Capítulo 26: Regreso

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Y aquí está el capítulo, un poco tarde, un poco más largo y un poco más hot. ;-)

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Perdemos la esperanza y nos rendimos cuando creemos que ya lo hemos intentado todo para recuperar aquello que habíamos perdido y que, a pesar de haber luchado, no hemos conseguido nada. Sin embargo, a veces ocurre -aunque poco- que cuando creíamos que todo estaba perdido encontramos ese objeto tan importante que no encontrábamos, nos llaman de ese empleo del que no pensábamos que nos llamarían o esa persona, vital para nosotros, regresa cuándo más la necesitábamos, cuándo ya creíamos que nunca más sabríamos de ella.

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Gabriel miró a Markku, por un momento olvidó cuál era el motivo por el que estaba allí, sintió como si todos sus problemas se hubieran esfumado y tan sólo quería abrazar al noruego. Ni siquiera se le pasó por la cabeza que pudiera apartarle, que le rechazara, y no pensó en ello hasta hasta que le tuvo entre sus brazos. Se quedó quieto, esperando una reacción de Markku, agarrándose a su ropa con firmeza. Cuando notó que le correspondía rodeándole con sus brazos, se relajó y volvió a llorar.

—Cálmate Gabriel. No entraremos hasta que estés más tranquilo.

Las palabras del rubio hicieron a Gabriel recordar dónde estaba y para qué estaba allí. Siguió abrazando a Markku, apretando el agarre con miedo a que se volatilizara en cualquier momento, que desapareciera, que aquello fuera una alucinación provocada por el abuso de los ansiolíticos.

—No desaparezcas, por favor.

—No voy a desaparecer. Me quedaré el tiempo que sea necesario. Tú sólo tranquilízate y entraremos, ¿de acuerdo?

Gabriel afirmó moviendo la cabeza y siguió aferrado a él.

                                 *

A pocos metros de allí, alguien observaba aquella escena con amargura. Miraba la situación pensando que, si hubiera llegado un poco antes, sería él quién estaría siendo abrazado por Gaby en lugar de Solberg pero, después de todo, eso era lo que el castaño quería así que tenía que estar feliz por él.
Con un gesto de rendición y sintiendo que su presencia ya no era necesaria, se dio la vuelta y subió a su Seat León.

                                  *

Quince minutos después había dejado de llover. A pesar de estar calado hasta los huesos, Gabriel no sentía frío. La sensación de tener a Markku tan cerca no le dejaba percibir otra cosa que no fuera él.
El rubio se separó unos centímetros para mirar a Gabriel a la cara, aunque le costó un poco que el castaño se apartara y le mirara a los ojos.

—¿Mejor? —le preguntó, apartándole el pelo de la cara.

Gabriel le miró con adoración.

—Sí.

—¿Preparado para entrar?

—Sí.

Cuando pasaron por delante de la florista, la mujer sonrió a Gabriel y le dio una flor, Gabriel la cogió y le dio las gracias volviendo a caminar. Markku se quedó atrás unos segundos y, en cuanto notó su ausencia, Gabriel se giró buscándole y le vio comprando flores, al acercarse, se las dio.

—Gracias —dijo Gabriel—. Se me olvidó traer dinero para comprarlas.

—No te preocupes por eso.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora