Capítulo 67: Confianza.

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No hay nada como poder confiar en las personas que te rodean, especialmente, aquellas personas que son las más importantes de tu vida.

Se puede decir que la confianza es como un jarrón; se tarda en hacerlo y cuando está terminado puede ser algo maravilloso, hermoso. Pero si se rompe, es muy difícil volver a unir los pedazos y que quede como antes, y aunque se consiga, nunca volverá a ser igual.

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Al salir de casa de Aric, Rui primero caminó deprisa, como si lo que le dijo a Dasken fuera necesario cumplirlo y alejarse de allí fuera lo más importante. El coche estaba muy lejos, pero cuando aparcó no se imaginaba que iba a necesitar alcanzarlo cuanto antes. Para colmo, tenía la sensación de que alguien le estaba siguiendo, así que no paraba de mirar atrás. Pero no había nadie. El nudo que tenía en la garganta hizo que tuviera que reducir el paso hasta que al final tuvo que parar y apoyarse en una pared cercana. Respiró profundamente varias veces y luego miró a su alrededor; la calle estaba desierta en ese momento.

Pero la sensación seguía ahí.

En un principio pensó que Dasken podría haber salido tras él para pedirle explicaciones sobre lo que había dicho sobre Aric, pero ahora que estaba seguro de que no era eso, se asustó. ¿Podría ser que Roger estuviera cerca? La sola idea le aterrorizaba pero, si pensaba en lo que acababa de pasar, quizá no debería tener tanto miedo. No creía que lo que ese desgraciado fuera capaz de hacerle le pudiera doler más que lo que estaba sintiendo en ese momento. Aún así, su instinto de supervivencia le gritaba que se fuera de allí cuanto antes a un lugar seguro y Rui retomó el camino hacia su coche.

*

Cuarenta minutos después por fin estaba en su casa. Cuando entró, se aseguró de que la puerta estuviera bien cerrada y después se derrumbó sobre el sofá. La sensación de que alguien le seguía continuaba ahí, en su cabeza, y pensó que quizá si que se estaba volviendo un poco loco.

—Rui.

Cuando escuchó su nombre saltó de su asiento y miró en dirección a donde había escuchado la voz. Allí vio a su padre, mirándole con una ceja levantada.

—Dios —susurró, soltando todo el aire que había retenido en sus pulmones—. Papá, creía que trabajabas en el turno de noche en la fábrica.

—Se ha estropeado la máquina principal y se ha parado toda la producción hasta mañana. ¿Y tú? ¿No ibas a pasar la noche en casa de tu novio?

Rui volvió a sentarse en el sofá, mirando al suelo. Le daba vergüenza contarle a su padre lo que acababa de saber sobre Aric y Dorian. Rui le había contado en su momento sobre la infidelidad de Aric y su padre intentó convencerle -sin éxito- de que le pidiera explicaciones. Más tarde, cuando rompió con él, su padre le apoyó en todo momento, y cuando le contó que volvían a estar juntos, Rodrigo -padre de Rui- le dijo que no era buena idea; "Ese chico y tú no estáis hechos para estar juntos. Se nota que la historia con su ex no está acabada. Te volverá a engañar, y entonces, ¿qué harás? ¿Hacerle daño tú a él otra vez?"

Pero Rui le dijo: "Esta vez será diferente, lo sé"... Pero no lo había sido. Tal y como su padre predijo, Aric había vuelto a engañarle, o más bien, nunca dejó de hacerlo y ahora le avergonzaba no haber seguido el consejo de su padre.

Rodrigo se sentó al lado de su hijo, mirándole.

—¿Rui? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué lloras?

El pelirrojo se tocó la cara; no se había dado cuenta de que lloraba. Abochornado, echó la cabeza en el hombro de su padre para no tener que mirarle a los ojos, y después de un profundo suspiro, Rui le contó a su padre lo que acababa de saber.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora