CAPÍTULO 9

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—¿Qué esperas? —pregunta subiendo al auto—. ¡Súbete!

Sin mediar palabra subo a la parte de atrás del auto, Alison va en el asiento del copiloto con Dylan. Él conduce en silencio durante aproximadamente diez minutos hasta que se detiene frente a una lujosa mansión. Es toda blanca por fuera y las luces fluorescentes la hacen ver brillante. La música se escucha fuerte y la gente entra y sale con bebidas en las manos. Bajamos los tres y Alison es la primera en ir corriendo hacia dentro de la casa, y me deja sola al lado del auto.

Dylan rodea el auto y se para frente a mí. Lleva una players azul marino que combina con sus ojos y jeans oscuros, encima de su camisa una chaqueta negra de cuero y zapatos del mismo color. Me mira de pies a cabeza unas tres veces y deja su oscura y profunda mirada en mis ojos.

—Vaya, enana, te ves bien —dice asintiendo.

Respiro profundamente, haciendo caso omiso a cómo me ha llamado, y sonrío.

—¿Si te digo lo mismo prometes no subir tu ego?

—Sé que soy atractivo, nena —dice convencido—. No hay necesidad de que me lo digas.

—Eres un idiota —digo poniendo los ojos en blanco—. Y aún me debes un par de explicaciones.

—Yo no te debo nada —dice serio—. Es más, tú me debes varios favores que tarde o temprano voy a cobrar.

Sonríe maliciosamente, provocando ese escalofrío que siempre recorre mi cuerpo cada vez que su mirada se torna malvada. Muerdo la punta de mi pulgar y dejo de mirarlo a los ojos, concentro mi vista en la casa, detrás de él, y me doy cuenta de que Alison se acerca de nuevo a nosotros. 

—Se me ha olvidado que no conoces nada —dice disculpándose. Gira la cabeza, dirigiéndose a su hermano—. Ya déjala en paz, Dylan.

Toma mi mano y me jala hacia la entrada, cuando pasamos por su lado logro ver que me guiña un ojo, no le presto atención y sigo caminando detrás de Alison.

Entramos a la inmensa casa, es mucho más grande de lo que se ve por fuera: hay jarrones de flores sobre mesas de madera y pinturas en la pared. Hay un montón de gente y no puedo ver casi nada en el lugar. Alison sigue caminando y me lleva a una de las tantas puertas que hay en el inmenso salón. Es un cuarto de juegos o algo así, las paredes son de colores, hay muchos televisores colgados en la pared y varios videojuegos en sus respectivos estantes de roble. Es más grande que todo mi departamento sólo esta habitación.

—¿De quién es esta casa? —le pregunto a Alison por encima de la música.

—Es de un viejo amigo de Dylan —responde gritando tanto como yo—. Ven, te presentaré a mis amigos.

Casi corre y nos adentramos a alguna especie de jardín, con una enorme piscina, la cual llama mi atención de inmediato. Hay varias chicas en vestido de baño entrando y saliendo de ella. Deben ser multimillonarios los padres de este chico. Nos detenemos justo al lado de una cerca que separa el jardín de la calle, donde hay varios chicos bebiendo y algunos fumando.

—¡Chicos! —grita Alison, llamando la atención de todos—. Ella es Hannah, mi nueva vecina y amiga.

Los saludo a todos con un gesto y una sonrisa, si los saludara uno por uno se me irían más de quince minutos en ello. Comienzo a charlar y a entrar en ambiente, me caen bien al instante, son tanto o más alegres que Alison, salvo por un chico, el cuál no deja de desnudarme con la mirada. Es rubio y tiene el cabello largo hasta las orejas. Decido no prestarle atención y sigo hablando con los demás. Necesito algo de tomar. Como si leyera mi mente, Alison se dirige a mí.

—¿Quieres ir por una cerveza? —dice fuerte en mi oído.

—Estaba esperando que lo dijeras.

Sonríe. Nos disculpamos con sus amigos y caminamos adentro de nuevo. Pasamos por un gran pasillo y finalmente llegamos a la cocina, Alison saca dos cervezas de la nevera y me extiende una, las abrimos con el destapador que hay colgando de ella y tomo un gran sorbo. Papá me matará, pero necesito una, he tenido demasiado estrés estos días.

—Vaya, pensé que eras de las que no beben —dice Alison sorprendida, al ver que me he tomado de un sorbo casi la mitad de la botella. 

—Pensaste mal —digo y ambas sonreímos.

Alguien entra por la puertas que da directamente a la sala principal, la otra da al pasillo por el que Alison y yo entramos. Es Dylan. Al vernos se acerca a su hermana.

—El trato era no encontrarme contigo ni con nuestra vecina irritante —dice mirándome de reojo.

—Te escuché —le doy un sorbo más a mi bebida.

—Ese era el punto —asiente y me guiña un ojo.

Le sonrío falsamente y le muestro mi dedo medio, él arquea una ceja y empieza a reír.

—Eso no es propio de una dama —dice acercándose a mi, y ahora noto que está algo ebrio.

Me pongo a pensar: ¿Quién demonios va a conducir de vuelta? Sacudo mi cabeza y vuelvo a concentrarme en él, y en lo que me ha dicho.

—Estamos en el siglo veintiuno, por si estás desubicado.

Termina de acercarse a mí, con su típica mirada inexpresiva, y arquea esta vez ambas cejas. Asiente de pronto, y está a punto de decir algo pero la puerta se abre nuevamente, y por ella entran varios chicos. Entre ellos está el tipo que hace un rato me desnudaba con la mirada. Dylan gira para ver de quién se trata y, para mi sorpresa, los saluda.

—Ya vuelvo —dice Alison de pronto, con tono irritado—. Se acabó la cerveza.

Trato de hacerle un gesto para que me saque de aquí, pero no me mira. Sale por la puerta que da a la sala y me deja sola con un montón de chicos que ni siquiera conozco. Dylan avanza hacia la puerta del pasillo y yo en sentido contrario, a intentar alcanzar a Alison. Unas manos me detienen antes de que logre abrir la puerta, me doy la vuelta y es precisamente ese tipo, y también esta ebrio. Camina dos pasos, haciendo chocar mi espalda con la puerta, me mira de pies a cabeza, y no puedo evitar sentirme incómoda.

—¿Se te ha perdido algo, idiota? —pregunto frustrada.

Miro de reojo al otro lado de la habitación, Dylan no ha salido, está de pie frente a la puerta, mirando en mi dirección, y por un segundo nuestras miradas se encuentran. Rápidamente desvío la mirada al darme cuenta que el tipo frente a mí está a centímetros de mi rostro, intentando besarme. Estoy a punto de darle una patada justo en su entrepierna cuando la voz de Dylan me lo impide.

—¡Hey!, ¿Qué estás haciendo? —le dice a su amigo, captando toda su atención.

Respiro profundo. Se salvó de un gran golpe y dos días de dolor profundo en sus genitales.

—Esta chica está para comérsela, Stone. ¿No lo crees? —dice descaradamente.

—Eres asqueroso —digo con hastío.

Lo miro con desprecio, esta vez si voy a pegarle un golpe que probablemente lo deje inconsciente, pero Dylan vuelve a interrumpir. Se acerca a nosotros rápidamente y se pone en la mitad de los dos, frente a él.

—Pues te quedarás con las ganas, porque no dejaré que toques a mi chica —dice con seguridad. Se gira para quedar ahora frente a mí y susurra—: Sígueme la corriente.

No me da tiempo a reaccionar, ni mucho menos a procesar lo que ha dicho. Pone sus manos sobre mis mejillas, se inclina hacia mí y me planta un fuerte beso en los labios.

*****

¡¡Feliz día chicasss!! Hoy es el día de las mujeres fuertes y que luchan por lo que quieren, feliz día a todass.

Ilumíname La Vida © [D&L#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora