Capítulo 25:Alma

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No es bueno mirar al pasado y mucho menos traerlo de vuelta a nuestro presente. Pero a veces, el pasado se empeña en volver en forma de esperanza y llegamos a dudar si debemos llevar ese pasado de vuelta a dónde salió o quedarnos con él cómo seguro. Porque ya se sabe; "más vale malo conocido..."

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Gabriel miraba al moreno con tanta sorpresa que Adán creyó que se iba a desmayar.

—Escúchame, yo puedo hacerte feliz. Sólo necesito que me dejes mostrártelo.

—¿Puedes hacerme feliz?

—Sí.

—¿Cómo, Adán? ¿Cómo piensas hacerlo?

—Haciendo todo lo contrario de lo que hice la otra vez.

Gabriel mira Adán a los ojos encontrando sinceridad, algo que no solía ver a menudo tratándose de él. Cogiendo un pañuelo de la mesa, Gabriel se limpió la nariz y se sentó de nuevo en el sofá al lado del moreno.

—Adán, yo sigo enamorado de Markku muy a mi pesar. Y...

Adán se acerca a Gabriel y le besa en ese momento dejándole callado y desconcertado. Gabriel no se aparta pero tampoco corresponde el beso.

Cuando Adán se aparta, mira a Gabriel esperando una reacción por su parte.

—Gaby, dime algo por favor.

Gabriel cambia su postura en el sofá y mira hacia el frente evitando los ojos de Adán.

—¿Sabes? Los primeros meses que estuve con Markku soñaba contigo, me preguntaba que sentiría, que pensaría si te besaba después de besarle a él y ahora, ya lo sé.

—Y, ¿qué piensas?

—Pienso en él, lo siento.

Adán suspira y se apoya en el respaldo del sofá.

Gabriel le mira, apesadumbrado y sintiéndose un poco culpable.

—Le quiero, Adán. Creo que voy a hablar con él, al menos para que me diga el porqué de lo que hizo. Sé que es una tontería pero lo necesito.

—Entonces, ¿vas a llamarle?

—Sí, o quizá vaya a verle.

—¿Vas a ir a Nueva York sólo para preguntarle por qué te engañó?

—... ¿Nueva York?  —pregunta Gabriel con los ojos muy abiertos mirando a Adán.

—¿No lo sabías? Por el día que me contaste que pasó aquello, debió irse al día siguiente. Nos lo dijo el subdirector el lunes después.

—Pero... no, no lo sabía. ¿Nueva York?

—Sí.

Gabriel se pone las manos en la cara y Adán se acerca a él poniendo una mano en su hombro.

—Gaby.

—Vete, por favor.

—Pero, ¿por qué?

—Necesito estar solo.

El moreno suspira y se pone de pie para marcharse.

—Piénsalo Gaby. Yo estaré esperando tu decisión.

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Adán pasó varios días esperando una llamada que nunca llegaba, deseando que Gabriel quisiera saber de él, que le dijera que sí, que le daría una oportunidad. Pensaba en si estaba haciendo bien las cosas con él.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora