CAPÍTULO 26

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—No puedo creerlo —chilla al otro lado de la línea, acabo de contarle todo lo que pasó—. Quiero estar ahí ahora mismo, mi mejor amiga... ¡se está enamorando! Oh por Dios, tengo que grabar esto.

Desde que dije la palabra "sentimientos" Rosie malinterpretó todo, y lleva más de media hora insistiendo en que estoy enamorándome del idiota que me quiere lejos de él por ser un miedoso. Ya estoy dentro de mi gran fortaleza, que es mi habitación en el departamento; por suerte no me encontré con Alison al llegar, aunque creo que no estaba en casa... ahora mismo estoy recostada en mi cama, con la cabeza colgando de la orilla y los pies subidos en la pared.

—No me estoy enamorando, no seas ridícula —le digo hastiada. Fuera sigue lloviendo a cantaros, pero por suerte yo ya estoy en casa. Me pregunto inconscientemente en donde se habrá metido Dylan después de dejarme tirada en el taxi después de darme ese último beso en la frente... desecho la imagen de él frente a mí de mi mente y me concentro en Rosie, que no deja de hablar.

—Lucía... —siempre me llama de esa forma cuando quiere hacerme reflexionar o reñirme sobre algo. No creo que esta vez sea la excepción—, puedes mentirle a todo el mundo, incluso a ti misma, pero nunca a tu mejor amiga. Te conozco como la palma de mi mano, sé que sientes algo por él... mi instinto me lo dice.

—Sí... siento odio, mucho odio —exclamo con los dientes apretados—. Me odio a mí por querer acercarme y lo odio a él por alejarme. ¡Y te odio a ti por no darme buenos consejos!

Respiro profundo, intentando controlarme. Estos últimos meses han sido los más difíciles de toda mi vida, sin mamá, y papá que se largó como si no tuviese a una hija que cuidar. Extraño a mamá, extraño mi ciudad, mi colegio, mis amigos... extraño mi antigua vida.

—Quiero volver a Wisconsin —confieso con sinceridad, y vuelvo a respirar profundamente.

—¿Te has vuelto loca? —dice con seriedad—. ¡Está en Nueva York! ¿Sabes cuantas personas quisieran estar en tu lugar? ¡Muchísimas! Tienen las mejores universidades, Hannah, estás buscando que tome un avión ahora mismo solo para ir y abofetearte.

—Extraño a mamá —de repente me entran unas horribles ganas de llorar, pero me abstengo totalmente—. Sin ella ya nada es lo mismo... papá no está en casa, Rosie, se fue de viaje desde hace más de un mes y no sé nada de él... se desapareció totalmente, igual que cuando era pequeña.

—Ten paciencia, ya verás que todo se arreglará. Lo prometo.

No respondo, no estoy de acuerdo con lo que dice, y prefiero no discutir; la verdad es que nada se va a arreglar a menos de que yo misma busque lo que necesito saber. Nos quedamos en silencio durante un rato, odio los silencios, pero en este momento lo prefiero.

—Hannah... —vuelve a hablar ella—. Tengo que irme, lo siento. Pero podemos hablar más tarde, ¿qué te parece?

—Me parece bien —digo en tono neutro—. Adiós, Rosie.

—Te amo, no hagas tonterías —dice, por último, y luego cuelga.

Dejo el teléfono sobre mi cama y me levanto, me meto a la ducha, me desnudo y abro el grifo, dejando caer el agua tibia sobre todo mi cuerpo, desde mi cabello hasta mis pies. Necesitaba relajarme, y qué mejor que el agua tibia sobre mi cabeza... me quedo un buen rato dentro de la ducha y al salir enredo una toalla en mi cuerpo y otra en mi cabello. Comienzan a tocar la puerta y maldigo al que esté tras de ella por arruinar mi momento de paz.

Me acerco a la puerta y al abrirla no sé matarme o matarlo a él.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunto a punto de volver a cerrar la puerta.

Ilumíname La Vida © [D&L#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora