Capítulo 77: Llámame como quieras.

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¡Qué calooooor! 😫😫😫 Mi cerebro se derrite. Estoy hasta el toto ya. A ver cuándo bajan las temperaturas para que pueda dormir unas cuantas horas seguidas.

Bueno, me dejo de tonterías y aquí está el siguiente capítulo, que es un poco más largo que el anterior. Cómo de costumbre, no estoy muy orgullosa, pero espero que al menos os entretenga.

Nos leemos al final.

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Jorge salía del ascensor con un par de bolsas en las manos y casi las lanza por el susto al ver a alguien sentado delante de su puerta. Por suerte, las rastas rubias y los ojos turquesa de Dasken eran fácilmente reconocibles.

—Mm, menudo paquetón me ha dejado el repartidor. No recuerdo haber pedido de Amazon un consolador de metro noventa y tres, pero ¿quién rechaza algo así?

Dasken miró a Jorge, que llevaba un jersey azul, y le recordó al pitufo que tenía encima de su cama. 

—Hola, pitufo. ¿Vamos juntos al trabajo en mi coche y después te vienes a mi casa a dormir?

Jorge levantó una ceja ante el apodo, pero no dijo nada sobre ello. Dasken había estado muy raro los últimos días y apenas se habían visto fuera del trabajo, excepto en los momentos en los que le esperaba al terminar y le acompañaba a su coche.

—Claro. Ya me estaba preguntando si no te habías cansando de dormir conmigo —respondió Jorge mientras le daba a Dasken las bolsas para abrir la puerta de su piso.

—Sé que últimamente no he estado muy accesible. Lo siento —se disculpó Dasken, entrando detrás de Jorge y cerrando la puerta tras él con una patada.

—Tranquilo, no pasa nada —Jorge se dirigió a la cocina y abrió el frigorífico, sacando una botella de agua—. Es sólo que, sé que algo te pasa y no quieres contármelo.

Dasken también fue a la cocina y dejó sobre la mesa las bolsas del supermercado que Jorge le había dado. Mientras lo hacía, sintió la mirada de Jorge en su nuca. No se atrevía a mirarle. Desde el día siguiente a su cumpleaños, Dasken no había dormido con Jorge ni una sola noche. Si pasaban demasiado tiempo a solas, tendría que decirle que se marchaba a Madrid y le daba miedo cuál sería su reacción. Pero sabía que ese era el momento. No podía seguir ocultándoselo, porque si había alguien que le conocía bien, ese era Jorge. Y era gracioso pensar eso porque;"Joder, sólo hace dos meses que nos conocemos."

Sin darse la vuelta, Dasken agarró aire y lo soltó para decir:

—Me vuelvo a vivir a Madrid —hubo silencio durante unos segundos. Estaba a punto de darse la vuelta pensando que Jorge se había ido cuando el castaño apareció frente a él.

—¿Ese es el motivo por el que has estado tan distante?

¿Realmente era ese el motivo o era más bien el miedo?

—... Sí. Necesitaba pensar, y si duermo contigo no puedo hacerlo.

Jorge arrugó el entrecejo sin apartar la mirada del rubio.

—Mm, ¿eso es algo bueno o malo?

Dasken abrió la boca para preguntar porqué creía que podía ser algo malo, pero se dio cuenta de que, por la forma que lo había dicho, sí podía sonar como algo malo.

—¿Alguna vez hemos dormido juntos sin tener sexo primero?

Jorge puso morritos y levantó una ceja. De nuevo, no sabía si Dasken le estaba reprochando algo o todo lo contrario. Le costó recordar si había habido una sola vez en la que durmiera con Dasken sin haber follado primero.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora