CAPÍTULO 25

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Hannah.

Acerca su boca a la mía y me besa, pero esta vez no con deseo, no con pasión... más bien con suavidad... con dulzura, como nunca antes lo había hecho, y me toma totalmente por sorpresa. Estoy desconcertada, intento recordar dónde estoy y cómo llegué aquí, sólo recuerdo los golpes que escuché antes de que ese tal Dominic me detuviera y por último el grito de Dylan, antes de desmayarme. Le correspondo el beso de la misma forma, y mi corazón vuelve a acelerarse involuntariamente. Siento que late a mil por segundo, sin poder controlarlo.

Lo último que ha dicho no sale de mi mente. "estás haciéndome perder totalmente el control", Dios, es él quien me está haciendo perder totalmente el control, es él quien me está haciendo sentir toda esta locura que nunca se me pasó por la mente... pero se siente tan bien que no quiero dejarlo a un lado. Quiero tenerlo cerca de mí todo el tiempo, esa es la única manera en que estas emociones se sientan bien por completo.

Se separa de mí y voy tomando lentamente la conciencia. Me doy cuenta de que estoy empapada, y él también lo está. Acaricia mi cabello por última vez y después pone su mano sobre mi mejilla.

—Eres casi perfecta —murmura mirándome a los ojos, y un peculiar brillo se instala en ellos. El corazón me da un vuelco—. Si no fueses tan irritante, serias perfecta —sonríe. Ahí está el Dylan que conozco.

—Te estabas tardando en decirlo —sonrío también, e imágenes de aquel tipo tocándome y besando mi cuello vuelven a mi mente—. Tú dijiste su nombre, lo conoces... quería violarme, ¿no es así? —él me observa impasible, y yo me alarmo—. ¿Me violó?

—¿Qué? —ahora él es quien está alarmado—. ¡No! ¡Por supuesto que no! Jamás dejaría que te hagan daño.

Vuelve a sorprenderme con sus palabras, y abro los ojos ante la impresión. Deja de acariciar mi mejilla para pasarse la mano por el rostro, y noto que sus nudillos están algo hinchados y con leves manchas de sangre, lo que me hacen recordar de nuevo los golpes que oí antes de desmayarme. Antes de que pueda hablar, él se me adelanta.

—Ahora sí... puedes comenzar a explicarme.

—¿Explicarte... qué? —pregunto desconcertada.

—¿Cómo llegaste aquí? —me mira con cautela—. ¿Me estabas siguiendo, verdad, rojita?

Mierda. ¿Ahora qué diablos invento? Intento pensar... mi destino al principio era la biblioteca, pero luego llegué aquí y me encontré con esos tipos... que son sus amigos, y casi hacen lo que se les da la gana conmigo.

—Quería ir a la biblioteca —desvío la mirada un instante, pero luego vuelvo a mirarlo directamente a los ojos—. Pero, ¿qué haces tú aquí? Mira tus manos —las tomo—, están rojas... estabas golpeando a alguien, ¿verdad?

—Este no es el camino a la biblioteca —dice, evadiendo mi otra pregunta—. Vamos, te llevaré a casa.

Me levanto del suelo y me cruzo de brazos. Él se levanta también e intenta tomar uno de mis brazos, pero doy dos pasos atrás, adentrándome de nuevo en la lluvia.

—¡Dime qué es lo que tanto escondes! —me vuelvo a acercar a él, y lo tomo por el cuello de la camisa. Su fragancia entra por mis fosas nasales, deleitando mis sentidos. Sacudo la cabeza, intentando recobrar la concentración—. Vine aquí y vi tu auto, me bajé del taxi y escuché los golpes... antes de poder ver de qué se trataba, uno de tus amigos comenzó a acariciarme de una manera que no quiero repetir nunca. Quiero saber qué es lo que hay debajo de ti, quiero descubrir cuál es ese maldito secreto que tanto te empeñas por ocultar... tú no quieres decírmelo, y yo estoy dispuesta a todo por enterarme.

Ilumíname La Vida © [D&L#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora