Seis días (2ª parte)

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Hola... No he muerto, ni he olvidado la historia. Estos meses han sido bastante difíciles, y aunque he estado escribiendo, la falta de concentración me ha hecho escribir verdaderas porquerías. He escrito, borrado y re-escrito docenas de veces, y al final me ha salido un capítulo EXCESIVAMENTE largo y (a mi parecer) no muy bien escrito, pero os juro que lo he intentado con todas mis fuerzas y tengo verdadero temor de decepcionaros. Como no parece que vaya a mejorar a corto plazo, voy a publicar la que me parece la mejor versión del capítulo de las que he editado.

Como he dicho anteriormente, el capítulo es larguísimo, así que lo publicaré en dos partes (y aún así son dos partes largas). La continuación la publicaré entre mañana y pasado.

PERDÓN por la exagerada tardanza y GRACIAS a los que, a pesar de todo, seguís leyendo. Nos leemos al final.

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                                                                                       Día cuatro: Fuego.

Dasken y Jorge...

Sobre la una y media de la madrugada, el 'Melocotón maduro' estaba prácticamente vacío a excepción de un hombre de mediana edad que parecía conocer bien a Íker y le trataba de manera familiar

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Sobre la una y media de la madrugada, el 'Melocotón maduro' estaba prácticamente vacío a excepción de un hombre de mediana edad que parecía conocer bien a Íker y le trataba de manera familiar. Dasken había mirado al hombre durante unos minutos y le pareció que esperaba a alguien, porque de vez en cuando miraba hacia la puerta con esperanza contenida. ¿Sería posible que esperara a alguien que no había aparecido? ... Como media hora más tarde, el hombre se levantó del taburete y se despidió de Íker y Jacobo, después miró una última vez hacia la puerta y suspiró. Entonces se fue, con la mirada triste y la cabeza gacha. A Dasken le dio un poco de pena al imaginarse que ese hombre quizá esperaba a un amante que le dejaba plantado todas las noches y aún así él mantenía la esperanza y seguía viniendo a esperarle.

Dasken sacudió la cabeza levemente pensando que cada vez estaba más convencido de que enamorarse no servía nada más que para sufrir.

Justo después de que el hombre saliera por la puerta, Íker le pidió a Dasken que comprobara que no había nadie en los baños, y una vez comprobado, se dispusieron a cerrar cuando alguien entró.

—Llegas tarde, vamos a cerrar —dijo Íker en tono de hastío al recién llegado desde detrás de la barra, con Jorge a su lado y Dasken al otro lado.

—¿No tengo tiempo ni de una cerveza? —preguntó el hombre.

A Dasken se le hizo conocida aquella voz y miró hacia donde estaba. Casi se cae de culo cuando vio a Rodrigo, el padre de Rui.

—Si tienes tantas ganas, te serviremos una. Pero sólo una, ¿eh? —dijo Jacobo, y le indicó a Jorge que le sirviera una Heineken.

—Hola —saludó Rodrigo a Dasken, poniéndose a su lado—. ¿Por qué me miras como si vieras a un fantasma?

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora