Jaclyn.
El suave sonido del mar me despierta... Bueno, ese sonido provoca molestia para mi en realidad. Poco a poquito abro mis ojos que ven el horizonte comenzando a teñirse con el amanecer. Tengo frío y me duele la cabeza a morir.
A mi lado descansa Rodrigo tan plácidamente como un bebé. Parece sonreír en sus sueños a lo cual me hace tratar de recordar lo que pudo haber ocurrido el resto de la noche.
Apenas recuerdo que luego de nuestro beso, Miriam se dio la tarea de babear a Felipe y luego que la tía Didí trajera casi todos sus vecinos... ¿parecía que montarían una orgía?
No, no recuerdo muy bien.
Oh, besé a Rodrigo.
Más bien, nos besamos y terminó alborotando mis hormonas.
—Rodrigo, lobito hermoso, ¡despierta animal! —lo sacudo. Mi voz se siente rasposa.
Me incorporo con demasiado sacrificio para sacudir el montón de arena en mi ropa pero tan pronto me levanto un mareo horrible me ataca.
—¡Ay por los santos dulces, esto es el infierno! —exclamo.
Rodri se despierta de golpe y termina también quejándose, lleva las manos a sus sienes y apreta sus ojos.
—¿Que clase de tortura es esta? ¿En que año estoy?
Caigo sentada evitando llorar de enojo por esta maldita sensación.
Contemplo al chico que tengo en frente, todo demacrado y aun somnoliento, dolorido, cansado, torturado y demás sinónimos que existan, pero lo observo con el fin de tratar de averiguar que tanto paso entre tanta borrachera.
Él por fin se digna a mirarme, sonríe pícaro, cosa que aun no me acostumbro debido a que Rodri parece siempre un chico aparentemente tranquilo. Pero me agrada que tenga tanto por conocer de él. Es un buen tipo como lo digo siempre.
—Jaclyn me violaste anoche —. Ya se rompió el encanto.
—¿De que hablas?
—De seguro te aprovechaste de la poca inocencia que me queda para convertirme en tu esclavo sexual.
—No vengas con tus mamadas, tonto. Ni siquiera sé que pasó anoche —.Masajeo mi cabeza.
—Bueno es evidente. Tengo pruebas.
Señala la bragueta abierta de su pantalón. ¡Sorbetes y papas!
—¡Yo no fui! —me defiendo.
—Ok te creo. Un fantasma llegó a aprovecharse.
Me coloco en posición fetal y me meso suave.
—¿Qué pasó anoche? —insisto.—No lo sé, sólo espero que si hicimos "algo" —hace comillas con los dedos— hallamos usado condón.
—¡No digas mas nada! ¿Como es posible no recordar?—exclamo.
—Son los efectos del alcohol.
—¡No grites, mi cabeza explotará!
—No estoy gritando, Jaclyn.
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Antes de que cierres los ojos. ©
RomanceJaclyn y Rodrigo sólo pensaban en divertirse sin compromisos estableciendo la regla de oro: "No enamorarse"... O al menos eso creían, ya que una vez más, los azares del destino y el amor hacen de las suyas. Pero una serie de circunstancias...