Capítulo 75

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Logan

No siento el asfalto helado bajo mi cuerpo, ni la lluvia que me cae encima. Solo noto el agujero que me desgarra el pecho. Caigo de rodillas desesperado cuando observo que ese cabrón arranca el auto, y sale del estacionamiento con Noah en el asiento del acompañante.

Nunca lo habría imaginado, ni en mis peores pesadillas.

Todo por un puto error, y un arranque de ira. Perdí lo único que tenía en la vida. Jamás había sentido la necesidad de tener a alguien, de hacer a alguien completamente mío, de aferrarme a alguien con tanta intensidad.

Nada de esta puta realidad que me está rodeando entraba en mis planes. Todos estos putos días que estuve ausente fue por la necesidad de pedirle a Wendy que no abra la puta boca. Intento por medio de todo que no lo hiciera. Le ofrecí dinero, y todo lo que soy capaz de dar. Solo fue una noche, y nada más. Pero una sola noche basto para destruir a mi ángel. No quería perder lo único que tenía esperanza, y fe en mí. Pero termine por hacerlo. Si tan solo le hubiera contado la verdad antes de poseerla, me hubiera perdonado. Lo sé. Si en ese momento hubiera soltado toda la sopa, no estaría viendo cómo se escapa de mis manos.

Estaríamos sentados en un sofá, comiendo pizza, y viendo su caricatura favorita. Terminaría por dormirse, y yo encantado la tomaría en brazos, hasta llevarla a la cama y dejarla dormir. Me quedaría observando por varios minutos sus labios entreabiertos, y la forma en la que duerme. La tranquilidad que refleja su rostro, y como sus largas pestañas acarician sus pómulos. Estaría en el paraíso mismo.

—No era suficiente para ti— dice Wendy a mis espaldas, intentando rodearme con sus brazos.

Su asqueroso perfume me llega a las fosas nasales, y me entran arcadas. No sé cómo mierda pude ir a buscar a una alguien como Wendy, teniendo a Noah. Cuando su mano izquierda se posa en mi hombro, observo que en su mano reposa el collar que había obsequiado a Noah.

Lo arranco de sus manos, y observo que está roto. Eso explica porque las marcas rojas en el cuello de Noah, y de pronto tengo la necesidad de hacer miserable la existencia de la chica que tengo a mi espalda. Nunca golpearía a una mujer, pero su presencia solo hace que quiera hacer que sufra.

Su boca viaja a mi cuello, y me resulta asqueroso.

—Aparta— le digo.

—Ya no regresara— me espeta

Eso hace que vuelva a sentir el hoyo en mi pecho, y el dolor regrese con más intensidad. Cierro los ojos y trato de recomponerme, pero una lágrima rueda por mi mejilla.

El dolor se vuelve un recordatorio constante de lo que he hecho, y de lo que seguramente he perdido.

Quiero convencerme a mí mismo que va a volver, y me va a perdonar. Pero incluso para mí, suena algo imposible. En sus ojos azules pude ver todo el dolor que le estaba causando. Podía ver como mi Noah, mi ángel dejaba de existir poco a poco. Se extinguía con cada confesión que salía de mi boca. Y con cada una pude ver como armaba las piezas del rompecabezas.

La he jodido, la he jodido hasta el fondo. Me debe estar odiándome tanto como yo me estoy odiando, incluso yo me odio más. Le he causado daños que no merecía sentir.

Pero la necesito, necesito de ella, tanto como ella necesita de mí.

Ella ha estado tan pendiente de mí, que se ha olvidado de ella. Y hasta ahora me doy cuenta de lo egoísta que he sido. Las señales eran más que claras, pero nunca creí que llegaría a perderla, no ahora. No cuando al fin había conseguido estar junto a ella.

Con desesperación tomo el móvil entre mis manos, y empiezo a llamarla. Necesito que me escuche, que me escuche y que me perdone.

Después de algunos intentos, mis llamadas van directamente al buzón de mensajes. Me levanto del asfalto, y me digo a mi mismo que va a perdonarme. Es Noah, y ella va a saber darme una oportunidad más. Debe hacerlo. 

Mi círculo vicioso (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora