No pude dar más de tres pasos afuera del departamento sin comenzar a llorar. No quise hacerlo evidente, porque Ashton seguía observando cómo me iba. Apenas me subí al ascensor, me desmoroné.
Tenía una angustia acumulada dentro mío que me costaba soportar. Ya no podía continuar con todo eso.
No tenía más energía para seguir luchando.
Se sentía como si la vida se riera en mi cara cuando al fin había encontrado la paz, la felicidad.
El juego se había terminado, y yo había perdido.
Salí del edificio llorando, y me tomó unos segundos notar que no tenía auto, ni licencia, ni vida dentro mío.
Pensé en volver, y pedirle el auto a Ashton. Obviamente me lo daría, pero no sin antes insistir que me quedara. Y yo hubiese dicho que sí, pero no podía.
Debía alejarme de él.
Tomé un taxi hasta mi casa, sin que las lágrimas dejasen de caer en un ningún momento. El conductor, muy amablemente, me preguntó qué ocurría. Y como siempre, intenté ocultar mi dolor detrás de un "Estoy bien".
Durante el viaje me recriminé no haber llamado a la policía, pero no encontré ningún uso en hacerlo. Si ella no me amenazaba, lo haría alguien más. Había miles de ellas. Y yo estaba demasiado aterrada para actuar.
Debía alejarme de él. Era suyo, sólo suyo.
Busqué las llaves de mi casa y abrí con dificultad la cerradura. Supe inmediatamente que no había nadie. Se sentía un silencio increíble, que, de haber alguien en la casa, hubiese sido coartado por la fuerte música proveniente del cuarto de Ashley, o por el ruido de la cafetera preparando el café de mi madre.
Arrastré mis pies sin ánimo hasta las escaleras, y subí a mi cuarto. Seguía exactamente igual que siempre, pero diferente. Faltaban algunas cosas, y sobraban otras que probablemente Ashley ubicó allí.
Me desplomé sobre mi cama, que tenía aroma a viejo y húmedo, y continué con mi impune llanto.
No soportaba más, todo era demasiado para mí. No creía merecer lo que estaba ocurriéndome, no encontraba razón alguna para tanto tormento.
Al fin estaba comenzando a mejorar todo, estaba sintiéndome plena. Pero con esta situación recordé de qué estaba huyendo, qué cosa me había roto. Y volví al principio.
Volví a recordar cada palabra, cada insulto. Volví a hundirme en el odio que tanto me atormentaba, y volví a odiarme a mí misma tanto como ellas me odiaban.
Volví a querer cruzar los dedos y simplemente desear que algo fenomenal ocurriese y solucione todo, porque yo ya no tenía fuerzas para seguir intentando arreglar lo irreparable, y una mínima esperanza de mejora era lo único que me mantenía con ganas de seguir viva.
No sabía qué estaba mal conmigo, y mucho menos qué estaba bien.
Nada estaba bien.
Se había acabado. No podía seguir viviendo con tanta presión encima mío, no era sano, no me hacía bien.
Se había acabado, aunque no quería que fuera así.
Se había acabado, y como había dicho, se había terminado lo efímero.
No íbamos a ser eternos.
Pasé horas en la misma posición, humedeciendo mi almohada, y finalmente decidí levantarme, moverme, recordarle a mi cuerpo que aún había sangre recorriendo sus venas.
Salí de mi cuarto y me cercioré de seguir aún sola. Pasé por la puerta de la habitación de mi madre, y luego la de Ashley, la cual estaba renovada y desprendía una vitalidad maravillosa. Di unos pasos adentro, tímidamente, y observé a mi alrededor. Me llené de recuerdos mirando las fotos colgadas en la pared, y agradecí tener a mi hermana en mi vida. Era lo más valioso que tenía.
Volteé y me dirigí a su escritorio. Me senté, tomé un libro que allí se encontraba y lo hojeé un par de veces. Lo dejé a un lado, y observé cada objeto sobre el escritorio. Lápices y lapiceras, hojas dispersas, un corazón con el nombre 'Luke' dentro, una foto con él, una con mi madre y yo, y su notebook.
Presioné el botón de encender, con la idea de mirar una película para distraerme, y noté que no estaba apagada, sino suspendida.
La pantalla se tornó celeste, y abrí la sesión. Inmediatamente después de eso, apareció en la pantalla la cuenta de Twitter de Ashley, y mi estómago se revolvió un poco.
Lo que en principio llamó mi atención fue que tenía un mensaje directo sin leer, y, como buena hermana curiosa, decidí entrar a ver de quién se trataba.
Mi cabeza no quería creer lo que mis ojos estaban viendo.
"Kate acaba de salir al centro a comprar un regalo para Ashton. Mañana cumplen un año juntos"
Ashley y Elena.
Ashley y Elena hablando sobre mí. Ashley contándole cosas sobre mí. Elena agradeciéndole por la información, y comentando lo buena amiga que era por eso.
Era una interminable conversación sobre lo que había ocurrido ese último año en mi vida, casi como una biografía sobre mí.
"¡Ash y Kate salieron!", "¿En serio? ¿A dónde?"
"Por favor, intenta no hablar de Luke y yo, Elena", "Lo sé, tenemos un trato sobre eso"
"¡Pasó la noche aquí!", "¡Oh, por Dios!"
"Están encerrados en el cuarto hace un largo rato", "¡Agh, quiero ser tu hermana!"
"Estamos en una fiesta, ¡se están besando!", "Necesito las fotos, ¡ya!"
Así, podría haber pasado horas leyendo.
Fue ella, fue ella todo el tiempo.
Sabían todo sobre mí, porque Ashley sabía todo sobre mí. Se enteraban de las cosas incluso antes de que ocurriesen, porque Ashley era la primera a la que le contaba todo. Habían hecho de mi vida una pesadilla, porque Ashley se los había permitido.
Qué hipócrita de su parte decirme que no les dé importancia. Qué decepción saber que mi misma hermana me traicionó de esa manera. Qué porquería se había convertido mi vida.
Me levanté con fuerza de la silla, la cuál se cayó por el impulso, y tomé la computadora con mis dos manos. Sentí una descarga de ira impresionante cuando la estampé contra el suelo de la habitación, gritando incoherencias, pateando lo que quedó de la máquina con enojo.
Odiaba esto. Odiaba en lo que mi vida se había convertido. Odiaba no poder estar bien y en paz con mi novio. Odiaba que me odien. Odiaba que mi propia hermana me haya hecho algo así. Me odiaba a mí misma.
Entre gritos y lágrimas e impotencia, intenté destruir lo que me destruía.
-¿¡Qué hiciste con mi notebook!? -exclamó alguien desde la puerta del cuarto. Levanté mi mirada y la vi, parada, inocente, fingiendo no entender nada.
-¿¡Qué hiciste con mi vida!? -grité como respuesta a su pregunta. Y con la mirada que me devolvió, supe que sabía bien de qué le estaba hablando.
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Let me be the one to save you || a.i.
Hayran Kurgu¿Qué pasa cuando las relaciones dejan de ser de a dos? ¿Qué pasa cuando se convierten en relaciones de a diez, de a cien, de a millones? Kate conoce a quien cree es el amor de su vida de forma inesperada. Todo parece ir bien hasta que nota que no e...