Capítulo 44: Resultados

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Esperar el resultado de algo bueno hace que el tiempo pase muy despacio, quieres que llegue ya, lo antes posible. Pero cuando esperas por algo que sabes podría ser realmente malo, no sabes si quieres que pase cuanto antes o no quieres que llegue nunca.

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Por lo que Gabriel sabía, los resultados de la biopsia tardarían poco. Pero por muy poco que fuera, a Markku y a él se les haría eterno.

Habían decidido que, pasara el tiempo que pasara, no se iban a quedar sentados esperando.

Intentando llevar una vida normal, Markku iba al trabajo y Gabriel decidió usar sus mañanas para ir a bailar a la academia y las tardes a la protectora de animales. Era la mejor manera de tener su cabeza ocupada.

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Cinco días después, por la mañana, mientras Markku terminaba de vestirse y Gabriel se tomaba un tazón de leche con cacao viendo los dibujos animados matutinos, el teléfono sonó.
Chocolate, que dormitaba echado a los pies de Gabriel, levantó la cabeza.

—Es el tuyo  —dijo Markku a Gabriel.

El teléfono sonaba y vibraba sobre la mesa-baúl y Gabriel simplemente lo miraba. Markku se acercó y vio en la pantalla: Hospital.

—¿Contesto yo?  —preguntó Markku. Gabriel asintió y el rubio respondió la llamada—.  ¿Sí?... Buenos días... Sí, es este... ¿A las once y media?... De acuerdo, allí estaremos. Gracias.

El castaño miró al rubio, el cuál se dio cuenta de que esperaba una respuesta.

—Tenemos cita en oncología a las once y media.

A Gabriel no se le pasó por alto el detalle de que Markku dijo "tenemos" y no "tienes".

—¿Hoy?

—Sí. Llamaré a Adán para decirle que me llame si hay algo urgente porque hoy llegaré tarde.

—¿Tarde?

—Claro. Nos dirán que todo está bien y me iré a la oficina. Puedes acompañarme. Nunca has estado allí, ¿verdad?

A Gabriel le pareció extraña la actitud despreocupada de su pareja.

—Cierto, nunca he estado.

—Bien. ¿Por qué no te vistes y comemos unos churros antes de ir al hospital?

—Si a ti te apetece, vale. Pero yo no tengo hambre.

Markku se acercó a Gael para darle un profundo beso que, como de costumbre, hizo que Gabriel suspirara.

Markku sonrió. Él sabía bien lo que sus besos hacían a Gael.

—Mm, cacao. Los churros combinan muy bien con la leche con cacao.

—...Vale  —volvió a suspirar—.  Comeremos churros

Para Gabriel, ahora mismo si Markku le decía que quería comer barro él diría que sí.

Chocolate se había subido al sofá y ladraba mirando a Markku. Cuando el rubio le acarició la cabeza, el perro se bajó del sofá y volvió a tumbarse a los pies de Gabriel.

—Te quiere, ¿eh?  —dijo Gabriel mirando al perro.

Markku sonrió.

—Me ha conquistado su carita adorable.

Cualquiera que no conociera de verdad a Markku pensaría que estaba realmente contento sólo por desayunar unos churros, pero Gabriel sabía que sólo estaba intentando evadirse de la realidad. No quería pensar en el resultado que sabrían en pocas horas.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora