Resguardada

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Alekxander corría por los pasillos del palacio, algo en su interior le decía que algo iba muy mal. Llego lo más rápido que pudo a la habitación. Al entrar busco a Alyz por todas partes pero no la encontró, busco en el cuarto de baño pero tampoco se hallaba ahí. ¿Dónde podría estar? se preguntó comenzando a caer en la desesperación.

Un rayo atronador ilumino la habitación y entonces escucho un pequeño grito y los sollozos de Alyz. Se quedó quieto un minuto escuchando atentamente. Los sollozos provenían del gran armario al fondo de la habitación. Alekxander se acercó y abrió una de las puertas de los compartimientos más grandes.

Y ahí hecha un ovillo, cubriéndose la cabeza con las manos se encontraba Alyz llorando desconsoladamente. El corazón de Alekxander se estrujo terriblemente. Como era posible que no lo hubiera sabido, que la hubiera dejado sola.

-Alyz- susurro Alekxander agachándose junto a ella.

De pronto otro trueno resonó y Alyz grito y se encogió aún más llorando. Alekxander intento tomar una de sus manos.

-¡No me toques Darius!- grito apartándose violentamente.

Alekxander alejo su mano, ¿estaba teniendo Alyz una regresión?

-Alyz, soy yo... Alekxander- dijo el Zar suavemente, pero la chica seguía llorando y temblando descontroladamente. -Alyz mírame, soy yo- suplico el Zar -Alyz, no te voy a hacer daño, mírame-

-¿Alekxander?- pregunto Alyz permitiéndose verlo bajando un poco sus manos, si, ahí estaba frente a ella, con sus hermosos ojos verdes que parecían estar sufriendo. Su cabello negro que caía por sus hombros. Ahí estaba su Alekxander.

-sí, soy yo- dijo él mostrándole sus manos para que las tomara. Otro trueno resonó por toda la habitación y Alyz salto hacia él refugiándose en su pecho. Alekxander la envolvió en sus brazos y se recargo en el armario con ella. Alyz siguió llorando pero temblaba menos, el Zar la abrazaba con cariño mientras le susurraba palabras tranquilizadoras. Poco a poco Alyz se fue calmando, y aun que los truenos continuaron ella ya no se alteró.

La tormenta comenzó a calmarse, los truenos se detuvieron y la lluvia ahora solo era una ligera llovizna. Alekxander seguía abrazando a Alyz. Era la primera vez que la tenía tan cerca y aun que estaba sumamente preocupado, su corazón latía con fuerza al tenerla entre sus brazos.

Alyz por su parte se sentía segura entre los brazos de Alekxander, con su cabeza recargada en su firme pecho y al sentir la mano del Zar acariciando su espalda reconfortándola, sentía consuelo.

-¿ya estas mejor?- pregunto Alekxander

-sí, pero no me sueltes- pidió Alyz. No quería moverse de donde estaban. Quería alargar aquel momento lo más que pudiera. Alekxander la había sacado de una terrible pesadilla.

-no lo haré, no te dejare- contesto él

-promételo- pidió Alyz levantando su cabeza para mirarlo. En sus ojos no había ni rastro de duda cuando dijo:

-lo prometo, no te dejare-

Alyz se volvió a recostar sobre su pecho.

-Fue la tercera vez que intente escapar de él- comenzó a relatar en voz baja, aun así Alekxander la escuchaba - Llovía mucho y los truenos eran lo único que iluminaban la oscuridad de aquella noche, Estaba sola, Mirna había intentado detenerme antes y por eso escape sin decirle nada, corrí bajo la lluvia lo más rápido que pude, pero no fue suficiente, escuche los aullidos de los lobos y supe que estaba perdida, pero aun así seguí corriendo, estaba desesperada. Él me derribo, caí sobre la nieve, estaba furiosos y yo tenía mucho miedo, él mordió mis piernas -dijo tocándose el lugar donde aún estaban las cicatrices -y aún seguía lloviendo cuando me llevo arrastrando de vuelta a la gran casa, lloraba y le suplicara que me soltara, la nieve, las ramas y rocas me hacían mucho daño, pero a él no le importó, por suerte me desmaye, aunque cuando logre abrir los ojos la pesadilla no se terminó-

Al Zar se le hacía un hueco en el corazón al escuchar aquel relato, una furia enorme crecía en su interior, definitivamente no dejarla impune al que había dañado a su querida Alyz. La abrazo aun con más fuerza y seco las lágrimas que habían rodado por sus mejillas.

-Ahora estas a salvo y no dejare que nada malo te suceda- dijo Alekxander

Alyz solo se acurruco más contra él y se quedó dormida.

Alyz se despertó al sentir el calor de los rayos del sol en su piel, se encontraba recostada en su cama, aun con la ropa del día anterior y recordó la terrible tormenta y a Alekxander abrazándola y consolándola, sus mejillas se tornaron rojas y al intentar tapar su rostro se dio cuenta de que alguien sujetaba su mano, al voltear se encontró con Alekxander que dormía junto a ella tranquilamente. En un segundo todo el sopor del sueño desapareció y se encontró totalmente despierta y avergonzada.

Se levantó de la cama intentando no despertarlo y se refugió en el baño. ¿Habían pasado toda la noche juntos? ¿qué es lo que estaba haciendo? había dicho que no se interpondría entre el Zar y su amiga pero... ¿por qué Alekxander eran tan bueno con ella?

Se mojó el rostro para despejarse y en cuanto se sintió más tranquila salió del baño sin saber muy bien que haría después. Se encontró con que Alekxander estaba sentado en la cama hablando por teléfono.

-Ella está bien... no, no tienes nada de qué preocuparte disfruten de las vacaciones... ya te dije que no es necesario ella está bien... de verdad que no pasó nada malo... si, si, si, Adiós-

-¿era Mirna?- aventuro Alyz

Alekxander dio un respingo por la sorpresa y se volteo a verla afectuosamente.

-así es, estaba muy preocupada por la tormenta de ayer- en ese momento el corazón de Alyz sintió una puñalada de remordimiento. Su amiga preocupándose por ella y ella durmiendo con el Zar.

-Sera mejor que no le digamos nada de lo que sucedió ayer- dijo el Zar pensando en no preocupar a Mirna y en que no le cayera en la mentira de que no había pasado nada, pero Alyz lo tomo diferente.

-Si claro, lo entiendo- por supuesto era de imaginarse que Alekxander no quisiera que Mirna se enterara de que ella se había refugiado en los brazos del Zar.

-Si te sientes mejor quizás podamos ir a la ciudad o hacer algo que te guste- propuso Alekxander animado caminando hacia ella, pero Alyz se alejó.

-está bien, ya estoy mejor no tienes que acompañarme-

Aquello fue como un golpe en el estómago para Alekxander. ¿que acaso no habían hecho progresos el día anterior? ¿Por qué Alyz se alejaba de él ahora? Aun así no hizo ningún intento de acercarse, si Alyz necesitaba espacio él lo entendía y respetaba.

-¿segura que estas mejor? ya he pedido el desayuno y si no te sientes bien me quedare aquí contigo-

-no es necesario, de verdad, estoy mejor, puedes ir a atender tus asuntos importantes-

-el único asunto importante ahora eres tú- insistió el Zar

Alyz se removió incomoda ante sus palabras, ¿Por qué se le hacía tan difícil alejarse él?

-¿Alyz que sucede?- pregunto Alekxander con una mirada triste al notar su incomodidad

-No pasa nada-contesto ella sintiéndose lo peor del mundo por rechazarlo así.

-Entonces vamos a desayunar y después te mostrare algo que seguramente te encantara- propuso el Zar llevándola hasta la salita donde se sentaron.

Flor de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora