Capítulo 33

1.9K 210 69
                                    

-¿¡Qué haces!? ¿Te has vuelto loca? -gritó con una exorbitante rabia irradiando por sus poros. Soltó su mochila, que cayó al suelo sin vergüenza, y se acercó a mí dando pasos decididos.

-¿Loca? -respondí con el mismo tono de voz.

-¿¡Qué te ocurre!?

-¡Siempre fuiste tú...! -contesté bajando los decibeles un poco, pero aún gritando. Me dolía mucho sentir esas palabras saliendo de mi boca. Las lágrimas estaban a punto de surgir, pero me negaba a mostrarme débil ante ella. Ya no la reconocía.

-Kate, yo... -intentó comenzar a desplegar lo que probablemente era un discurso muy bien preparado, pero la interrumpí de inmediato, negada a escuchar su historia, sintiendo que cada palabra era otra lanza atravezando mi cuerpo, otro cuento bien relatado, otra forma de taparme los ojos.

-¡Has hecho de mi vida un maldito infierno durante el último año, niña idiota! -exclamé mientras ellas comenzaba a hacerse pequeña entre lágrimas- Oh no, no llores, no llores. ¡Sabes perfectamente lo que hiciste! No puedo creerlo...

-¡Finalmente tenía una amiga, Kate!

-¿¡Una amiga!? ¡Ashley, soy tu hermana! ¡Yo soy tu amiga! -me sentía increíblemente defraudada por lo que acababa de decir.

-No lo comprendes...

-No, ¡claro que no lo comprendo, Ashley! Me podrían haber lastimado hoy, o peor... -susurré estas últimas sin ganas de recordar lo ocurrido. Mi voz sonaba ahogada y sin fuerza. Tal como me sentía.

-¡Es mi amiga, Kate! No sabes lo que es que nadie se acerque a tí, que nadie parezca interesarse por tus sentimientos, ser la extraña, la abandonada, la rara cuyo padre era un alcohólico y su familia un completo desastre... -sollozó entre lágrimas y de brazos medio cruzados. Se limpiaba las lágrimas con una mano y le temblaba la mandíbula incansablemente.

-¿Tu amiga? No se compra la amistad, Ashley -mis últimas fuerzas se fueron en esa oración. De allí enadelante, todo fue lágrimas para mí.

-Eso no es lo que...

-Pasé cada momento de mi vida intentando cuidarte, intentando que seas felíz, intentando que el horrible pasado que compartimos no te atormente... Y así me lo agradeces.

-Kate, yo...

-No, no... -salí del cuarto sin querer escuchar nada más, golpeando su hombro con el mío. Apenas necesité dar cinco pasos para comenzar a ahogarme entre un mar lágrimas descontroladas que no dejaban de caer.

No.

No podía estar ocurriendo eso.

Salí de mi casa evitando a mi madre, que recién estaba llegando, y no tardó en cuestionar qué me ocurría. Ni si quiera la pude mirar a los ojos.

Entre pasos acelerados y una respiración intermitente, me dispuse a caminar en cualquier dirección, a cualquier lugar lejos de allí. 

Caminé con mi bolso en una mano y mil lágrimas en mi cara. Ignoré a la gente que pasaba y me miraba con desdén. Ignoré el sol brillante que golpeaba mi piel y casi me obligaba a sentirme mejor. Ignoré los autos. Ignoré los pájaros. Ignoré los llamados que llegaban a mi teléfono. Ignoré la dirección en la que estaba yendo.

Sólo caminé. Yo, mi dolor, y mi desastroza vida a cuestas.

Frené una vez que noté que me había perdido completamente, miré a mi alrededor, y me senté en final de la vereda y el comiezo de la calle.

Me crucé de piernas, coloqué mi bolso a mi lado, apagué mi teléfono, y dejé que la inmensidad de lo desconocido me abrazara con fuerza, buscando en la soledad y en la pérdida algo que me reconforte.

Let me be the one to save you || a.i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora