Capítulo 56 (Finales)

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6 años después

*Alyson POV*

5:00 a.m.

Desperté gracias a la alarma. Finalmente había olvidado quitarla después de quedarme dormida estudiando.

Era sábado, por lo que mi día podía haber empezado un poco más tarde. Pero ya que estaba despierta, no podía volver a dormir. Ya se había convertido en un problema, por lo que muchas veces, dormir era un milagro en mí.

Insomnio, le llaman algunos.

Recogí los papeles que estaban a mi alrededor. No había podido estudiar tanto porque mis deberes en casa eran mucho mayores. Pero confiaba en que más tarde tendría el tiempo suficiente.

Traté de organizar mis trabajos en una esquina de la cama y entonces recogí mi cabello despeinado en una coleta.

Me coloqué las chanclas y salí de mi habitación directo a la que quedaba justo a mi lado.

La puerta estaba cerrada como me aseguraba dejarla cada noche. Así que la abrí con cuidado de no hacer ruido y me introduje a ella volviendo a cerrarla.

Entonces lo vi.

Estaba dormido y muy tranquilo, justo como lo había dejado la noche anterior.

Sabía que no despertaría hasta pasar algunas horas, ya que había heredado el sueño profundo que caracterizaba a su madre varios años atrás. Pero aún así, me acosté a su lado y lo atraje a mi cuerpo para abrazarlo.

Andrew se había convertido en mi razón de vivir.

Con apenas cinco años, tenía la habilidad de hacerme reír e hasta incluso llorar. Sin embargo, por él había retomado mis estudios hacía dos años atrás, ya que con mi embarazo y su nacimiento, no había podido regresar a la Universidad. Y no fue hasta que cumplió sus tres añitos que pude conseguir que mi madre cuidara de él mientras yo intentaba superarme como le había prometido a su padre.

Se parecían tanto...

Aunque no más que a mí, según decía Marie quien no había dejado de velar por mi familia, que ahora también era la suya gracias a este pequeño niño.

Andrew había sacado los mismos ojos color café que me caracterizaban, además de ser portador de una tez pálida y suave como la mía. Su cabello era lacio como la seda y era de un castaño oscuro como mío. Sin embargo, había algo que no podía negar. Su angelical rostro, junto con su delicado cuellito, tenían diminutas pecas que, al crecer, terminarían siendo lunares como los que tenía su padre. Aunque también de él llevaba algunos rasgos faciales como su nariz y forma de los labios. La realidad era que la fusión entre ambos había dado como resultado a un niño hermoso y muy feliz, a pesar de la ausencia de su papito, por quien solía preguntar algunas veces.

Y la verdad era que no debía decirle. No era saludable para él y tampoco me convenía que supiera quién era y dónde estaba.

Pero él merecía saber que tenía un padre y que lo amaba demasiado. Por lo que las veces que preguntaba, simplemente le contestaba que su papito estaba en una expedición muy importante y que algún día regresaría para contárnosla. Con eso bastaba para que una sonrisa saliera de sus finos labios y pensara que su padre era alguien importante. Cosa que era cierto porque para mí, no había nada más importante que mi hijo y su padre.

Secreto mortal (Dylan O'Brien, Justin Bieber) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora