siquiera que había sido blanco de un intento de asesinato.

(...)

Leah se encontraba sentada en la cama, mirando a su alrededor con una expresión de confusión y preocupación. El director Dippet permaneció a su lado, ofreciéndole palabras de aliento y asegurándole que todo estaría bien.

En un rincón de la habitación, Jordan Linghood, el padre de Leah, observaba con angustia el rostro pálido de su hija. Sus ojos reflejaban una mezcla de alivio por encontrarla con vida y temor por lo que podría haberle sucedido.

Los amigos de Leah, Newt, Clous y Lydia, entraron en la habitación, preocupados y aliviados al verla despierta. Se acercaron a ella con gestos de cariño y preocupación, ofreciéndole su apoyo en silencio.

Leah les devolvió una débil sonrisa, agradecida por su presencia. Sin embargo, en lo más profundo de su mente, un sentimiento de inquietud comenzaba a crecer, como si hubiera algo importante que había olvidado, algo oscuro que acechaba en las sombras de su memoria.

Sin más, se despidió de Jordan sabiendo que lo dejaba con la incertidumbre de no poder confesarle lo que había sucedido, porque realmente ella no tenía recuerdo alguno.
Junto a sus amigos decidió pasar a saludar a su profesor favorito, Townsheed, ya que Lydia le había contado, como a cada minuto, el pasaba a visitarla esperando que despertara.

El profesor Townsheed y Tom detuvieron su duelo abruptamente cuando Leah y sus amigos entraron en la sala. El profesor, con su túnica ligeramente desordenada por la actividad, miró a Leah con una mezcla de asombro y alivio, mientras que Tom, pálido y visiblemente alterado, sólo pudo fijar su mirada en ella.

-Leah, querida, ¡qué bueno verte en pie! -exclamó el profesor Townsheed, avanzando hacia ella con los brazos abiertos en señal de bienvenida.

Leah asintió, aunque su mirada se desvió hacia Tom, notando su tensión. -Gracias, profesor. Solo quería agradecerle por preocuparse por mí-dijo, intentando mantener su voz firme a pesar de la extraña sensación que le provocaba ver a Tom de esa manera.

Tom, por su parte, se mantuvo en silencio, sus manos temblaban ligeramente a su lado. No sabía qué decir ni cómo actuar. El miedo a que Leah recordara su intento de asesinato lo paralizaba, pero también lo consumía la culpa y la incertidumbre de su fracaso.

-No tienes que agradecerme, Leah. Es mi deber cuidar de todos mis estudiantes-respondió Townsheed, aunque sus ojos se dirigían frecuentemente hacia Tom, percibiendo algo inusual en su comportamiento.

Leah observó a Tom, sintiendo una oleada de desconcierto. Algo en la manera en que él la miraba le causaba una inquietud profunda. Decidió ignorar, por el momento, esa sensación y se volvió hacia el profesor Townsheed.

-¿Estabas practicando con Tom? -preguntó, intentando cambiar de tema y aliviar la atmósfera tensa.

-Sí, estábamos repasando algunas técnicas avanzadas de defensa. Es importante estar siempre preparados, ¿no crees, Tom? -dijo el profesor, intentando incluir a Tom en la conversación.

Tom asintió débilmente, sin poder apartar su mirada de Leah. Su mente luchaba entre el deseo de confesar todo y la necesidad de protegerse. Mientras tanto, Leah, aunque confundida por la frialdad de Tom, decidió no presionar más.

-Bueno, si necesitan algo, estaré en la sala común de Slytherin-concluyó Leah, no muy segura de querer prolongar el encuentro.

Al salir de la sala, Tom sintió cómo su corazón se aceleraba. Sabía que tenía que enfrentar las consecuencias de sus actos en algún momento, pero la idea de perderlo todo por un error lo atormentaba. Mientras tanto, Leah, caminando junto a sus amigos, no podía sacarse de la cabeza la mirada turbada de Tom, preguntándose qué secretos ocultaba detrás de esos ojos oscuros y temerosos.

The secret of Tom Riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora