CAPÍTULO 43

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Maratón 2/3

No sé a dónde se fueron Julia y el otro imbécil... mi padre está a mi lado, intentando hablarme, pero yo no respondo. Simplemente no encuentro las palabras, todo dentro de mí está en silencio y completamente vacío.

—Hannah... debemos irnos de aquí —sigue diciéndome, me toma por ambos brazos y me levanta del suelo.

—¡No, suéltame! —me suelto de su agarre inmediatamente. No quiero que se me acerque. Él es el culpable de todo esto.

Mi cuerpo vuelve a conectarse con mi mente, y comienzo a soltar insultos al azar en diferentes idiomas hacia mi padre. Por desgracia o suerte, todos los entiende.

—¿¡Cómo te atreviste a ocultarme algo como esto toda mi maldita vida!? —comienzo a cuestionarle en gritos irremediables—. Ahora entiendo por qué querías alejarme de Dylan a toda costa... sabias que él es tu enemigo, y ahora el nuestro. Y gracias a ti ahora me odia, pero eso no importa... es la única cosa por la que te voy a agradecer, porque me di cuenta de quién es él en realidad.

—Hija, yo... —intenta tocarme de nuevo. Yo me alejo—. No me obligues a sacarte de aquí por las malas, lucia.

Lo miro con cara de pocos amigos, él me devuelve una mirada acusadora y yo levanto ambas cejas sin poder creerlo.

—¿¡Qué!? —digo, completamente indignada—. Después de todo lo que me has hecho pasar, ¿vas a obligarme a hacer lo que me ordenas?

—Soy tu padre —vuelve a decir, muy serio.

Comienzo a reír con burla y sarcasmo. No puedo creer que este diciéndome esto.

—¡No lo eras cuando ese imbécil estaba violándome! —señalo a Dominic, me agacho y vuelvo a tomar el arma del suelo—. Puedes irte a donde te dé la gana... olvídate de que tienes una hija, así como te olvidaste de aquel que no nació.

Pongo el arma en la cinturilla de mi pantalón, la cubro con la blusa y me levanto nuevamente.

—¿A dónde irás? —pregunta cambiando a un tono más pacífico, intentando persuadirme. No... no esta vez.

—Cualquier lugar que esté lejos de ti y tus malditas mentiras —no veo mis zapatos por ningún lado, así que camino descalza hasta la puerta.

—No puedes dejarme, hija... eres lo único que me queda —dice suplicante, mirándome con compasión.

Niego con la cabeza, frustrada. Debió pensarlo antes de dejar que saliera del departamento, antes de permitir que me trajeran aquí y me hicieran daño... antes de arruinarme la vida por completo.

—Necesito tiempo para pensar lo que haré ahora —abro la puerta—. Y teniéndote cerca solo voy a querer matarte por todo lo que me has hecho pasar en tan solo un día —trago saliva, sintiendo un nudo en la garganta—. Adiós, papá.

Salgo de allí y a medio camino hacia la salida encuentro mi teléfono, lo tomo rápidamente y salgo del lugar casi corriendo. Al estar fuera, me doy cuenta de que es un maldito lugar abandonado, y tengo que caminar mucho tiempo descalza hasta llegar a la carretera, el auto de mi padre está estacionado frente al lugar, lo que me hace sentir más miserable. Por suerte, él aceptó mi decisión y, prefirió no seguirme. Recuerdo que estoy llena de sangre, y que no puedo tomar ni siquiera un taxi... además no tengo nada de dinero. ¿A quién puedo llamar? Piensa, Hannah... debe haber alguien en esta maldita ciudad que me pueda ayudar. Mierda, no tengo a nadie... el único que podría salvarme de esta situación me odia a muerte junto a su hermana, Mark trabaja para él y Rosie vive en el otro lado del país.

Ilumíname La Vida © [D&L#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora