Capítulo 31

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Había una parte de mí que no le daba mucha importancia a las fechas, pero esta era bastante relevante como para pasarla por encima.

El día anterior a cumplir un año con Ash, me levanté algo más temprano de lo habitual, mientras él aún dormía plácidamente sobre nuestra cama. Luego de despedirme con un delicado beso en su mejilla, algo heterogénea debido a la leve barba que le estaba creciendo, salí en busca del regalo perfecto.

Comencé a recorrer las angostas veredas de la ciudad en busca de algo, lo que sea. Se comenzaba a sentir el calor naciente del cercano verano, y el sol brillaba más fuerte de lo que esperaba. De repente, noté lo bien que se sentía su calidez brillando sobre mi piel. La gente caminaba de un lado al otro, completamente inadvertida de lo importante que sería para mí el día siguiente. No hay sentimiento más extraño que el de notar que toda la gente alrededor nuestro vive sus vidas independientemente de las nuestras. Es muy difícil para el ser humano desprenderse de su sentimiento de universalidad y notar que, como la suya, existen millones y millones de vidas más, con protagonistas tan conflictuados y asustados como uno, con diferentes problemas y diferentes memorias y diferentes alegrías y diferentes desamores y diferentes todo. No somos únicos en el mundo.

Bueno, tal vez él lo era.

No sé en que momento me convertí en la clase de persona que piensa en ese alguien e inmediatamente una sonrisa ilumina su rostro. Odiaba que, de repente, todas las canciones de amor me gritaran su nombre, o que no hubiese forma alguna de poder decirle que no a su maldita y conmovedora mirada.

Y necesitaba algo que representase todo eso. Era complicado, no me gustaba la idea de ponerle un precio a las mariposas que habían usurpado mi estómago desde que lo conocí. Pero sabía, estaba segura, de que él tenía algo para mí. Y obviamente, como todo lo que es, y como todo lo que hace, ese algo sería perfecto.

Él es perfecto, el regalo es perfecto, todo es perfecto. Menos yo, que dejo todo para último momento y no tengo imaginación para cosas así.

Transité las calles por aproximadamente una hora, entrando y saliendo de locales sin suerte alguna. Estaba empezando a sentir una terrible frustración, más que nada por no tener idea alguna de qué se regala o cuál es el protocolo a seguir en estas situaciones.

Decidí llamar a Ashley, esperando que pudiera darme alguna guía. Tres veces llamé y tres veces me respondió el contestador, por lo que desistí, pero no sin antes dejarle un mensaje explicando la situación. En lugar de eso, pregunté si alguien tenía alguna sugerencia en el grupo de mensajería que compartimos con mis compañeros de la universidad.

Una interminable ola de propuestas indecentes e ideas extravagantes llenaron mi casilla, pero ninguna servía.

Era desesperante recorrer tantos negocios sin saber bien qué cosa estaba buscando.

Llegué a un punto en el que ya ni siquiera sabía bien dónde me encontraba.

De tanto caminar, y distraida con los mensajes y llamados, me encontré a mí misma algo perdida. Me pareció estar en lo que sería las afueras del centro de la ciudad. Ya casi no se veía gente en la calle, y lo que antes era un local tras otro, se convirtió en una seguidilla de casas y edificios y callejones sin salida.

Decidí volver atrás intentando recobrar el rumbo, pero inmediatamente cuando volteé, me encontré con alguien observándome.

Su rostro me parecía por demás conocido, y me intimidaba mucho el que no dejara de observarme. Cruzó la calle en mi dirección, y yo intenté evadirla caminando hacia el otro lado de forma disimulada.

-¡Kate! -exclamó detrás mío.

Me tomé un segundo para pensar si la conocía y no lo había notado, pero a pesar de lo familiar de su rostro, no había en mi mente rastro alguno de ella. Sentí sus pasos contra el asfalto detrás mío, acelerados, como corriendo para alcanzarme, y decidí frenar mi andar, por una mínima cuestión de cortesía.

Let me be the one to save you || a.i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora