Me levanté a la mañana siguiente desparramada sobre mi cama, con un dolor de cabeza que se hacía peor con cada movimiento. Había olvidado la mitad de las cosas que habían pasado la noche anterior, pero se me hizo imposible borrar de mi mente a la muchacha de las piernas kilométricas y a su compañera.
Me levanté a la mañana siguiente con ese momento en mi cabeza.
Me refregué los ojos varias veces antes de abrirlos del todo, y me senté un rato en el borde de mi cama, adaptándome al peso y las dimensiones de mi cuerpo nuevamente, hayándome a mí misma en él. Una vez que logré eso, me paré lentamente. Así debía ser, paso a paso.
Luego de superar un ligero mareo, eché un vistazo rápido al reloj de mi meza de luz.
11:34am.
Lavé mis dientes durante un largo rato, para eliminar cualquier sabor, o incluso aroma, a alcohol, y bajé a la cocina. Agua. Necesitaba agua.
Caminé al estilo zombie por toda la casa hasta encontrarme en frente de la heladera. Saqué una jarra de agua fresca y tomé 3 vasos es menos de un minuto.
-Oh, al fin despiertas -los tacones, que seguían el paso firme de mi madre, hacían un ruido horrorosamente fuerte sobre el piso. Caminó a mi lado sin siquiera mirarme, se sirvió un poco de café en su taza, y dio un sorbo- Vístete. Iremos a comprar las cosas para Navidad.
Lo único que tenía en la cabeza en ese momento eran dudas. ¿Qué había pasado anoche? ¿Cómo había llegado a mi casa? ¿Ella sabía?
No me daba indicio alguno. No me dijo absolutamente nada de la noche anterior, pero tampoco estaba clara su ignorancia acerca de lo ocurrido.
Decidí hacerle caso, y a los 10 minutos ya estaba vestida, despabilada y bajo los efectos de un calmante.
En el auto, nadie dijo una palabra. La música sonaba de fondo, terminando de decorar el ambiente tenso. A mitad de camino, le envié un mensaje a Ashley. Necesitaba saber qué había pasado la noche anterior.
No contestó, probablemente seguía aún dormida.
El supermercado estaba repleto. La gente, acelerada y con sus carros llenos, recorría todo el lugar haciendo sus compras de último momento para las fiestas.
Lo mismo hice yo durante dos horas. Mi madre me tuvo dando vueltas por todas las interminables góndolas, mientras ella paseaba como si estuviese en el parque.
Me dolía todo el cuerpo, y cada paso pesaba muchísimo más que el anterior. Y aún así, intenté no poner mala cara y soportarlo, porque, si ella sabía lo ocurrido la noche anterior, lo mejor que podía hacer era intentar hacerla feliz.
-Kate... -me encontraba perdida, mirando la nada misma- Kate, cerveza...
Un escalofrío recorrió mi espalda al oír esa palabra que me trajo de vuelta a la realidad.
-¿¡Qué!? -pregunté. Claro, claro que sabía, y pensaba darme el sermón ahí mismo en el mercado.
-Que busques dos botellas de cerveza, Kate. Ya sabes cuánto le gusta a tu tío...
Falsa alarma.
Me hubiese gustado mucho, sin embargo, sacarme la duda de una vez. Quería gritar ahí mismo. La incertidumbre me estaba matando.
Luego de dar un par de vueltas más por el lugar y de terminar de llenar el carro, volvimos a casa con varias bolsas en el baúl del auto.
Una vez que llegamos, comencé a guardar todo en su lugar.
-Guarda esto en la alacena, y luego esto en la heladera -dijo mi madre señalando un paquete de galletas y las dos botellas de cerveza- Y, por favor, intenta controlar tu deseo voraz de tomarlas y emborracharte otra vez.
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Let me be the one to save you || a.i.
Fanfiction¿Qué pasa cuando las relaciones dejan de ser de a dos? ¿Qué pasa cuando se convierten en relaciones de a diez, de a cien, de a millones? Kate conoce a quien cree es el amor de su vida de forma inesperada. Todo parece ir bien hasta que nota que no e...