CAPÍTULO 11

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Dylan.

Después de varios minutos de confusión por lo último que dijo, salgo de la cocina casi tambaleando con una cerveza en mi mano. Sí que estoy ebrio, tendré que quedarme a dormir aquí si quiero amanecer vivo. No debí besarla de nuevo, ahora ella va a querer algo conmigo, al igual que las demás. Pero fue mi maldita culpa, yo le dije que lo hiciera. De hecho, no sé por qué demonios la besé la primera vez, debo dejar de ser tan impulsivo, pero el alcohol en mi cabeza pudo conmigo. No me di cuenta y Alison nos vio. ¡Maldición! Tendré que inventar una buena excusa.

Aunque ella dijo que no se enamora fácilmente, las hormonas son el peor enemigo de un adolescente. Cuando vi las intenciones de Álex con ella, lo único que pude hacer fue intentar sacarla de ese apuro diciendo que somos pareja y besarla, para que fuera creíble. Es la amiga de mi hermana y si le pasara algo, después tendría problemas con ella, y lo último que quisiera en este momento es discutir con Alison por nuestra irritante y sexy vecina.

Sí, lo admito, es sexy. La primera vez que la vi, no se notaba tanto su figura, su ropa le quedaba demasiado holgada para mi gusto. Después, cuando la saqué del callejón, tuve que contenerme de ver sus piernas más de una vez, no podía permitir que se diera cuenta. La verdad, para cualquier hombre que la vea sería un gran gusto devorarla no sólo con la mirada, y es que es un manjar de dioses esa chica. Pero repito nuevamente, demasiado irritante, y muy curiosa.

—¡Oye, Stone! —dice Álex, llamando mi atención—. Lamento lo de hace un rato, no sabía que era tu...

—No te preocupes —no lo dejo terminar—. Sólo, no vuelvas a hacerlo.

—De acuerdo —asiente—. Déjame felicitarte, está muy linda tu chica.

—Gracias —sonrío, aún sabiendo que es una gran mentira—. No intentes nada más o tendré que golpearte.

Asiente y desaparece por el pasillo. Sigo caminando por allí yo también hasta llegar al jardín, ahí está la mitad de la fiesta, varias chicas en traje de baño están dentro de la piscina, y al verme una de ellas sale casi modelando y se acerca a mí con una sonrisa coqueta en su rostro. Lleva un bikini rosa diminuto y de su cabello rubio las gotas de agua caen por sus largas piernas hasta el suelo. Una imagen digna de ver desde cualquier ángulo. Todas estas chicas se acercan a mí a coquetear con un simple objetivo: Sexo. Sólo he conocido una chica diferente en toda mi vida, y esa es Hannah, ella desde el primer instante se empeña en hacerme la vida imposible, pero con su maldita curiosidad, y nunca ha intentado coquetear conmigo. De hecho hace todo lo contrario, lucha por ignorarme, y por eso disfruto haciéndole la vida imposible.

—Hola, guapo —dice dándome un beso en la mejilla—. ¿Tienes novia?

—Sí —digo para quitármela de encima.

De solo verla puedo notar sus intenciones, está muy buena, pero no soy muy fan de la combinación del alcohol con sexo, a veces puede ser demasiado peligroso.

—No te creo —sigue sonriendo, y yo comienzo a irritarme—. ¿Dónde está?

Me esperaba esa pregunta, pero no tan pronto.

—Eso no te importa.

Me mira de pies a cabeza, y luego arquea una ceja. Pone las manos en sus caderas mirándome directamente a los ojos.

—Vamos, guapo —pasa su índice por mi mandíbula—. Sé que mientes.

Quito su mano de mi rostro dispuesto a responder, pero veo a Alison acercarse casi corriendo, provocando que mi vista se centre completamente en ella y en su amiga. Hannah viene detrás, caminando y con el teléfono en sus manos.

Ilumíname La Vida © [D&L#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora