Capítulo 12: Gael

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Gabriel esperaba encontrar a Markku con ropa de dormir y cara de sueño debido a la hora que era, sin embargo, el rubio parecía perfectamente despierto y como si aún no hubiera tocado la cama esa noche.

—¿Te he despertado? <Menuda pregunta, Gabriel>  —se dijo a sí mismo—. <Te contestó el mensaje en cuanto le llegó y te ha abierto la puerta en cero-coma. Precisamente dormido no estaba.>

Gabriel entró en cuanto se abrió la puerta sin esperar a ser invitado. Igual a la primera vez que estuvo allí.

Markku se apartó dejándole pasar sin apartar su mirada del cuerpo del chico.

—<Si me hubieran dicho que me iba a gustar tanto el cuerpo de un hombre, me habría reído>. No. Estaba trabajando un poco, no tenía sueño —Markku cerró la puerta y se acercó a Gabriel.

Gabriel se fijó en el escritorio donde estaba el portátil encendido y un rimero de lo que parecían documentos.

—Ya veo. ¿No te molesto? Por el montón de papeles de ahí, diría que estás bastante ocupado.

Markku miró hacia el escritorio y después a Gabriel.

—No es nada urgente y prefiero pasar tiempo contigo.

Gabriel se sonrojó levemente y miró hacia otro lado.

—¿Quieres tomar algo? —preguntó Markku, acercándose despacio.

—Un whisky.

—De acuerdo.

Markku entró en la cocina y Gabriel miró a su alrededor. Le gustaba ese apartamento. No tenía ni punto de comparación con el tamaño de su piso, que era mucho más pequeño, aunque eso sí, su piso era más hogareño. Cuando fue allí la primera vez, esperaba algo mucho más lujoso debido al aspecto altivo y arrogante del hombre. Pero ese lugar era más propio de un soltero con un buen trabajo, que de un empresario rico y orgulloso.

Cuando Markku volvió con la bebida, Gabriel le observó sentarse al otro lado del sofá, de nuevo lejos de él. No sabía si pensar que era una timidez adorable, miedo, o peor, que realmente no quisiera tenerle ahí.

—<Basta Gabriel, te ha dicho que quiere pasar tiempo contigo, relájate.>

Pero relajarse teniendo cerca de él a un hombre como Markku no era fácil. Esa camiseta negra semi ajustada le quedaba casi tan bien como el usual traje ejecutivo que solía llevar el rubio. Casi. Porque a pesar de todo, para Gabriel no había nada más sexy que un hombre con traje y corbata.
Gabriel se lamió los labios imaginándose a Markku de rodillas, vestido con el traje gris oscuro con el que le vio la última vez. Fantaseó con agarrarle de la corbata y tirar de él para que le hiciera una felación, llevando el ritmo con el movimiento de sus caderas y suaves tirones de la corbata alrededor del cuello del rubio para indicarle cómo lo quería.
Esos pensamientos hicieron que Gabriel sintiera una sacudida en su entrepierna y avanzó hacia Markku de manera casi agresiva para besarle. Markku se quedó sin aliento. Parpadeó varias veces y no le dio tiempo ni de corresponder el beso cuando Gabriel ya estaba sentado a horcajadas sobre él agarrado a su cuello. Ambas lenguas se trenzaban entre sí dándole a cada uno el sabor del otro y consiguiendo que sus cuerpos respondieran al instante con el toque como si lava corriera por sus venas. Markku llevó sus manos a la espalda de Gabriel notando la piel suave y fría de la cazadora del chico. Le urgía quitársela para poder tocar piel suave y caliente.

Los besos de Markku... oh, esos besos. Gabriel estaba seguro de nunca nadie le había besado así antes y cada vez que el hombre posaba sus labios sobre los suyos sentía un agradable cosquilleo recorrer todo su cuerpo. Era como tomar un afrodisíaco que hacía a su pene ponerse firme.
La ropa estaba empezando a crear desazón y sufría la necesidad de quitársela. Gabriel se quitó la cazadora y la dejó caer hasta el suelo sin separarse del beso.
Markku recuperó el toque en la espalda de Gabriel tocando ahora la tela de la camiseta.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora