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Han pasado dos meses desde el juicio, aún siento ese dolor familiar en el pecho, cuando los recuerdo, pero estoy decidida a superarlo. El apoyo de Harry ha sido fundamental en estos meses, sin él no hubiera podido pasar por esto, no sola. Sin el mi vida sería un desastre en estos momentos, el hecho de poder aferrarme a él y saber que lo tengo, hace todo más fácil. Su constante preocupación por mí ha hecho que me dé cuenta de que mi miedo a que me abandone es absurdo, el me ama, lo puedo ver en sus ojos, en sus acciones, y yo lo amo también.
La puerta de mi oficina se abre, Zoe entro depositando un par de carpetas frente a mí.
—Lo que me pediste— deposito frente a mí una caja de donuts que traía en una de sus manos, sonreí feliz — le realizaron los cambios que solicitaste, si no hay ningún otro cambio, los firmas y los llevare con García— me informo y soltó en mi escritorio los papeles que traía en su otra mano, asentí tomando una donut de la caja, últimamente soy incapaz de negarme ningún capricho.
— Su novio llamo, pidió que despejara su agenda a partir de las cinco de la tarde— le informo, sonrió mirando a Zoe con reproche, su asistente estaba totalmente engatusada por Harry, todo lo que el pedía ni siquiera le era consultado, hacían con su agenda lo que les daba la gana –es muy difícil decirle que no, cuando habla de ti con tanta adoración— se defendió su asistente, rio, la entendía perfectamente, Harry podía ser muy convincente cuando lo quería, ella misma había sido víctima de sus técnicas, su tono de voz cambiaba, incluso el color de sus ojos parecía aclararse, era algo extraordinario ver como desplegaba sus encantos.
—Siempre es difícil decirle que no— le dijo con burla, Zoe asintió dándole la razón.
— Te las vas a comer todas— le dijo señalando la caja, ella asintió, Zoe le dio una mirada extraña y se marchó. No entendía por qué últimamente la miraban así cuando comía, está bien tenía que aceptarlo su apetito había crecido, pero cuál era el problema?, no es como si hubiese engordado, además quemaba calorías todos los días en el gimnasio.
Para cuando termino su caja de donuts ya había leído y firmado algunos contratos, miro todo su escritorio, aún tenía mucho trabajo por hacer, la verdad es que aunque ella podía con su trabajo no estaba acostumbrada a esto, apenas habían pasado unos meses desde que reemplazaba a su hermano y aunque le iba muy bien extrañaba la tranquilidad de su antigua vida, donde nadie sabía que era multimillonaria, cuando ningún periodista la seguía cuando iba al supermercado, cuando su vida no era publica, extrañaba la clandestinidad y la calma con la que la gente la trataba antes. Suspiro, no servía de nada lamentarse, esto era su vida, y aunque había mucha gente falsa a su alrededor, tenía a Harry y eso era lo único que le importaba.
Sonrió al pensar en Harry, lo amaba con locura, pero aún tenía miedo de perderlo, aunque él no se cansara de repetirle que eso no sucedería ella no lograba convencerse, todas las mañanas se levantaba asustada pensando si ese sería el día en que el decidiría dejarla y entonces no le quedaría nada. Suspiro se estaba volviendo loca, necesitaba sacarse esas ideas de la cabeza, pero no sabía cómo, sentía que se lo debía a Harry, él era muy paciente con ella.
El golpe de la puerta de su oficina al abrirse la saco de sus pensamientos, suspiro, miro a Zoe que intentaba sacar a Thomas de su oficina.
—Le he dicho que espere a ser anunciado— le siseaba molesta Zoe, empujando al hombre fuera de su oficina, el se quedó estático mientras la pequeña asistente intentaba echarlo.
—Para qué?— le respondió Thomas, ambos estaban centrados fulminándose con la mirada, sin darse cuenta de que los estaba mirando. Thomas parecía mucho mayor a su edad, llevaba barba y aunque llevaba traje se veía descuidado.