Capítulo 26

158 34 31
                                    

Diciembre 21

No quiero buscar a nadie más, no quiero relacionarme con otra chica, no quiero renunciar a ella.

Este tiempo me ha hecho darme cuenta que no existe un solo tipo de dolor, y en escalas llegue a una conclusión personal. Existen tres tipos de dolor en mi vida.

Dolor de primer grado: Dolor físico, el que he sentido la mayor parte de mi vida, golpes, patadas, ojos amoratados, incluso uno que otro hueso roto. Ese que buscas sentir para no concentrarte en las voces que gritan dentro de tu cabeza, para no gemir de dolor por las dagas constantes que sientes dentro de ti, de tu pecho, para ser más exactos, en el corazón.

El que te deja cicatrices en la piel.

Mi siguiente tipo de dolor:

Dolor de segundo grado: Este es el tipo de dolor que todos llegamos a sentir una vez en la vida siquiera, cuando una persona se marcha, se aleja y te decepciona.

El que te deja cicatrices en el corazón, marcando tu alma.

Mi última y peor clase de dolor:

Dolor de tercer grado: El dolor que mata, ese que no tiene explicación, que te desespera porque nunca se calma. El dolor que no te deja continuar, no te deja en libertad, te deja una marca permanente dentro de ti, una llaga que nunca va a sanar del todo.

Este tipo de dolor es lo peor que se puede sentir, es lo peor que una persona puede dejarte.

El que te destroza por completo.

Y lo más absurdo, es que, si para dejar de sentir este dolor tengo que renunciar a Noah, prefiero aprender a convivir con esto, aprender a vivir con una punzada casi insoportable dentro de mi pecho.

Siempre pensé que eran puras chorradas las cosas que se dicen cuando una persona está enamorada. Creí que no existía alguien que pueda hacer latir fuerte tu corazón, tanto que temas que alguien lo escuche. Nunca imagine que una persona fuera capaz de armarte y desarmarte en cuestión de segundos, que pueda hacerte sentir débil o fuerte.

Hoy afirmo que si existe la persona capaz de hacerte sentir todo eso, pero no todos tienen la suerte de encontrarla, y si la encuentran, no la valoran.

Yo me di cuenta muy tarde, no valore lo que tenía y no puedo estar más arrepentido. No voy a decir el típico refrán:

<<No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes>>

Siempre supe a la perfección lo que tenía, sabía que tan valiosa era la mujer que tenía frente a mis ojos, pero siendo un gilipollas no quise hacer frente a lo que sentía y preferí renunciar.

Diciembre 24

— ¿No es extraño? — pregunta Matt, frunciendo el ceño

— ¿Qué cosa?

— La señora Carmen cada vez viene menos, ¿es su hija no? Se supone que ella es quien tendría que estar pegada al hospital, a su habitación, no alejarse, sino apoyar a su hija y confiar en ella

Se a la perfección a que se refiere Matt, se la razón de su ira contra la madre de Noah. Esta situación le trae recuerdos amargos de su vida.

— Cada persona tiene una forma diferente de como conllevar su perdida, aunque esa no siempre sea la forma adecuada

Asintiendo ante mi respuesta, se pone de pie y se marcha en busca de comida.

He llamado casi todos los días a Megan y siempre con su vocecita llega a alegrarme el día, aunque ella y mis abuelos han estado insistiendo sin cesar sobre ir a cenar en Navidad, dejando eso a un lado decido llamarla.

— ¿Hola? — responde mi hermana

— Hola princesa ¿Cómo estás?

— Bien, la abuela está horneando galletas con chispas de chocolate — sin ver su rostro puedo adivinar que se está relamiendo los labios de solo imaginar las galletas. Una niña demasiado golosa, a decir verdad.

— No comas muchas ¿vale? ¿Has tomado tu medicamento todos los días?

— Si la abuela me los da todos los días

— ¿Me pasas con Martha princesa?

— Vale — apenas acaba de pronunciar "vale" alejo el móvil de mi oreja ya que es más que evidente que va a gritar para que mi abuela coja el teléfono.

— Hola cariño — dice después de unos minutos

— Hola Martha ¿Cómo se está portando Megan?

— Alegrando y divirtiendo los días de dos pobres viejos — murmura con voz exagerada, no puedo evitar reír y al otro lado de la línea escucho como mi abuela se encuentra repitiendo mi acción.

— No estás tan vieja — respondo aun entre risas

— Pero que lindo nieto — habla sarcástica, algo no muy raro en ella

—Vale, vale, solo quería decirte que si voy a cenar en tu casa ¿necesitas que lleve algo?

— No mi pequeño gansito, con tu presencia basta

— ¡Martha! — bufo molesto al escuchar decir el diminutivo con el que me llamaba de niño

— Cuídate cariño, tengo que sacar las galletas que Megan está desesperada — haciéndome reír con lo último me despido y finalizo la llamada.

Espero con ansias que el doctor canoso de siempre salga y me informe sobre si existe algún avance. Busco en mis bolsillos mi cajetilla, saco un tabaco y me lo llevo a la boca, la enfermera de turno me mira molesta, la ignoro y sigo aspirando mi muerte lenta.

Terminando mi segundo tabaco el doctor sale de la habitación 212 y se encamina hasta donde me encuentro.

—¿Algún avance? — pregunto esperanzado

— No, por ahora no tengo ningún avance. Como le explique a su madre y a usted, puede despertar hoy como en un año o más, eso ya no está bajo nuestro control

Sin responder me encamino hasta la habitación de Noah, dispuesto a hablarle como siempre, esperando una respuesta que aún no he presenciado.

— Apuesto que te encantaría ver lo preciosa que está la noche — murmuro sujetando su mano y mirando desde mi lugar la noche por el ventanal de su habitación — La luna esta resplandeciente, grande y hermosa, la lluvia del invierno favorece mucho, no hay estrellas, pero si está comenzando a nevar. ¿Sabes? Hoy acepte ir a cenar en Navidad en la casa de Martha, tengo que admitir que volví a pisar esa casa solo por tu compañía, ahora temo regresar y reaccionar mal pese a todos los recuerdos que me trae ese lugar, pero me horroriza aún más el separarme de ti por varias horas.

En mi cabeza se empiezan a formular preguntas sobre si aceptar la invitación de Martha fue lo correcto, tratando de ignorar mis pensamientos por no ceder ante mis impulsos de quedarme junto a Noah decido pararme y acercarme al ventanal para observar mejor la noche.

Como predije la noche ya no solo está lluviosa, ahora se encuentra nevando con fuerza. Analizando que el cuerpo de Noah no se encuentra en condiciones para generar el suficiente calor me acerco a un calefactor y lo enciendo. La habitación rápidamente se empieza a sentir más cálida y abrigada.

Aceptando que dormiré esta noche en el hospital me encamino hacia un sofá-cama y me recuesto con la mirada fija a la camilla donde esta Noah. Recordando que mañana no pasare ni veré a Noah camino hasta su camilla y me recuesto junto a ella, tratando de ser lo más cuidadoso para no mover nada.

La abrazo por la cintura sin importar que no me sienta e increíblemente es la primera noche que no paso horas luchando por conciliar el sueño, mis ojos se cierran rápidamente, me acurruco más a su lado y me dejo llevar, aprovechando la primera noche que puedo dormir "casi" tranquilo y en calma.

srtt":2���7�

Mi círculo vicioso (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora