Capítulo 36

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Capítulo treinta y seis
"Grindelwald"

Una vez que se separaron, Tom habló con un tono sediento de inmortalidad.

- Sé quién tiene la tercer reliquia - dijo. Leah levantó una ceja con curiosidad.

- ¿Quién? pensé que había desaparecido -inquirió, pero Tom ignoró su comentario.

- Está en manos de Gellert Grindelwald - reveló. Leah abrió los ojos exageradamente y comentó con un tono miedoso.

- ¿Quieres robarle la varita a Grindelwald? ¿No sabes quién es? -preguntó obvia, considerando que Gellert es uno de los magos más tenebrosos conocidos en todo el expandido mundo mágico.

Grindelwald fue un obsesionado buscador de las reliquias de la muerte, se apoderó del mundo mágico y se afianzó con el ministerio de magia en Londres. Donde consiguió la ubicación de la varita gracias a Jordan Linghood, que dice ser un gran amigo suyo. Por lo que Grindelwald nunca lastimaría a un Linghood a no ser que supiera que la hija de su amigo portaba junto a Tom Riddle las otras dos reliquias.

- Yo no lo haré...lo harás tú, en las vacaciones - dijo Tom, planeando su estrategia. Leah dio un pequeño brinco, intrigada por lo que vendría a continuación.

- ¿Cómo quieres que lo haga? nunca podría ganarle en un duelo a Gellert Grindelwald - cuestionó Leah, con una pizca de duda en su voz.

- Grindelwald no se compara con tus habilidades...además, me tienes a mí - aseguró Tom con confianza.

- ¿Y crees que luego de eso él me dará la varita y listo? no creo que lo haga -dudó Leah, anticipando las dificultades.

- Eso lo pensaremos luego...además, aún falta para las vacaciones -comentó Tom, intentando calmarla.

- Y entonces yo estaré peleando contra el mago más oscuro y tú... ¿Estarás por ahí? -habló Leah, expresando su preocupación.

- Estaré por ahí buscando la forma de abrir la cámara de Salazar Slytherin, lo peor es que el estúpido de Isaac Gryffindor me está dificultando las cosas -explicó Tom, revelando sus propios planes.

Ambos ya tenían la inmortalidad, pronto se convertirían en los amos de la muerte, y cuando lograran abrir la cámara, no habría sangre sucia que quedara en Hogwarts.

Iba a ser difícil derrotar a Grindelwald; tenía 60 años, lo que significaba que tenía muchos más años de experiencia. Pero Leah era heredera Veela y tenía habilidades que Gellert no tenía, además de que al conectarse con Tom adoptó habilidades de un heredero de Salazar Slytherin.

(...)

Volvieron de lago para abrigarse del frío de la noche, rápidamente Tom invitó a Leah a su cuarto, primeros como una invitación inocente, pero sabiendo que su mente solo pensaba en una cosa.

La habitación de Tom estaba envuelta en una calma reconfortante, iluminada por la luz tenue de las velas que parpadeaban con suavidad en las esquinas. Leah estaba recostada en el sofá, inmersa en la lectura de un antiguo tomo de magia oscura que Tom le había prestado. Él se sentó a su lado, observándola con una mezcla de admiración y cautela, como si estuviera contemplando una obra de arte delicada y fascinante.

Cada vez que Leah sumergía su mente en las páginas del libro, Tom sentía una corriente eléctrica recorrer su cuerpo, como si la intensidad de su concentración lo afectara de alguna manera inexplicable. La forma en que sus ojos se iluminaban con cada descubrimiento, la manera en que sus labios se entreabrían con cada idea intrigante, todo ello despertaba una sensación embriagadora en él, una mezcla de fascinación y deseo.

Mientras compartían sus pensamientos e ideas, Tom no podía evitar notar la gracia con la que Leah manejaba cada palabra y la profundidad de su conocimiento. Se sentía atraído por su inteligencia, por la pasión con la que abordaba cada tema, y deseaba estar aún más cerca de ella, sumergirse en su mundo de conocimiento y descubrimiento.

Con delicadeza, Tom deslizó su mano sobre la pierna de Leah, sintiendo el suave roce de su piel bajo sus dedos. Cada caricia era como una chispa que encendía el fuego de su deseo, haciéndolo anhelar más de su presencia, más de su cercanía. Mientras sus dedos exploraban con cautela, Tom se encontraba perdido en un torbellino de emociones, donde la atracción se entrelazaba con el respeto y la admiración, creando un vínculo único e irrefrenable entre ellos.

- ¿Qué te parece el libro hasta ahora? - preguntó Tom, con su voz suave pero cargada de una energía intensa, mientras su mano seguía acariciando el muslo de Leah con sutileza.

Leah giró hacia él, encontrándose con la intensidad en su mirada, y sintiendo la conexión eléctrica que fluía entre ellos. Reconoció la emoción en sus ojos, comprendiendo que esta interacción se estaba convirtiendo en un juego de seducción, y decidió seguir adelante, dejándose llevar por la excitación del momento.

Sin dejar de mirarla, Tom apartó con suavidad los mechones de cabello que caían sobre el rostro de Leah, revelando su delicado cuello. Antes de que ella pudiera continuar hablando, Tom se inclinó hacia ella y comenzó a depositar besos suaves y delicados en su piel, cada uno dejando una huella cálida y electrificante en su camino.

The secret of Tom Riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora