Hannah.
Ese ha sido el beso más intenso que he dado en toda mi vida, tan sólo de recordarlo me pone los pelos de punta. No sé qué pasó por mi cabeza en ese instante... tan sólo me dejé llevar, y ahora siento que debo dejarme llevar más seguido en mi vida. Cada vez que estoy cerca de él es como si todo mi razonamiento se esfumara, nunca me ha gustado el misterio que la gente le pone a los asuntos, pero el misterio que profiere Dylan lo encuentro inexplicablemente atractivo.
Paso las manos por mi rostro, intentando aclarar mis ideas. Aquello no puede volver a pasar, no puedo meterme con alguien que ni siquiera conozco, pero cada vez que veo sus labios carnosos y apetecibles y sus profundos y oscuros ojos siento que no puedo contenerme... Oh, no. Sacudo la cabeza antes de dejar volar mi imaginación y camino hasta la puerta de la cocina, pero esta se abre incluso antes de yo tocarla.
Andrew aparece tras la puerta y mi paciencia comienza a agotarse.
—Te he estado buscando, este departamento es enorme.
—Ni que lo digas...
—Quiero explicarte lo que ocurrió hace un rato, Hannah.
—No me interesa —señalo negando con la cabeza.
—¡Fue ella quién me besó, tú viste cómo me pegó a la pared!
—Ay, pero qué sufrido eres, Andrew —me encojo de hombros—. Sólo disfrútalo y ya.
Se acerca a mí, y por intuición, retrocedo.
—Déjame probar tus labios otra vez, Hannie —dice sonriendo de lado—. Llevo meses sin hacerlo.
Da un paso más hacia el frente y yo uno más hacia atrás. Me voy dando cuenta de que la atracción que siento hacia Dylan jamás la he tenido con nadie, ni siquiera con Andrew. Todos esos meses que pasé al lado de él, creyendo que me gustaba... era sólo cosa de mi imaginación.
—Ni lo sueñes —advierto—. Aléjate, Collins.
Sigue acercándose y yo sigo alejándome hasta que inevitablemente choco con una de las paredes de la cocina. Pone sus manos por encima de mis hombros, justo como estaba Dylan hace un rato, pero no siento absolutamente nada. Eso me preocupa, no debería ni siquiera sentir atracción por Dylan, pero es tan ardiente que es imposible no deleitarse viéndolo fijamente.
Andrew estira los labios y cierra los ojos, provocando que me eche a reír.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto poniendo mi mano en su boca—. Parece que fueras a ahogarte.
Él hace caso omiso a lo que le acabo de decir y quita mi mano de su boca.
—Bésame, nena —susurra a mi oído—. Sé que lo deseas.
—¿Acaso estás ebrio? —logro separarlo un poco de mí. Está muy cerca—. Si no quieres recibir un golpe en tu entrepierna es mejor que te alejes.
Sigue sin hacerme caso y toma mis manos con fuerza, las pone por encima de mi cabeza, dejándome sin salida. Me remuevo en mi lugar tratando de zafarme de su agarre, pero es imposible. ¿Por qué todo el mundo es más fuerte que yo? Sigo sin comprenderlo. Acerca su boca a mi cuello y va dejando besos desde mi mandíbula hasta mi oreja. Un escalofrío me recorre el cuerpo, y no sé si es miedo o hastío.
Intento golpearlo alzando mis piernas y lanzando patadas al aire, otro movimiento inútil.
—¡Suéltame, idiota! —grito, pero nadie parece escucharme. La música está tan alta que por poco tampoco oigo lo que yo misma digo.
—No te resistas —resopla en mi cuello—. Vas a ser mía.
Aprieto los labios al ver que su boca se acerca la mía e intento apartarla lo más que puedo, él besa mi cuello y sigue subiendo por mi clavícula hasta mi mandíbula. Cierro los ojos con fuerza al notar que sus labios buscan los míos y de repente siento como se aparta bruscamente, dejándonos a mí y a mis manos libres.
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Ilumíname La Vida © [D&L#1]
Ficción General«Primera parte de la Saga Darkness and Light.» Mudarse no es nada fácil, y Hannah lo sabe muy bien. Después de la muerte de su madre, su padre decide mudarse con ella a Nueva York para rehacer su vida e intentar seguir adelante. Todo se vuelve compl...