Los días pasan y yo sigo sin poder sacarme a Aria de mi cabeza, ni su olor, ni su sonrisa, ni sus gestos, ni las bromas que alguna vez nos hicimos, de como reaccionó en el funeral de su madre, de como se hacía la fuerte, no podía sacarla de mi cabeza, por lo que terminé en la sala de grabación de la casa y escribí unas cinco canciones. Hasta llegar al punto donde estoy ahora, con guitarra en mano y un café recién hecho en frente mio, a las 5 de la madrugada.
Siento la puerta y miro hacia ella con temor, me tranquilislzo al ver a Luke ahí.
—¿Qué haces aquí? Ve a dormir Calum...
—No... no puedo —digo y me quiebro, apoyo mi cabeza en la guitarra y lloro—. La extraño, sé que suena estúpido porque apenas se fue hace una semana, pero yo la amaba y esto duele, duele saber que la tendré lejos por mucho tiempo, duele mucho.
—Lo sé... pero ahora debes estar bien, llamala por la mañana.
—No sé... me quebraré delante de ella y no quiero eso.
—Creéme, ella está peor —miro a Luke confundido y el niega con la cabeza sonriendo—. La llamé hace poco.
—¿Qué te dijo? —pregunto.
—Le prometí que no te diría nada...
—¿Por qué?
—Ella está mal, Calum... Sidney le trae recuerdos, su mamá, yo, tú, entre otras cosas y saber que estan demasiado lejos para conseguirla la hizo entristecer demasiado...
—¿Está en... en... —paro un momento y suelto aire— depresión?
—Por suerte, no.
—Bien... La llamaré mañana temprano.
—Llámala por skype y... Calum —dice sin terminar la frase.
—¿Qué?
—Duerme —ordena, asiento con la cabeza y el sale del studio.
A la mañana siguiente me levanto con bolsas bajo los ojos. Abro mi laptop y inicio sesión en skype. Veo a mi novia conectada y no vacilo ni un segundo, apreto el botón de videollamada y ella contesta a los segundos.
Luke tenía razón. Está peor que yo. Tiene la piel más palida que antes, sus labios ahora son morados y tiene unas pequeñas pero muy notables bolsas bajo los ojos. Le sonrío con tristeza y ella me devuelve la sonrisa.
—Hola —decimos al mismo tiempo provocandonos reír.
—¿Cómo has estado? —pregunto.
—Bien... —dice fingiendo una sonrisa— No es cierto... no he estado bien —pasa las manos por su cara hasta pararlas en su cráneo haciendo que su cara se estire.
—¿Qué pasa?
—Todo me recuerda a mamá y no sabes cuanto... duele —dice susurrando la última palabra.
—Lo siento, yo tampoco he estado muy bien. Te extraño, Aria.
—También te extraño.
—Solo quiero que estes bien, no te hagas esto —le digo con tristeza.
—¿Hacerme qué?
—Estás... distinta, como si hubieras caido en la depresión...
—Oh...
—Solo prometeme que trataras que los recuerdos de tu mamá te harán feliz y no triste.
—Pero es tan...
—Solo eso...
—Bien, lo prometo —responde cansada.
—Lo siento, amor, debo irme —digo ya que apareció Mike por la puerta diciendome con las manos que debíamos salir.
—¡Espera, espera, espera! ¿Me llamaste "amor"? —dice con una sonrisa en su cara y sus ojos brillando.
—Sí.
—Dilo de nuevo —saca su celular y comienza a teclear no sé que cosa.
—Amor.
—Pero dimelo con algo bonito —reprocha.
—Te quiero, amor.
—¡Aawwww! Tambien yo, amor —dice resaltando la última palabra—. Cuidate y pasala bien.
—Igual tú, adiós.
Se acerca a la cámara y planta un beso en ella. Luego se corta la llamada, llevandose la imagen de mi novia con ella. Se fue apenas hace una semana ¿Y ya nos extrañabamos tanto? Era increíble. Demasiado increíble. No puede ser real. Pero lo es, por más que duela.
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