Capítulo 24: Pasado presente

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Si tu pareja te traiciona, ¿es lógico seguir enamorado? Uno no deja amar de un día para otro por mucho daño que te hagan, si fuera así al día siguiente ya no dolería. Cada persona vive el dolor de manera diferente, a su manera, buscando la forma de que el dolor disminuya.

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Gabriel aún se sentía confundido y horrorizado por lo que Adán le había contado. Esa misma noche buscó en internet, y tal y como Adán le dijo habían varias cosas que confirmaban que el niño de la noticia era él. Había una foto en la que se veía a ese niño, los de asuntos sociales le tapaban con las manos para que no se le viera la cara pero se podía ver en su brazo derecho un tatuaje muy mal hecho con la palabra "nunca". Había visto ese tatuaje en el brazo de Adán. Cuando le preguntó quien le había hecho algo tan feo se enfadó muchísimo y no supo de él durante una semana. Estaba claro que ese tatuaje tenía que ver con esa parte de su vida. Lo que no entendía era que no se lo hubiera borrado con láser o tapado con otro tatuaje
Después de cerrar el navegador de su teléfono, no pudo evitar mirar las fotos de Markku y acabó llorando otra vez.

Al día siguiente, al ser domingo, tenía mucho tiempo para darle vueltas a la cabeza y eso sólo le entristeció más. Echaba de menos a Markku y eso le enfurecía.
Acabó por tomar ansiolíticos para pasar el día durmiendo y dejar de pensar en él.

El lunes, Maribel fue a ver a Gabriel al trabajo y nada más verle fue directamente al grano y le preguntó que le pasaba. Apenas habían hablado esa semana y los mensajes eran cortos y muy concisos, dando a entender a la rubia que a Gabriel no le apetecía hablar.

—No me pasa nada —le dijo el castaño a su amiga.

—Mentiroso. Es más que obvio que algo te pasa y estoy bastante segura de que tiene que ver con Markku.

Gabriel suspiró y le contó a la rubia lo que había pasado.

—No he vuelto a saber nada más de él desde ese día. Y no quiero seguir hablando de esto.

Maribel permaneció callada hasta que Gabriel acabó de hablar.

—No me lo creo.

—¿Qué es lo que no te crees? —preguntó Gabriel extrañado.

—Que Markku te engañara con ese tío.

—¿Cómo dices?

—Que no me lo creo.

Gabriel sale de detrás del mostrador de la recepción de la clínica para hablar más de cerca con su amiga.

—¿Me estás diciendo que miento?

—No, claro que no. Pero sí te digo que te equivocaste. Que lo que viste tiene otra explicación.

—...Estás de broma, ¿no?

—Cuando fui al apartamento para veros, el tiempo que Markku se estuvo recuperando, pude ver como ese hombre te miraba. Está loco por ti, Gabriel. Te adora. Me es imposible creer que-

—¡Pues lo hizo!  —interrumpió Gabriel muy enfadado—.  ¡Tú no estabas allí! ¡Yo sé lo que vi!

—¿Qué pasa aquí?  —Rocío llegó en ese momento alertada por los gritos de Gabriel.

—...Nada. Perdona Rocío, Maribel ya se iba.

La rubia, disgustada por el comportamiento de su mejor amigo se fue.

—Deberías tranquilizarte un poco, Gabriel. No sé lo que te ha pasado pero te está afectando mucho, aquí en el trabajo y por lo que veo también fuera  —Rocío se acerca a Gabriel y le pone una mano en el hombro—. Todos hemos tenido mal de amores. Lo superarás.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora