Capítulo 46: Nuevo comienzo

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Mucha gente piensa que la vida da pocas oportunidades porque sólo sabemos ver aquellas oportunidades que, por tan grandes que son, no podemos ignorarlas. Pero en realidad la vida nos da muchas -aunque pequeñas- oportunidades que no sabemos ver aunque las tengamos delante, oportunidades que muy posiblemente nos ayudarán a dar a nuestra vida una cosa que muchas veces necesitamos, como empezar de cero, o lo que es lo mismo, un nuevo comienzo.

***************

El cielo estaba completamente encapotado y amenazaba con llover. Hace un tiempo eso era el comienzo de un buen día para Gabriel, pero desde el desastroso día en que Mat le separó de Markku la lluvia ya no le gustaba tanto, y teniendo en cuenta que ese día era el de su primera dosis de quimio no es que estuviera especialmente feliz.

Para recibir el tratamiento Gabriel tendría que permanecer en el hospital ingresado como mínimo veinticuatro horas. Y eso cada quince días, durante al menos seis meses.

Markku quería que Gabriel no pensara en lo que venía hasta que llegara el momento, así que durante el camino en coche hacia el hospital procuró que pensara en otras cosas.

Y él sabía muy bien qué podía hacer para que su pareja se distrajera.

Puso su mano en su entrepierna y comenzó a acariciarse a sí mismo bajo la atenta mirada de Gabriel, que le miraba con los ojos muy abiertos.

-—Markku, ten cuidado. Podríamos tener un accidente.

-—Tranquilo, hay poco tráfico. Y quiero que pienses en mi polla antes que otra cosa hasta que lleguemos.

Markku bajó la cremallera, apartó el bóxer y liberó su erección.

Gabriel tragó saliva mientras veía a su pareja masturbarse con la mano derecha mientras conducía con la izquierda. Sabía que eso era una locura, pero no podía dejar de mirar. Markku pasaba su dedo índice suavemente por la cabeza de su polla repartiendo la humedad e insistiendo en la ranura con un poco más de fuerza.

-—Estoy imaginando que es tu lengua  —dijo Markku sabiendo que le escuchaban atentamente.

Gabriel agarró la mano de Markku y lamió sus dedos.

-—Me encanta   —le dijo al rubio chupándole los dedos.

Markku gimió.

-—Estoy a punto de correrme y me voy a poner perdido. ¿Hay alguna manera en que me puedas ayudar para no mancharme?

Gabriel sonrió de medio lado, miró a su alrededor para comprobar que no había ningún coche cerca y se inclinó sobre la entrepierna de Markku. Rodeó con los labios y con suavidad la bulbosa y mojada cabeza de la polla que tanto le gustaba y succionó hasta que su boca se llenó.

El cuerpo de Markku se tensó hasta el dolor durante el orgasmo, pero no apartó la mirada de la carretera ni un sólo instante. Jamás pondría en riesgo la vida de Gabriel.

Cuando su pareja por fin se relajó, Gabriel se incorporó lamiéndose los labios.

-—No ha caído ni una sola gota en tus pantalones.

Markku sonrió.

-—Me alegro. En cuanto tenga la menor oportunidad, te devolveré la misma atención multiplicada por diez.

Gabriel pasó la mano sobre su erección por encima del pantalón.

-—Mm. No sé si podré esperar. Podría ocuparme de mí mismo aquí y ahora y simplemente dejarte mirar.

Markku resopló.

-—Liten, no puedo mirarte. Tengo que mirar a la carretera.

-—Cierto. Pues entonces no me queda más remedio que esperar hasta tener la oportunidad de recibir tus atenciones.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora