Si me dieran la oportunidad de reescribir mi historia, me negaría rotundamente.
¿En serio?
Sí, en serio. He reído, he llorado, pero sobretodo he aprendido que la vida da más vueltas que mi cabeza siendo atacada por los mareos y que...
¡No, otra arcada no!
Me inclino al retrete y como es de esperarse, vomito todo mi desayuno.
¿Será que sólo yo tengo pensamientos medio raros mientras arrojo toda mi comida en un asqueroso y maloliente baño público?
¿A nadie?
Bueno, esto es terrible.
Jalo la palanca y el agua se lleva todo lo que he expulsado.
—Adiós desayuno —susurro.
Iugh, asqueroso.
Con todo mi cuerpo temblando, levanto las tres pesadas bolsas de compras y me dirijo al lavamanos, enjuago mi boca lentamente mientras una pregunta se atraviesa en mi mente: "¿Él ya se habrá enterado?".
Realmente estoy asustada, la infinidad de probabilidades sobre su reacción me aturden, pero sé que yo me he buscado todo esto... ¡precisamente yo rompí todas las reglas que establecimos!
Suspiro. Tomo nuevamente mis bolsas y continuó mi camino entre las calles atestadas de gente y autos que irrespetan las señales de tránsito.
Todos van apresurados llevando toda clase de paquetes, todos quieren estar con sus seres queridos para celebrar la navidad, mientras yo aparentemente soy la excepción. Siempre ha sido mi fecha favorita, pero esta vez los malos presentimientos han ganado y parezco una loca depresiva.
"Loca". Él me decía así...
¡No puede ser! ¡Tengo que superar a este hombre!.
Me detengo en la acera mientras espero que el semáforo cambie. Todos ríen y hablan bastante animados. Me dan envidia, ¡yo también quiero reír!.
La calle queda vacía de autos y la señal del semáforo indica que podemos pasar, todos se apresuran a pasar, yo apenas puedo cargar estas bolsas y mis pasos temblorosos ayudan para nada.
Si Rodrigo estuviese acá...
Un hombre alto y corpulento que viene prácticamente corriendo y en dirección contraria choca contra mí, pierdo el equilibrio y suelto sin querer uno de los bultos, el ni siquiera se disculpa conmigo y continúa su camino.
Maldito.
Recojo con gran esfuerzo la bolsa y me levanto triunfante pero percibo algo raro en el ambiente... ¡diablos!.
—¡Jaclyn! —escucho una voz conocida gritar mi nombre. Levanto mi vista y veo que es Rodrigo.
¡Oh Rodrigo!.
Mi corazón vuelve a latir con fuerza.
Aunque...
Se ve asustado, ¿ya se enteró de todo?.
Viene corriendo a mi encuentro notablemente preocupado, yo comienzo a caminar hacia el sonriendo, con una lágrimita saliendo de mi ojo derecho.
Pero en esa fracción de segundo mi mente se aclara y me percato que sólo yo estoy en medio de la ancha calle, que el semáforo cambió de color...
En esa fracción de segundo.
Escucho un ruido fuerte bastante cerca, el pánico me invade y quiero correr... Pero llega el impacto y creo escuchar un grito... soy yo, ¡es mi grito!.
Siento como mi cuerpo caer al asfalto dejando caer las tres bolsas de compras, mis ojos se cierran bruscamente y finalmente un dolor agudo se expande por todo mi cuerpo.
"¡Rodrigo!".
¿Por qué me enamoré de ti?.
¿Por qué fui yo quien rompió las reglas?.
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Espero que esta historia sea de su agrado, cualquier opinión o sugerencia pueden comentarla aquí.
Muchas gracias. 😄😀😊
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Antes de que cierres los ojos. ©
RomantikJaclyn y Rodrigo sólo pensaban en divertirse sin compromisos estableciendo la regla de oro: "No enamorarse"... O al menos eso creían, ya que una vez más, los azares del destino y el amor hacen de las suyas. Pero una serie de circunstancias...