Capítulo 36

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Capítulo Final 

Se sentó a mi lado en la vereda en un instante, sin dudarlo. No quité mi vista de él ni por un segundo, aún no convencida de que estaba a mi lado de nuevo. Le sonreí con algo de esfuerzo, porque se lo merecía, y me devolvió el favor. 

Sus codos estaban apoyados sobre sus rodillas, y sus manos caían con mucha naturalidad, mientras cruzábamos miradas y sonrisas intermitentes intentando ocultar el hecho de que, a pesar del largo año que transcurrió entre nosotros, nos extrañábamos. No había olvido que pudiera con él. 

Su pelo seguía siendo dorado y brillante y mucho más prolijo que el mío, aunque algo más largo que antes. Su rostro mostraba el paso del tiempo, pero de una buena forma. Parecía más hombre que antes. 

Sus ojos eran lo único completamente intacto en él, y aún tenían el mismo efecto electrizante en mí.

Me observó por unos segundos sin bajar su mirada, como queriéndome decir que sabía perfectamente lo que había estado haciendo. Y lo sabía.

Yo lo sabía, él lo sabía, todos los sabíamos.

-¿Qué haces aquí? -preguntó rompiendo la atmósfera silenciosa en la que nos encontrábamos cómodamente. 

-¿No puedo venir a mi casa de vez en cuando? -repliqué de forma seca.

-Claro, pero no estás en tu casa.

-¿Ah, no? No lo había notado -el sarcasmo irradió de mis poros inevitablemente, causando una leve risita de su parte, y un acercamiento inesperado entre ambos, que por alguna extraña razón, dificultó mi respiración.

-Hace mucho que no te veo por aquí -de repente, una increíble seriedad llenó sus palabras y su cabezá se agachó tímidamente, obligando a que sus ojos dejen de acosar a los míos. 

Yo también bajé la mirada, y con eso, también mi guardia. Me solté un poco e intenté volver a sentir la comodidad que solía sentir cuando estaba junto a él.

-Lo sé, Jake, lo sé -susurré.

-Extrañaba escucharte pronunciar mi nombre -susurró él.

Su mano se escabulló entre en el denso aire y alcanzó la mía, y sentí cómo mi cuerpo comenzaba retocerse en un sentimiento extraño, y placentero a la vez.

Lo extrañaba.

-¿Qué ocurre? -preguntó con apenas centímetros de distancia para conmigo, sabiendo perfectamente que algo estaba mal. Solía estar acostumbrada a oír esa pregunta siempre que él notaba algo extraño en mí o en mi forma de actuar. Ahora, después de un año, esa frase me era bastante ajena.

Lo miré pidiéndole piedad, sin querer explicar todo lo que había estado ocurriendo desde que él no estaba en mi vida, pero inmediatamente se inclinó hacia mí, expectante, sabiendo que no podía decirle que no a su mirada penetrante, ansiosa de información.

Tomó mi mano, y jugueteó con ella un poco mientras esperaba que me dignase a decir algo.

Entonces los segundos se detuvieron por un rato. 

Nos sentamos de piernas cruzadas, uno frente al otro en medio de la vereda, y comencé lentamente a dejar salir todo lo que me atormentaba tanto. Él jugaba con mis manos mientras me escuchaba atentamente, y de vez en cuando ayudaba a deshacerse de una lágrima escurridiza que se atrevía a salir. 

Todo transcurrió con tal naturalidad, e incluso tranquilidad, que lo único que hacía falta para que el momento fuera perfecto era una canción de Passenger sonando de fondo, y un corazón más entero que el mío. 

Let me be the one to save you || a.i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora