Capítulo 31

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Capítulo treinta y uno
"La primer prueba"

La atmósfera en el Gran Comedor era eléctrica, impregnada de anticipación y susurros furtivos. Las largas mesas estaban llenas de estudiantes y profesores discutiendo estrategias y posibles resultados de la primera prueba del Torneo de los Tres Magos. La luz de las velas flotantes danzaba en el techo encantado, proyectando sombras erráticas sobre las paredes adornadas con tapices antiguos.

Eirik Magni, el representante de Durmstrang, era la imagen de la confianza. Su estatura imponente y sus músculos bien definidos no dejaban dudas de su preparación física. Sentado aislado del resto, miraba con desdén hacia las otras casas, seguro de que ninguna prueba que implicara fuerza física sería un desafío para él.

Mientras tanto, Gemma Delacour de Beauxbatons, con su elegancia inherente, conversaba animadamente con Madame Lenney. Sus gestos gráciles y su voz suave contrastaban con la intensidad de la discusión, mientras trazaban planes meticulosos, demostrando que no solo la belleza, sino también la inteligencia y la estrategia serían claves en el torneo.

Leah, en cambio, estaba enfrascada en una charla mucho más reservada con sus compañeros de Hogwarts, Newt Nell y Lydia Lans. Aunque parecía participar en la conversación, su mente estaba en otro lugar; pensaba en Tom Riddle y en los secretos oscuros que compartían. Sabía que Riddle prefería mantener su relación en sombras, lejos de los ojos curiosos que podrían descifrar sus verdaderas intenciones. Leah, aunque comprendía su necesidad de privacidad, no podía evitar sentir una mezcla de frustración y fascinación por la manera en que Tom maneja su vida y sus ambiciones oscuras.

En otro rincón, Tom observaba discretamente a Leah, asegurándose de que su interacción no atrajera atención innecesaria. A pesar de no tener un título oficial que definiera lo que eran, había entre ellos un vínculo que iba más allá de las etiquetas, un lazo forjado en secretos y magia oscura. Tom estaba planificando la creación de más Horrocruxes, un paso más hacia la inmortalidad, y Leah ya estaba en la búsqueda de información sobre la Varita de Saúco, la última Reliquia de la Muerte que necesitaban.

Mientras los demás se perdían en la alegría y la ansiedad del torneo, Tom y Leah se encontraban atrapados en un juego mucho más peligroso y secreto, tejido con hilos de poder y ambición que podrían cambiar el curso de la magia para siempre. En ese momento, ambos eran conscientes de que el verdadero torneo que jugaban era mucho más profundo y oscuro que el que se desarrollaría en el campo de batalla ese día.

(...)

Dentro de la carpa, los tres campeones aguardaban con nerviosismo el inicio de la primera prueba del Torneo de los Tres Magos. Gemma, imponente en su traje reforzado de color celeste, irradiaba confianza mientras se preparaba para enfrentar lo que vendría. Detrás de ella, el número uno brillaba como una señal de su posición privilegiada como la primera en competir. Eirik, con su traje negro a juego con su aura de determinación, se mantenía en alerta, listo para demostrar su fuerza. Su número, el dos, marcaba su turno en la contienda. Y Leah, en su traje verde que reflejaba los colores de la Casa Slytherin, se sentía una extraña combinación de ansiedad y determinación. Con el número tres a sus espaldas, se preparaba para el desafío que tenía por delante.

La entrada del director Armando y de Madame Lenney marcó el comienzo oficial de la prueba. Los campeones y sus directores se acercaron, y la expectación en el aire se hizo palpable. Con una sonrisa cálida, el director Armando comenzó a explicar en qué consistiría la primera prueba.

-En esta primera prueba, deberán enfrentarse a tres criaturas semi-humanas: una banshee, una arpía y una wendiga -anunció el director, mientras los ojos de los campeones se abrían con incredulidad ante la descripción de los desafíos que les esperaban.

Madame Lenney tomó la palabra, agregando una nota de seriedad a la situación.

-Podrán atacarlas hasta la muerte -dijo con voz firme-. Después de todo, eso es lo que se merecen.

La descripción de las criaturas dejó claro el peligro al que se enfrentarían los campeones. La banshee, con su aspecto seductor y sus mortales gritos, representaba una amenaza impredecible. La arpía, capaz de infiltrarse en la mente de sus víctimas y adoptar formas familiares para debilitarlas, era una adversaria formidable. Y la wendiga, con su apariencia grotesca y su naturaleza depredadora, era un enemigo que no debía subestimarse.

Con cada palabra, la tensión dentro de la carpa aumentaba, y los campeones se preparaban para enfrentar el desafío más grande de sus vidas.

Con la prueba a punto de comenzar, Leah se encontraba sumida en una mezcla de nerviosismo y determinación. Los minutos parecían deslizarse con una lentitud tortuosa mientras esperaba en la carpa, su mente llena de pensamientos tumultuosos sobre lo que le depararía la prueba que estaba por enfrentar. En medio de su agitación, un susurro familiar la hizo girar, y se encontró con la presencia reconfortante de Tom Riddle, quien se asomaba por la entrada de la carpa.

Acomodándose junto a ella, Tom comenzó a recordarle lo que habían practicado la noche anterior. Leah escuchó atentamente mientras él le recordaba los peligros que enfrentaría: una banshee, una arpía y un gigante. Las palabras de Tom resonaban en su mente, y ella se esforzaba por asimilar cada consejo mientras sus nervios seguían aumentando.

-Las banshee atacan solo a sus enemigos directos -explicó Tom con calma-. Como eres de una familia pura, no deberían representar una amenaza para ti. Pero la arpía es diferente; no permitas que entre en tu mente. Si lo hace, podría penetrar también en la mía.

La advertencia de Tom resonó en los oídos de Leah, quien asintió con determinación mientras absorbía cada palabra de su consejo. A pesar de los desafíos que se avecinaban, no podía evitar sentir una cierta atracción hacia el joven Riddle, cuya presencia ejercía sobre ella un magnetismo irresistible desde la noche en el bosque.

Con un gesto de entendimiento, Leah vio cómo Tom se alejaba con sigilo hacia las gradas de Slytherin. Mientras se preparaba para enfrentar la prueba que la esperaba, el eco de las palabras de Tom seguía resonando en su mente, fortaleciendo su resolución y preparándola para lo que estaba por venir.

En la arena, con los ojos de Hogwarts posados sobre ella, Leah se enfrentaba a un desafío que pondría a prueba no solo su habilidad mágica sino también su resiliencia mental. El gigante se interpuso en su camino con una presencia imponente. Leah, recordando las palabras de Tom, esquivó habilidosamente sus ataques descomunales, evitando por poco ser aplastada. Su corazón latía con fuerza, alimentando su coraje con cada paso que daba.

Con un grito firme, Leah lanzó un hechizo «Desmaius», que aturdió al gigante, haciéndolo caer con un estruendo que resonó a través del campo de batalla. Sin perder tiempo, desplegó una serie de hechizos adicionales, incapacitando al gigante en una exhibición de poder que impresionó al público.

La banshee, al enfrentarse a Leah, reconoció en ella un linaje que no podía atacar, dejando paso libre hacia el siguiente adversario. Aquí, el desafío se intensificó. La arpía reveló su verdadera horrorosidad, su piel demacrada y sus verrugas eran tan grotescas como su habilidad para manipular la mente. Leah intentó mantenerse firme, pero la arpía, con un astuto hechizo de «Legeremens», se transformó en la figura de su padre, sacudiendo la estabilidad emocional de Leah.

A medida que la batalla se intensificaba, la arpía se burlaba y atacaba, transformándose en personas conocidas para Leah, incluyendo un momento crítico en que adoptó la forma de Tom Riddle. Leah, confundida y desesperada, recibió consejos de Tom desde las gradas, su voz una constante guía en su mente. Esto la ayudó a reponerse, aclarar su mente y concentrarse en el enemigo frente a ella.

Finalmente, con un poderoso «Expelliarmus», Leah logró liberarse del engaño visual, causando severas heridas a la arpía que pronto volvió a su forma original. Un último hechizo, «Jaulío», selló el destino de la arpía, encerrándola en una jaula que materializó Leah con un dominio magistral de su varita.

Cuando Leah tomó el huevo dorado y lo alzó triunfante, la ovación de la multitud fue ensordecedora. Incluso Tom, desde las gradas, se puso de pie para aplaudir, una mezcla de admiración y orgullo brillando en sus ojos. Leah, aunque herida y exhausta, sintió un profundo alivio y satisfacción. Había superado la prueba no solo con su poder, sino también con su fortaleza interior, demostrando que era una digna competidora en el torneo de los tres magos.

The secret of Tom Riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora