Equivocada

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Alyz y Mirna se encontraban practicando en medio de la sala de la habitación, Alyz ya podía dar varios pasos, aunque se había tropezado varias veces pero al menos ya casi podía hacerlo ella sola. Desde que había llegado a su resolución sobre Mirna y Alekxander se sentía más tranquila y contenta.

Se estaba enfocando en su rehabilitación y en el proyecto que tenían, así algún día ella podría tomar su propia camino.

—¡Muy bien Alyz! —Exclamó contenta Mirna al ver cómo había logrado caminar derecho sujetándose al respaldo del sofá, pero sin caerse —estas últimas semanas has avanzado mucho, estoy segura de que pronto podrás caminar como siempre.

Alyz le mostró una sonrisa tímida y asintió. Mirna caminaba junto a ella con una lista en la mano.

—Ya tenemos que será una cafetería, floristería y además querías postres, por lo que Alekxander dijo que sería un local grande y estuvimos todos de acuerdo que debía tener una pequeña terraza y además grandes ventanales para que entrara la luz, creo que nos quedamos en el color del papel tapiz.

Alyz asintió mientras seguía caminando poco a poco agarrada al respaldo de un sofá.

—¿Qué tal verde? —preguntó Mirna.

Alyz negó.

—ok, ok, ¿azul? —una negativa de nuevo.

—¿Qué tal rojo? —Alyz hizo cara de asco y negó rotundamente.

—Oye el rojo es muy bonito —se quejó Mirna, en ese momento comenzó a sonar un celular.

Varios días antes Alekxander se lo había dado a Mirna para que pudiera comunicarse cuando quisiera, o por si había una emergencia. Mirna le había dado las gracias pero Alekxander había insistido en que él no lo había comprado y la gratitud se la debía a otra persona, aunque Alyz nunca escucho a quien se referían.

—¿Hola?... aja... aja... —Mirna volteo a ver a Alyz —bueno pero solo un minuto —dijo antes de colgar.

—Necesito salir rápidamente Alyz pero no te muevas de donde estas, regresare en un instante, no te muevas —insistió Mirna antes de salir de la habitación.

Alyz se quedó un poco sorprendida por el apuro de su amiga pero supuso que quizás Alekxander la necesitaría para algo urgente, solo esperaba que no fuera nada malo.

Ya se encontraba al borde de uno de los sofás y el otro se veía bastante cerca, no había intentado caminar sin un apoyo pero le pareció que podría hacerlo, además sería una increíble sorpresa para Mirna si lo lograba, así que se preparó en el borde del respaldo del sofá y dándose valor se despegó poco a poco, paso a paso, camino unos pasos hacia el siguiente respaldo y estiro los brazos para alcanzarlo, pero cuando ya solo le faltaba poco sus piernas fallaron y se precipito al suelo.

No hizo ningún sonido, solo vio como el suelo se acercaba, de pronto sintió que algo la detenía a la altura de su cintura evitando que llegara al suelo, se sujetó de aquello que la sostenía y se levantó para ver junto a ella a Alekxander mirándola preocupado con sus hermosos ojos verdes.

—¿Estás bien? —preguntó con su grave voz.

Alyz asintió, aun sujetándose al brazo de Alekxander que era quien había evitado que cayera.

—¿Dónde está Mirna? no debería dejarte sola —dijo el Zar

Alyz solo se encogió de hombros y negó.

—Quizás deberías sentarte un momento, ¿De verdad te encuentras bien? —Alyz asintió —¿Te duele algo? —volvió a preguntar examinándola de arriba abajo, ella negó, después señalo hacia su silla de ruedas que se encontraba del otro lado de la salita.

Flor de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora