Una intensa luz blanca inundo el campo de visión de Alyz, por un momento pensó que se encontraba cruzando al otro mundo, pero tras los segundos que tardo en acostumbrarse su vista se dio cuenta de que a su al rededor había cortinas blancas y a un costado de ella una mata de pelo castaño se encontraba sobre su brazo. Un brazo del cual salía una pequeña sonda con un líquido rojo.
No estaba muerta, estaba en el hospital, sus ojos se llenaron de lágrimas, ¿Cuantas veces más intentaría escapar sin que diera resultado? Ni siquiera tomando su vida en sus manos podía alejarse del horrible lobo.
Sus sollozos despertaron a Mirna quien se levantó de golpe mirándola preocupada.
—¡Luna! está viva —dijo con alegría. Pero Alyz no pudo evitar mirarla con despreció.
¿Tan terrible era dejarla acabar con su propia vida? ¿Es que no se daba cuenta del infierno que estaba sufriendo? Alyz volteo hacia el otro lado, no quería verla. Y Mirna se sintió herida, ¿No era acaso que lo único que quería era mantenerla bien y a salvo? Se levantó de la silla donde estaba, cruzo las cortinas para ir a buscar un poco de agua.
La clínica del pueblo era bastante pequeña, solo contaba con un quirófano y no había habitaciones, solo una gran sala con las únicas diez camillas que había y que se dividían con cortinas blancas. Mirna salió de aquella sala a una más pequeña donde había una cocina y comenzó a preparase un café.
—Mirna, ahí estas —dijo el doctor Kozlov dirigiéndose hacia ella — pensé que nunca te separabas de la Luna.
—Ya despertó y... creo que está molesta conmigo —explico cabizbaja Mirna.
—Quizás esto te responda por qué —contestó el doctor dándole un pequeño papel doblado —lo encontré en la bata de la Luna cuando la trajeron, me parece que es para ti, si necesitas algo búscame —y después de esto el doctor se dio media vuelta y se fue.
Mirna sostuvo un momento aquel pequeño papel, ¿Era acaso una nota de despedida para ella? no sabía si se sentía dispuesta a leerla, pero la curiosidad pudo más y la desdoblo, leyó su contenido en un instante.
"Mirna recuerdas que dijiste que no importaba lo que pasara no sería peor que morir, pues si lo es"
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Mirna, quizás fuera por que esperaba que en algún momento mejorara todo o porque simplemente se negaba a ver la realidad de las cosas, pero en ese momento se dio cuenta del terrible sufrimiento de Alyz y no pudo soportarlo más.
Tras varios minutos de llorar en silencio, logro tranquilizarse y se secó las lágrimas para regresar al lado de Alyz.
—Le he traído un poco de agua —dijo Mirna dejando un vaso junto a la camilla, ella no la miro tenía la mirada perdida en algún punto del techo, sus brazos ya hacían a los costados con las muñecas vendadas, Mirna las observo sintiendo que rompería a llorar de nuevo, pero no lo hizo. Esta vez tomo una decisión.
—Luna tengo que ir a la mansión por algunas cosas, no se preocupe si no me ve en un rato, el doctor y la enfermera la cuidaran bien, por favor no intente nada de nuevo, regresare enseguida —le dijo levantándose de la silla para salir corriendo. Realmente esperaba que Alyz no intentara nada antes de que ella regresara.
Cruzo trotando hacia la mansión, estaba a pocos pasos cuando la alarma empezó a sonar, todos comenzaron a salir de sus casas, los guardias de turno gritaban órdenes para ir al refugio subterráneo, Mirna no dio vuelta, entro corriendo a la gran casa y subió a la habitación de Alyz.
Aquella situación aunque fuera solo un simulacro le venía perfecta, nadie notaria lo que estaba haciendo. Saco una maleta de deporte del Alfa y comenzó a meter ropa de Alyz y de ella rápidamente. Apenas llevaba unas cuantas prendas cuando una terrible voz la sobresalto.
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Flor de sangre
Manusia SerigalaAlyz es una chica tímida, con una vida normal, con un trabajo normal, pero toda su vida se vera cambiada de la noche a la mañana por el capricho de un alfa. ¿el amor lo puede todo? ¿y que pasa cuando el amor viene acompañado de violencia?