Capítulo 7

4.3K 244 17
                                    

-Definitivamente no voy a salir de acá sin algún moretón o alguna fractura -le dije riendo mientras estacionaba el auto.

-No te preocupes -dijo con un tinte de dulzura en la voz- No me voy a mover de tu lado.

Noté que a veces exageraba en su forma de hablar. A veces hablaba lento y poniendo en acento en algunas palabras más que en otras, pero en otras ocasiones hablaba increíblemente rápido. Incluso a veces, cuando no sabía muy bien cómo terminar una oración, comenzaba a bajar su tono de voz hasta que ya fuese imposible escucharlo.

Entramos al enorme lugar, e inmediatamente sentí el frío al que tanto había hecho referencia Ashton. Llegamos a la recepción, donde nos dieron un par de patines a cada uno. En ese punto ya tenía puesta la campera, realmente hacía frio allí dentro.

-¿Primera vez? -preguntó Ashton mientras nos poníamos los patines, yo asentí con la cabeza- Voy a tener que enseñarte lo básico.

La sonrisa que mostró al terminar de decir eso me dio un presentimiento. No sé si bueno o malo.

El hecho de que ya me costase mucho caminar con los patines no fue muy alentador. Me apoyaba en el hombro de Ashton para no caerme. Una vez en la enorme pista de patinaje, que estaba casi vacía, él tomó mi mano y me ayudó a estabilizarme.

-Ok, ok. Ya está -dije una vez que puede acomodarme- ¿Y ahora qué?

-Ahora empieza a mover los pies un poco -contestó Ashton.

Un segundo más tarde sus manos estaban posicionadas en mi cintura. Un escalofrío recorrió mi espalda, tal vez por el frío, tal vez por el inesperado contacto. Se sentía bien, sin embargo. Se sentía muy bien. Comenzó a empujarme lenta y delicadamente de modo que me deslizara sobre el hielo. Apenas ejercía fuerza, parecía hacerlo tímidamente. La cercanía entre ambos cada vez más imperceptible, podía sentir su respiración en mi cuello.

-Kate, ¿entendiste?

-Eh, ¿qué? -no lo había estado escuchando. Él rió.

-Que empieces a mover un pie y luego el otro -contestó- Yo te ayudo.

Y así lo hice.

De pronto me encontré a mi misma patinando. Lento, torpe, algo robótico, pero patinando al fin y al cabo. Ashton aún estaba al lado mío, siguiendo mi ritmo pausado.
En mi recorrido, noté una nena de unos 10 años patinando cerca nuestro, con una naturalidad exquisita. No pude evitar quedarme mirando sus movimientos pausados y casi angelicales. Parecía haber nacido para eso. Se me cruzó por la cabeza la eterna duda de si yo había nacido para ser abogada. Pensé que sería mejor no arruinar el momento con mis vaivenes existenciales.

-Si practicas un poco más, serás mejor que ella -Ashton interrumpió mis pensamientos, para mi suerte- ¿Lista? Te voy a soltar.

-Ok, ok -dije tartamudeando. Segundos después comencé a impulsarme con los pies lentamente. Lo había logrado.

Poco a poco empecé a soltarme más y más, cada vez parecía más sencillo. Ashton me seguía un poco más atrás. 

-Vas muy bien -dijo sonriendo. Entonces pasó por al lado mío un poco más rápido que yo, y me tomó de la mano. Le devolví la sonrisa, y comenzamos a patinar juntos. En silencio, entre risas casi imperceptibles y sonrisas escondidas, por unos segundos fue todo casi perfecto. El sonido de los patines deslizándose por el frío hielo y marcando líneas abstractas por toda la pista decoraban el ambiente. Era una escena dulce y sencilla.

Hasta que me resbalé. ¿De verdad pensé que eso no iba a pasar? Era obvio que terminaría tirada en el piso. Empecé a reírme, más que avergonzada. Ashton, que había seguido patinando un poco más hasta que notó mi ausencia, se acercó rápidamente a mí.

-¿Qué estás haciendo? -preguntó arqueando ligeramente una ceja.

-Oh, sólo tenía ganas de contemplar el techo. ¿No es hermoso? -contesté con el tono más sarcástico que pude encontrar dentro mío. Inmediatamente, Ashton se recostó a mi lado. Observó por unos segundos el techo, haciendo muecas raras, como si lo estuviese revisando detalladamente. Luego de unos segundo, giró la cabeza para verme a mí.

-La verdad no sé que le encuentras de hermoso al techo, no es más que un techo  de madera. Y no es una madera muy hermosa que digamos -ambos reímos- Pero, ¿sabes quién sí es hermosa?

-¿Yo?

-¿Qué? No, yo hablaba de Jennifer Lawren...

-¡Ash! -lo interrumpí con un tono más que quejoso. El comenzó a incorporarse, se sentó, y me acorraló contra el piso, encerrándome entre sus brazos.

-¿Ash? -su sonrisa se hizo aún más grande de lo que ya de por sí era.

-¿Que no es ese tu nombre?

-Nunca me habías llamado así antes -contestó bajando apenas su tono voz.

-¿Hay algún problema con eso?

-Claro que no -dijo, aún encerrándome entre el piso y él- Mi nombre suena mucho mejor cuando tú lo dices -de repente se acercó a mi, y por un segundo deseé que fuese con otra finalidad, pero simplemente quería decirme algo al oído- Y estaba bromeando antes.

Volvió a concentrarce en mis ojos un segundo después, pero esta vez la distancia que nos separaba era mínima. 

-Eres hermosa, nunca dejes que te digan lo contrario. 

Durante un minuto que pareció infinito no hicimos nada más que mirarnos. Yo rendida en el piso, él acorralándome por los cuatro costados. No podía escapar, ya no había chance alguna. Había caído, me habia sucumbido a aquello a lo que tanto miedo le tenía. Estaba aterrada, esa era la realidad. Detrás de la chica dura y del sarcasmo constante, se ocultaba un pequeño ser indefenso, aterrado hasta en el último centímetro de su cuerpo. No me sentía arrepentida, sin embargo. A veces hay cosas que se sienten correctas, simplemente correctas. Esta era una de esas cosas. Más allá de mi miedo, de mis incertidumbres, se sentía bien.

No había ningún otro lugar donde me hubiese gustado estar en ese momento.

-¿Estás pensando en lo lindo que soy? -su pregunta me bajó del balcón de mis pensamientos, directamente al piso de nuevo.

-Algo así -contesté. Él respondió con una sonrisa, y casi como si hubiese leído mi mente hace un rato, comenzó a acercarse cada vez más a mí, de la forma en la que se acerca el chico a la chica al final de la película de amor cliché. Y quería que lo hiciera. Lentamente comencé a sentir su respiración cerca mío, cálida en comparación con el frío del lugar. Acarició mi rostro suavemente con su mano derecha, de forma muy ágil, ya que no perdió la estabilidad para nada. La distancia se hizo imperceptible, y algo dentro mío estaba gritando fervientemente que me besara de una vez por todas.

-Disculpa, ¿Romeo? -dijo con voz grave un hombre corpulento, vestido con uniforme azul, que estaba parado al lado nuestro- No pueden estar acostados en la pista, obstruyen el camino del resto.

Que linda forma de interrumpir un momento casi perfecto.

-Lo siento -contestó Ashton. Ambos nos paramos rápidamente, intentando recomponer la compostura. El hombre, cuando se cercioró de que ya estábamos de nuevo sobre nuestros pies, se retiró patinando. No se veía muy rudo visto de esa manera.

Ashton volteó para verme cuando perdió de vista al guardia, extendió su mano y pronunció con una sonrisa las palabras que más me gustaba oír.

-Vamos a comer algo.






Let me be the one to save you || a.i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora