Nuevos comienzos

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—¡Encerraron a dos chicas indefensas y enfermas en la mazmorra! ¡Además de capturarlas utilizando las redes de plata sin cerciorarse de que fueran enemigos! ¿Qué demonios pasa por sus cabezas soldados? —gritaba el general más que molesto.

En ese instante los paramédicos estaban sacando a las dos chicas en camillas hacia la ambulancia que ya esperaba afuera.

—general nosotros...

—No quiero excusas sargento, hablare seriamente con su coronel sobre su comportamiento —y dicho esto se dio media vuelta y salió detrás de los paramédicos.

Mientras seguía a la ambulancia en su auto pensó que quizás había sido un poco duro con el sargento, después de todo acaba de ser promovido la semana pasada, pero al haber encontrado a su luna en esas terribles condiciones y saber que había sido por culpa de sus propios soldados lo había sacado de sus casillas.

Llego rápidamente al hospital, donde ingreso a las dos desconocidas, los médicos se dieron prisa en atenderlas y el general se acomodó en la sala de espera, pues no se alejaría hasta que le dieran un informe completo del estado de su luna.

Varias horas más tarde una enfermera fue por él y lo llevo hasta el piso donde se encontraban las chicas y le pidió que esperara en el pasillo mientras le avisaba al doctor de su presencia.

El general nervioso caminaba de un lado a otro esperando al doctor, cuando vio a quien menos quería aparecer por el pasillo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el hombre que acaba de llegar con una voz grave y profunda.

—Podría preguntarte lo mismo —respondió el general.

—Es obvio que me llegó la noticia de que mi general había llevado a los dos intrusos que invadieron el perímetro del palacio al hospital y que además seguía en el hospital cuidando del progreso de estos intrusos.

—No son intrusos, son dos chicas —respondió el general ante la acusación, el hombre frente a él levanto una ceja.

—Eso sí que despierta mi curiosidad.

El general se le quedo mirando fijamente, de todas manera se lo tendría que decir tarde o temprano.

—Una de las chicas es mi luna, lo he sentido.

—Eso explica muchas cosas, pero aun no explica por qué no me habías informado.

En ese momento el doctor salió de una de las habitaciones interrumpiendo la conversación.

—¡Su majestad imperial! —exclamó el doctor sorprendido al ver a su emperador frente a él. Hizo una rápida reverencia —no esperábamos contar con el honor de su visita.

—Ciertos asuntos inesperados me trajeron hasta aquí, pero por favor continué con lo que estaba haciendo.

—Ya he terminado de examinar a las pacientes y las noticias no son alentadoras, pasen conmigo por favor —pidió el doctor.

Ante aquellas palabras al general le dio un vuelco el corazón, la preocupación lo invadió.

En la habitación, las camas de las dos chicas se encontraban separadas por una cortina blanca, la habitación era espaciosa y luminosa y contaba con su propio baño. Inmediatamente el general se acercó a la primera cama donde se encontraba su Luna.

—La condición de esta chica es estable, aunque las redes de plata utilizadas le causaron grave daño, aun así lo más preocupante es la deshidratación y fatiga que padece, además de un grave daño en sus pies y manos, lo que me lleva a pensar que ha estado corriendo en su forma de loba por mucho tiempo sin descanso.

Flor de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora