Cuando abro los ojos ya no estoy en mi habitación, recuerdo haberme desmayado de camino a la ducha. Estoy en la sala, sobre el sofá gris.
—Ya despertó —escucho decir a Alison a mi lado.
—¡Cariño! —dice papá preocupado—. ¡Te dije que no hicieras esfuerzo! ¿Por qué no me hiciste caso?
Lo miro extrañada unos segundos, ¿Sabía que me pasaría esto?
—Hubieses empezado por esta parte cuando me advertiste —respondo señalando mi cuerpo—. Nunca me había pasado esto.
—Eso es porque nunca habías hecho tanto trabajo.
—¡Pero si no hice nada! —digo casi gritando—. Solamente ordené la casa y de un momento a otro sólo... me desmayé.
—Qué raro eso, deberías ver a un médico —dice Alison—. Vine a invitarte a almorzar, y te encontré tirada en el piso, entonces llamé a tu padre.
—Apenas me llamó, casi corrí en el auto para llegar rápido —añade papá—. Muchas gracias, Alison.
—No hay de qué —asiente y se acerca a la puerta—. Debo irme, mi hermano está esperándome. Espero que te mejores, Hannah. Adiós.
Sale del departamento cerrando la puerta a su espalda y ahora sólo quedamos papá y yo.
—¿Cómo sabías que esto me pasaría si hacía mucho esfuerzo?
Se queda pensativo un instante, tratando de buscar las palabras adecuadas.
—Cuando tras pequeña, te pasaba mucho. No puedes agitarte demasiado, tu cuerpo no lo resiste.
—¿Por qué no? —inquiero, confundida—. ¡Yo me siento perfectamente!
—No lo sé, cariño, es algo extraño.
—Debería ir al médico...
Veo como papá se pone nervioso al instante, y abre mucho los ojos.
—Ya te dije por qué era, no hay necesidad de ir a un médico.
Asiento con la cabeza insegura, no quiero llevarle la contraria, pero apenas pueda, iré a hacerme un chequeo médico, para saber qué es lo que tengo.
—¿Qué tal quedó? —le pregunto de pronto y él sonríe—. ¿Valió la pena el desmayo?
—Absolutamente —dice con seguridad.
Ordenamos una pizza para el almuerzo por domicilio, ya que él tiene que irse rápido, y mientras esperamos que llegue, hablamos sobre su trabajo. Pongo toda mi atención en él, su cara de alegría al hablar de lo que más ama me devuelve el alivio, está intentando seguir adelante, y me alegro muchísimo por él. Tocan la puerta, voy a abrir y es el domicilio.
—Pizza para... —mira el nombre en el recibo—. ¿Evan Vulpetti?
—E hija —termino por él.
Su rostro me parece conocido, al entregarme la pizza y levantar la mirada puedo ver su rostro completo debajo de su gorra de trabajo. Le entrego el dinero y me quedo un momento mirándolo fijamente, lento me voy dando cuenta: es el mismo de hace dos días, en el callejón. Aquel que estaba con Dylan y el tipo de la navaja. Se da cuenta de quién soy y de que lo he reconocido, rápidamente se aleja antes de que pueda preguntarle cualquier cosa. Doy un golpe contra el suelo, irritada. Otra pregunta más para hacerle al apuesto idiota.
Cierro la puerta y pongo la caja de la pizza sobre la mesa del centro, nos sentamos los dos en el sofá y prácticamente devoramos la comida. Después de un rato papá tiene que irse y de nuevo quedo sola en el departamento. Escucho que mi teléfono suena en mi habitación, me levanto del sofá y voy hasta él para responder la llamada. Es Alison.
—¿No podías sólo caminar tres pasos y tocar mi puerta? —le digo riendo.
—Lo siento —ríe también—. Estoy en mi habitación y tengo un problema.
—¿Qué clase de problema? —frunzo el ceño, aunque sé que no se da cuenta—. Voy para allá, trataré de no tardar demasiado, el tráfico debe estar terrible —río sarcástica.
—Apúrate, ¡No tengo todo el día!
Voy saliendo del departamento y camino los tres pasos hasta su puerta.
—Ya estoy aquí, me tomó dos segundos más pero lo logré, aquí estoy.
—¡Al fin llegas! —dice abriendo la puerta, con el mismo tono sarcástico—. Pasa.
Cuelgo el teléfono y lo guardo en el bolsillo trasero de mi pantalón. Miro a todos lados, quiero evitar encontrarme con Dylan, y ella se da cuenta.
—No te preocupes por él, salió a correr y se demora una hora —mira el reloj de la pared de la cocina—. De la cual quedan veinte minutos. ¡Tenemos tiempo!
Caminamos hasta su habitación, la cual esta hecha un desastre, la ropa está tirada por todas partes y su cama está desordenada.
—Ya veo cuál es el problema —digo señalando a mi alrededor.
—Eso no es el problema —dice irritada—. Bueno, tal vez... ¡Es que no sé que ponerme!
Miro hacia el suelo, está tan repleto de ropa por todas partes que me da miedo pisar una prenda y ensuciarla. Vuelvo a mirarla con confusión, ¿De verdad no tiene qué ponerse? ¡Su habitación es inmensa y está llena de ropa!
—¿Segura que no tienes nada entre todo este montón que hay aquí? —le pregunto tomando una prenda, es un crop top negro—. ¿Cuál es la ocasión?
Vuelvo a soltar la prenda, es tan pequeño que parece un sostén.
—Una fiesta —dice buscando más dentro del el armario—. ¿Quieres venir conmigo? Te presentaré a mis amigos.
—Te diría que sí inmediatamente —digo insegura—. Pero no creo que papá me deje ir a una fiesta tan rápido. Y menos con desconocidos.
—Vale, yo no soy una desconocida —finge disgusto, y luego sonríe—. Yo lo convenceré, confía en mí.
Me guiña un ojo y me mira fijamente, esperando que le diga que sí. Asiento sin ninguna otra opción, y ella chilla de emoción.
—¡Ahora ayúdame a escoger ropa, Hannah! —dice dando saltos por toda la habitación con frustración.
Miro dentro de su armario un momento y veo un vestido azul con mangas cortas y se nota de lejos que es ceñido al cuerpo, lo saco y se lo extiendo aún en su gancho, ella lo toma y le da el visto bueno guiñándome un ojo. No sé que tendrá esta familia con los guiños.
—Tienes buen gusto, Hannah, me gusta.
Salimos de su departamento directo al mío, y me ayuda a escoger algo para ponerme, decido —O más bien Alison decide—ponerme una blusa sin mangas color crema que se me pega al cuerpo como si estuviese mojada, y unos jeans blancos rasgados en los muslos. Ambas llevamos sandalias.
Finalmente logra convencer a papá de ir a la fiesta, pero debo volver antes de la media noche. Aceptamos y sale conmigo arrastras del edificio, donde está aparcado el auto de Dylan.
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Ilumíname La Vida © [D&L#1]
General Fiction«Primera parte de la Saga Darkness and Light.» Mudarse no es nada fácil, y Hannah lo sabe muy bien. Después de la muerte de su madre, su padre decide mudarse con ella a Nueva York para rehacer su vida e intentar seguir adelante. Todo se vuelve compl...