Cuando me monto en el coche de Logan, hago un esfuerzo descomunal por parecer indiferente a nuestra pelea de hace dos días.
—Buenos días ángel
No puedo evitar que cada vez que pronuncia <<ángel>> como un apelativo cariñoso, mi corazón choque fuerte contra mi pecho.
—Ho...hola— tartamudeo. Su sonrisa profunda me avisa que sabe a la perfección el efecto que tiene sobre en mí.
—¿Nerviosa?— dice con voz ronca. Deja su mano reposando sobre mi muslo, y se acerca hasta mis labios. Cuando sus labios entran en contacto con los míos, mi cuerpo tiembla. A mitad del exquisito, y salvaje beso, sonríe contra mis labios y dice: —Que buena manera de empezar el día— esboza. Me repasa con la mirada, y frunce el entrecejo. —¿Has estado tomando tus medicinas?
—Sí— afirmo en tono convincente. La verdad es que mi mala apariencia se debe a mi falta de sueño.
En el camino a St. Marie, me debato entre preguntarle sobre que va a pasar cuando acabemos la preparatoria, y cada vez que intento decir algo, las palabras se me quedan atoradas en la garganta.
—¿Pasa algo?— me pregunta con incredulidad —Éstas muy callada
Me debato entre decir el tema que me está taladrando la cabeza, pero simplemente temo una respuesta que acabe con la poca esperanza que tengo sobre un futuro incierto a su lado.
—¿Me acompañaras a mi revisión hoy?— las palabras salen atropelladas de mi boca, y él me examina el rostro buscando un atisbo de mentira. Mientras me recorre con la mirada me esfuerzo por parecer natural, aunque no es una mentira del todo. La verdad es que la primera vez que me acompaña a mi revisión médica, me sentía segura a su lado. Está sería la tercera y última donde al fin me sacarían los puntos de mi cicatriz en el abdomen.
—No, tengo que llevar a Megan a casa de mis abuelos— dice al fin cuando se asegura que no he estoy mintiendo. Mientras me responde, evita cualquier contacto visual conmigo. No puedo evitar sentir la misma sensación que me está ocultando algo.
<<Son solo alucinaciones mías>> me digo tratando de convencerme. Pero la verdad, es que mientras más trato, menos convincente parece.
—Vale— digo. Me hubiera encantado tener su compañía, pero seguramente me podría acompañar Gaby o Zed. Nos bajamos del coche, y caminamos juntos dentro de St. Marie.
Cuando llegamos a mi salón de clase, sin dudar me deja un beso en la frente. Me sorprende tanto como a él. En el momento que se da cuenta de lo que ha hecho, sus mejillas toman un leve, y casi imperceptible rubor. No puedo evitar reír, y para tratar de finalizar su vergüenza, entro al salón.
Desde el momento que puse un pie dentro, la mirada de Wendy cayó sobre mí. Su sonrisa le llena su delgado rostro, pero eso no es lo que me alarmó, si no la superioridad que expresaba en ella. Cómo si supiera algo que yo no. Durante todo este tiempo no ha parado de provocarme, y con sus constantes burlas sobre que soy una especie de muerta viviente. No me ha llegado a agredir más allá de un par de insultos, o de sujetarme el brazo y clavarme sus garras de arpía.
Pero la última vez que se metió conmigo, Zed se encargó de dejarla en su sitio. Yo me he dedicado simplemente a ignorarla. Y en especial porque Wendy es de mucho ladrar, y poco morder.
Desvío la mirada de su malévola sonrisa, y camino hasta mi asiento. A mi espalda escucho unos murmullos, y las risitas de Wendy, y sus secuaces. Siento sus miradas clavadas en mi nuca, pero no giro a su dirección y ruego para que la campana de inicio de clase suene pronto.
Cuando entra el profesor Devon, todos se sientan, y el salón se queda en pleno silencio, excepto por los susurros de las arpías que han estado murmurando a mis costillas. A mitad de clase, el profesor parece enojarse por sus incansables risitas, pero continúa explicando sobre un ejercicio de física, en el que la mayoría ha fallado.
Pasan cinco minutos más, y un preservativo choca justo en la cabeza del maestro Devon. Las risitas de la clase se escuchan por todo el salón. Cuando el condón cae a su lado, el maestro se gira, y en un brusco acto, choca los marcadores, junto al libro contra el escritorio, haciendo un gran estruendo, y llamando la atención de todos.
—¿Quién ha sido?— le dice en tono enojado. Apoya sus manos sobre el escritorio y mira expectante a toda la clase. A estas alturas las risitas ya se han calmado.
—Yo sé quién fue— dice Wendy para la sorpresa de todos. Incluso para la del mismo maestro.
—Entonces hable señorita— dice el profesor, que a esta altura ya está rojo del cólera.
—Fue Noah, Noah Smith— dice en el tono más fingido que he escuchado en mi vida.
—Es mentira— le chillo al maestro
—Es verdad— se queja una de las secuaces de la arpía que tengo empeñada a fastidiarme el día —yo misma he visto cuando lo estaba inflando, y lo ha lanzado hacia su cabeza
—Fuera de la clase— me dice
—Pero no he hecho nada— me quejo. Las risitas de algunos se hacen presentes.
—¡Ahora! — me grita. Furiosa tomo mis cuadernos, y le lanzo una mirada asesina a Wendy. Esta con lo hipócrita que es, me sonríe, e incluso me manda un beso volado.
Salgo dando un portazo, y doy gracias que ya no falten más de diez minutos para que termine la primera hora de clase. Debí haber dicho algo en mi defensa. O tal vez decirle a Wendy la sarta de insultos que se me han cruzado por la cabeza en este momento.
Camino a paso muy suave, hasta la clase de química, y me dispongo a que la campana avise el cambio de hora. Cuando el pasillo empieza a llenarse de estudiantes, entro al salón casi vacío. Me siento en una silla casi al final, junto a la ventana. La clase empieza a llenarse poco a poco, y luego de unos minutos veo una cabellera rubia sentándose junto a mí.
—Hola— me saluda con un tono demasiado alegre. Tan distinto a mi estado de ánimo en este momento.
—Hola— respondo sin ganas. Gaby no deja de hablar en ningún momento.
El lunes es el único día que compartimos todas las clases, excepto la de física. Así que el resto del día, no hace más que estar pegada a mí, contando trivialidades.
—No me apetece nada de la cafetería ¿te parece si vamos a applebee's? — asiento en modo de respuesta
—¿Estás bien? Estás muy callada— me dice algo extrañada.
—Estoy bien— trato de hablar en tono convincente. La verdad es que no soy la más platicadora del mundo, pero no he dicho más de dos palabras en todo el día.
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Mi círculo vicioso (Completa)
Roman d'amour- No resulte ser un ángel del todo, no hago milagros - El ángel se equivocó al escoger que demonio rescatar - No me arrepiento de haberlo hecho - ¡Abre los ojos Noah! - grita - Te quiero - musito con los ojos cerrados, recogien...