Capítulo 29

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Capítulo veintinueve
"Poco tiempo después"

El aire estaba cargado de anticipación en los días previos al primer desafío del Torneo de los Tres Magos. Leah se encontraba inmersa en intensas sesiones de entrenamiento con el profesor Townsheed, mientras que Tom asumía el papel de su rival en los ensayos.

El misterio que rodeaba la prueba agregaba un aire de tensión palpable, y Leah se sentía ansiosa por lo que estaba por venir. Sin embargo, algo más la inquietaba en lo más profundo de su ser, algo que no podía sacudirse fácilmente.

Desde que su alma se había entrelazado con la de Tom, una oscuridad latente había empezado a crecer dentro de ella. Sentimientos de odio y crueldad se arraigaban en su corazón, despertando impulsos que antes apenas había conocido. Aunque siempre había luchado por mantenerlos a raya, ahora parecían aflorar con una fuerza abrumadora.

La presencia de Tom, con su aura de maldad y desdén, solo servía para avivar las llamas de ese oscuro abismo que se abría en su interior. Se preguntaba qué influencia tendría sobre ella, cómo podría resistirse a la influencia de aquel que encarnaba la esencia misma de la maldad.

Sin embargo, había algo desconcertante en la actitud de Tom hacia ella. A pesar de su reputación y su aura siniestra, parecía mostrar una faceta diferente cuando estaba cerca de Leah. Una sonrisa amable, gestos de cortesía y caballerosidad que parecían contradecir su naturaleza oscura y retorcida.

Leah se encontraba atrapada en un torbellino de emociones contradictorias, luchando por comprender la complejidad de su conexión con Tom. ¿Era solo odio lo que los unía, o había algo más en juego? La respuesta permanecía elusiva, oculta en las sombras de su conciencia mientras se preparaba para enfrentar el desafío que se cernía sobre ellos.

(...)

Leah apresuró el paso, determinada a alcanzar a Gemma Delacour antes de que desapareciera entre la multitud. Finalmente, logró llamar su atención y la rubia se detuvo con una sonrisa acogedora ante la presencia de Leah.

- ¡Gemma, espera! -exclamó Leah, luchando por recuperar el aliento después de la carrera.

- ¿Qué se te ofrece, Leah? -respondió Gemma con amabilidad, su voz resonando con un tono de curiosidad genuina.

- El ministerio y los profesores han estado evitándome, quería saber cuándo es la fecha de la primera prueba. Traté de hablar con Eirik, pero parece estar ocupado con una legión de chicas admiradoras -explicó Leah, lanzando una mirada de frustración hacia donde se encontraba Magni, rodeado de un grupo de jóvenes.

Gemma asintió con comprensión antes de ofrecerle la información que buscaba.

- Me alegra que me hayas contactado. La prueba es mañana, así que espero que estés preparada. Además, la directora, Madame Lenney, ha mencionado que después de la prueba se revelarán los estatus de cada participante. Es decir, determinarán quién representa la "Fuerza", la "Inteligencia" y la "Agilidad". Aunque aún no sabemos quién será asignado a cada puesto.

Leah asintió, agradecida por la información, y esbozó una sonrisa de medio lado antes de despedirse.

- Está bien... gracias -respondió, girándose para dirigirse hacia la sala común con un nuevo sentido de determinación en su paso.

El frío de las mazmorras de Hogwarts se filtraba en los huesos de Leah mientras se apresuraba a llegar a su destino. Con la voz entrecortada, pronunció la contraseña y cruzó el umbral hacia el interior. Una vez dentro, se enfrentó a su reflejo en uno de los espejos antiguos, donde se enfrentó a una imagen desgarradora: lágrimas rodaban por sus mejillas y un dolor punzante se apoderaba de su pecho. Pero sabía que no era ella quien sufría, sino Tom.

Ese dolor indescriptible que la consumía era familiar, recordándole el tormento que había experimentado cuando creó su primer Horrocrux. Era como si estuviera atrapada en el sufrimiento de Tom, sin poder aliviar su angustia.

Decidida a ayudarlo, cerró los ojos y se concentró en él, visualizándolo en el bosque prohibido. Lo vio, sentado solo sobre un tronco, ocultando su rostro entre las manos. El sufrimiento en sus gestos era palpable, y Leah sintió la urgencia de llegar a su lado.

Con el corazón latiendo con fuerza, corrió por los pasillos de Hogwarts, luchando contra la desesperación que la envolvía. El aire le faltaba y el dolor se intensificaba con cada paso. Tropezando y chocando con los árboles, finalmente emergió en el bosque, donde su instinto la guiaba hacia Tom.

Allí lo encontró, sentado en soledad, con el dolor grabado en cada línea de su rostro. Las lágrimas que se negaban a brotar de sus ojos, fluían libremente de los de Leah, compartiendo su tormento. Con un nudo en la garganta y el corazón encogido por la angustia, se acercó a él, dispuesta a compartir su carga y ofrecerle consuelo en la oscuridad.

The secret of Tom Riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora