Capítulo 38: Vuelvo a ti

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A veces, cuando estamos enamorados, sentimos que sin esa persona nos falta el aire y aunque nos haya hecho mucho daño volvemos a sus brazos perdonando, o simplemente olvidando lo que nos ha hecho, porque el sufrimiento que nos pueda causar estando a su lado es menor que el de estar lejos.

****************

Sentado en el sofá y mirando a la nada, Gabriel acariciaba el pelo de Markku que después de llorar se había quedado dormido con la cabeza apoyada sobre su regazo.
Aún retumbaba en sus oídos el grito de Markku justo antes de que atacara a su padre. Fue un grito que jamás había escuchado antes; desgarrador y lleno de rabia y dolor. Un grito que le heló la sangre e hizo que se quedara inmóvil. Sólo reaccionó cuando Mat le pidió ayuda para evitar que Markku matara a ese hombre.

Gabriel estaba seguro de que antes de que él llegara había pasado algo más, pero obviamente no era el momento para hablar sobre ello.
¿Que habría pasado si no hubiera salido corriendo por él?...

<Mierda. Salí corriendo del bar y dejé a Maribel con todo el trabajo y...> —Gabriel se lleva una mano a la cabeza—. <Adrián, dejé a Adrián tirado allí sin dar ninguna explicación mientras corrí a ver a Markku. Soy gilipollas. Tengo que hablar con él... y también tengo que hablar con Maribel...¿qué hago?>  —suspirando, Gabriel sacó su teléfono del bolsillo trasero y marcó el número de su amiga.

—Por fin llamas. ¿Qué ha pasado?

—Es largo de explicar. Siento mucho haberme marchado y dejarte con todo el trabajo después de haber trabajado tú toda la mañana.

—Tranquilo, Adán me está echando una mano. ¿Tú sabías que trabajó de camarero para pagarse la universidad?

—Sí. Ya le daré las gracias cuando le vea. Esto... ¿Adrián se ha ido?

—No. Aún está aquí, ¿quieres hablar con él?

—...Sí, por favor.

Tenía que admitir que estaba nervioso por hablar con el chico con el que había salido los últimos dos meses. No era un cobarde, no se iba a limitar a dar explicaciones por teléfono, pero tenía que dar un primer paso.

—Hola.

Al escuchar a Adrián su nerviosismo aumentó y tuvo que hacer un esfuerzo para que la voz no le temblara.

—Hola... siento mucho haber salido corriendo de esa manera  —dijo prácticamente susurrando para no despertar a Markku.

—Bueno, sabía que esto iba a pasar tarde o temprano, pero no esperaba que fuera así, de esta forma tan brusca.

—...¿Qué quieres decir con que sabías que esto iba a pasar?  —Gabriel oyó un suspiro al otro lado de la línea y se sintió impotente al no poder hablar mirando a Adrián a la cara—.  Escucha, ¿por qué no quedamos para hablar de esto personalmente?

Adrián guardó silencio unos segundos.

—Ahora no me apetece hablar contigo. Primero necesito asimilar que hemos terminado. Lo entiendes, ¿verdad?

<¿Cómo no lo voy a entender?> Sí, claro.

—Llámame más adelante y... ya veremos.

—Vale... ¿Adrián?  —llamó al chico antes de que colgara.

—Qué.

—Lo siento muchísimo.

—Lo imagino... Adiós.

Después de acabar la llamada, Gabriel soltó el teléfono en el sofá y se llevó las manos a la cara.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora