Siempre he creído que el negro es un color fuerte y que a pesar de que signifique luto o dolor, muestra elegancia y respeto. Así que cuando Dylan termina de cerrar la cremallera que cubre mi espalda, coloco un collar de perlas blancas sobre mi cuello descubierto.
Entonces logro obtener ese resultado. Elegancia. Algo que desde hacía mucho tiempo no veía en mí misma. Algo que gracias al caos de mi vida, había perdido por completo.
La muerte de Marie había traído muchas consecuencias. Primeramente la necesidad de Dylan por hacer que las cosas fueran un poco más soportables. No por mí, ni por nuestro hijo, sino por su mamá. Y eso trae consigo a la segunda consecuencia, el estado crítico de la Sra. Bieber.
Desde aquella noche, ella no pudo reaccionar ante lo ocurrido. Su dolor de madre y su sufrimiento le habían causado un estado de shock de tiempo indefinido. En otras palabras, no hablaba, no escuchaba y rara las veces pestañeaba. Era muy dura su situación.
Si alguien piensa que mi final y el de Dylan será uno feliz, creo que debe reconsiderar esa teoría. Porque lo único de alegría en este momento es nuestro pequeño Andrew. Él es el único que ha podido llenar ese vacío que la vida nos dejó. Él y nada más.
Fue muy difícil revelarle la verdad. Porque ¿qué iba a pensar de Dylan cuando supiera que era su papá? ¿Lo odiaría por nunca haber estado con él? ¿Lo haría un lado por lo que pasó aquella noche? Fueron muchos los miedos de Dylan. Y para ser honesta, los míos también. Pero el momento tenía que darse. Porque Dylan y yo no podíamos. No podíamos con tantos secretos.
Andrew es un niño inteligente y cuando vio la escena de la muerte de Marie, no tardó en llegar a mis brazos para llorar y preguntar por su tía. Explicárselo iba a ser complicado. Mucho más que decirle la verdad de su padre. Pero Dylan siempre tiene las palabras perfectas.
Fue su papá quien le explicó. Entre llantos, ambos acordaron que no pensarían en eso. Porque Marie era una mujer fuerte y alegre. Ella debía ir al cielo con una sonrisa.
Andrew lo comprendió todo y fue cuando su padre aprovechó para decirle. Ambos lo hicimos. No con las verdaderas razones, pero sí con la verdad de que siempre lo amó. Y eso, al final le alegró la noche a mi hijo.
Dylan se había quedado en el hospital desde aquella noche. Todos los días al pendiente de su madre. Porque ahora, él era el único que podía estar para ella. Como siempre lo había sido.
Sin embargo, anoche fue la excepción. Nos debía un tiempo. A Andrew y a mí. Por tanto, se quedó. Su madre estaría bien. Además, lo mejor era estar juntos para el funeral de Marie. Nos daríamos apoyo el uno al otro y todo sería más llevadero.
Y es que estábamos a solo una hora de decirle adiós a esa gran amiga. A esa chica a la que desconfié. A esa mujer que tuvo un sueño y se lo destrozaron.
Gracias a ella Dylan estaba vivo. Gracias a ella tenía una familia. Gracias a Marie todo estaba en su lugar...
Es entonces cuando Dylan besa mi costado. Lo siento tibio, cerca, vivo. La verdad era que no podía pedir nada más. Porque finalmente Dylan y yo estábamos juntos.
-Gracias por estar conmigo en estos momentos, Lane. No sabes lo duro que es para mí todo esto.
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