Han llegado más de doscientas personas y la música resuena por todo el departamento. Alison y yo hemos ido varias veces al supermercado por más comida y bebida, realmente hizo una buena fiesta, aunque ni siquiera conozcamos a más de la mitad de los invitados.
—¿Tú invitaste a toda esta gente? —pregunto señalando todo el departamento desde la puerta.
Acabamos de llegar de otro viaje al supermercado y hay mucha más gente que cuando nos fuimos. Entramos al departamento y pasamos a la cocina, guardamos las botellas de bebida en el refrigerador y servimos las frituras en los recipientes de vidrio. No pasan ni diez segundos y ya los recipientes han desaparecido.
—Discúlpame de nuevo por lo de hace un rato, yo...
—Ya te dije que no tengo ningún problema, Ali, no te angusties.
Ella asiente y sonríe. Dylan aparece por la puerta de la cocina con una chica, esta es rubia y lleva un short de jean demasiado corto con una blusa que apenas le tapa los pechos. Creo que ya la he visto, pero no recuerdo dónde...
—No estoy interesado, ¿De acuerdo? —le dice Dylan frustrado y ella rueda sus ojos y luego sale de la cocina. Se dirige a su hermana—. ¡Pero qué mierda estabas pensando, mira toda esta gente!
Por su grito puedo notar que está furioso, muy furioso. Me mira por dos segundos y luego vuelve a fijar la vista en su hermana, que ahora adoptó la mirada furiosa también.
—¡Déjame, Dy! —grita también, y hace un puchero—. Ya casi comienzan las clases y quiero divertirme. Además, no conozco ni siquiera a la mitad de las personas que están aquí. No entiendo cómo es que llegaron.
—¿Tú serás quien le ponga la cara a los oficiales cuando venga la policía? —dice cruzándose de brazos—. Varios vecinos han llamado a quejarse ya.
Al escuchar eso recuerdo lo que dijo hace ya varias horas, el edificio es suyo.
—¿De qué estás hablando? —frunce el ceño nuevamente—. La mayoría de la gente que vive aquí tiene menos de treinta años, Dylan. Apuesto a que todos están aquí.
—¡Hay más de doscientas personas, por supuesto que deben estar aquí! —vuelve a exclamar—. Saca a al menos la mitad, a los que no conocemos. Ya se acabó el maldito espacio en el departamento y sabes que odio cuando se meten en mi espacio personal.
—¡De acuerdo! —acepta finalmente y se acerca a la puerta—. Pero si rompen algo será tu culpa.
Coge dos bolsas con botellas de bebida y sale antes de que Dylan pueda decirle algo más. De nuevo estamos solo los dos. La última vez que estuve con Dylan sola terminó mal... muy mal. Por suerte ninguno de los dos recuerda nada, así que no tengo de qué preocuparme. Sigo guardando botellas de cerveza en el refrigerador con su mirada fija puesta en mí, siento como si tuviese algo extraño en mi cuerpo, pero recuerdo que es eso mismo lo que está viendo... mi cuerpo.
Lo miro por un segundo, sus ojos están como el color del mar cuando anochece, un azul demasiado oscuro y misterioso.
—Deja de mirarme, ¿Quieres? —pido y él sólo sonríe.
—No quiero —responde firme. Se acerca a mí sin dejar de mirarme—. Creo que ya estoy ebrio.
Cierro el refrigerador y me cruzo de brazos frente a él. No parece que estuviera ebrio, más bien todo lo contrario. Se pasa las manos por el rostro y sacude la cabeza.
—No pareces ebrio —digo sin bajar los brazos.
—Entonces explícame por qué me parece que estas hermosa justo esta noche.
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Ilumíname La Vida © [D&L#1]
General Fiction«Primera parte de la Saga Darkness and Light.» Mudarse no es nada fácil, y Hannah lo sabe muy bien. Después de la muerte de su madre, su padre decide mudarse con ella a Nueva York para rehacer su vida e intentar seguir adelante. Todo se vuelve compl...