Mientras me abrocho la blusa, camino por la habitación hasta llegar a su escritorio, que está lleno de papeles y archivos supongo que de la universidad.
Mis ojos se detienen al ver mi nombre en uno de los archivos... ¿qué? Lo cojo y comienzo a leer... toda mi maldita información personal está aquí. Pero, ¿por qué demonios tiene él mi información personal? Mi teléfono suena y lo saco del bolsillo de mi short para responder. Es papá.
—Hola, papá —respondo sin ganas.
—¿Dónde estabas? —replica en mal tono—. Te he estado llamando desde hace más de una hora.
Si le dijese en dónde estaba probablemente me mataría.
—Lo siento, he estado algo... ocupada —digo distraída, y sigo mirando el archivo con mi información personal que estaba entre los papeles de Dylan... no puedo creerlo, tiene hasta mi maldito historial médico. Esto es una locura, ¿cómo lo consiguió?
—Acabo de llegar al aeropuerto, así que es mejor que estés lista, porque hoy mismo nos vamos a Wisconsin.
La sangre se me congela casi al instante.
—¿Qué? —casi grito—. ¿Vamos a mudarnos de nuevo?
El solo pensamiento me saca de quicio, no podemos mudarnos de nuevo, no ahora... cuando por fin he logrado adaptarme a esta ciudad. Escucho una carcajada suya al otro lado de la línea y me desespero.
—Por supuesto que no —dice, aun riendo—. ¿Se te ha olvidado qué día es hoy?
Lo pienso por un momento y me doy cuenta... mierda, mamá. Con todo lo que ha pasado hoy se me olvidó por completo. Dejo el papel sobre el escritorio y golpeo mi frente con mi mano libre... no puedo creer que se me haya olvidado.
—No —miento—. Pero mañana tengo clases, no puedo ir.
—El avión tarda menos de tres horas en llegar —me deja en desconcierto lo que acaba de decir—. Son las cuatro... tenemos tiempo. No te preocupes por la escuela, hablaré con el director o con quien tenga que hablar.
—¿Avión? —justo en ese momento, Dylan abre la puerta y entra a la habitación. Hago un gesto para que se quede en silencio y lo entiende inmediatamente—. Papá, no tenemos dinero.
—Tengo unos ahorros del trabajo —dice con seguridad—. Ya hablaremos en casa.
Cuelga... debe ser una broma, papá se volvió loco. Guardo el teléfono de nuevo y rápidamente se viene a mi mente lo que estaba haciendo antes de que papá me llamara... Dylan. Da un paso al frente para acercarse a mí, y yo doy uno atrás, chocándome con su escritorio.
—No te atrevas a acercarte —le advierto estirando el brazo para coger el archivo donde está toda mi información personal. Se lo entrego y me cruzo de brazos.
Cuando lo ve, sus ojos se abren y me observa con precaución. Si esto fuese una caricatura, estoy segura de que estuviese saliendo humo por mis oídos. Siento la cara caliente y la cabeza comienza a dolerme.
—Hannah...
—¡Ni siquiera lo digas, Dylan! —digo fuerte, y tomo el archivo de sus manos de un tirón—. ¿Qué pretendías con esto?, ¿querías ver si tengo algún secreto oculto? ¡Qué irónico!
—No —dice con firmeza—. Sólo quería saber de ti.
—¿Y no se te ocurrió... no lo sé... ¡preguntarme!? —de nuevo hablo fuerte, sorprendiéndome a mí misma por mi tono de voz—. ¿Crees que no te lo hubiera dicho?
—Sólo me adelanté un poco —se encoge de hombros—. No es la gran cosa.
No pudo haber dicho algo peor.
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Ilumíname La Vida © [D&L#1]
General Fiction«Primera parte de la Saga Darkness and Light.» Mudarse no es nada fácil, y Hannah lo sabe muy bien. Después de la muerte de su madre, su padre decide mudarse con ella a Nueva York para rehacer su vida e intentar seguir adelante. Todo se vuelve compl...