Capítulo 81: Ilusiones.

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Hola, aquí estoy de nuevo 164 años después. Entiendo que la mayoría estaréis enfadad@s por lo muchísimo que he tardado, pero os aseguro que mi salud no me permite escribir más rápido. Por poneros un ejemplo para que entendáis cómo estoy, hay días que soy incapaz de mantener una conversación normal sin parar de vez en cuando porque no recuerdo de qué estaba hablando o porque no recuerdo una palabra (es normal que pase de vez en cuando pero, a mí me pasa casi a diario)

Cuando escribo, tengo que repasar cada frase una y otra vez porque no encuentro sentido a lo que acabo de escribir, y cuando he escrito varias oraciones seguidas, vuelvo a leerlas una y otra vez (de nuevo) porque se me olvida lo que he escrito hace un minuto. A veces, de la nada me quedo en blanco, "bloqueada", y cuando reacciono (a veces son sólo unos pocos segundos, otras veces un poco más) me doy cuenta de que he perdido tiempo y me frustro tanto que tengo ganas de llorar.

Esta situación ha ido empeorando el último año, pero estas últimas semanas han sido las peores hasta ahora.

Os cuento esto, porque necesito que entendáis que no lo hago a propósito.

Gracias a l@s que habéis leído esta explicación 😘 Ahora, os dejo con el primer capítulo de dos.

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                    🌮🌶️🌮🌶️🌮🌶️

Jorge cerró la puerta de su coche después de haber aparcado cerca del edificio donde vivía su hermano. Como una hora antes, le había enviado un mensaje para preguntarle si tenía tiempo y Hugo le había dicho que tenía el día libre y que le invitaba a comer en su piso. Llevaban unos días sin hablar y Jorge sentía la necesidad de contarle a la persona que mejor le conocía como se sentía, que no era precisamente bien.

Después de cruzar al otro lado de la calle por el paso de peatones, Jorge vio a Verónica, la novia de su hermano, que salía del edificio. La chica llevaba un vestido corto vaporoso con estampado de leopardo en blanco y negro, una chaqueta vaquera y una botas altas estilo militar. El pañuelo rojo al cuello y el bolso del mismo color, terminaban el look siempre llamativo de la chica de veinticinco años a la que, Jorge sabía perfectamente, su hermano adoraba.

—¡Vero! —llamó Jorge, y la chica se giró y le miró, sonriente—. ¿Te vas porque sabes que yo vengo?

—Pues claro. Si ya sabes que no te soporto —dijo la chica sin dejar de sonreír, y se acercó a Jorge para darle un par de besos en las mejillas—. Tu hermano te está esperando. Yo voy al súper y así os dejo hablar a solas un rato.

—Vale.

La chica empezó a caminar pero, antes de alejarse demasiado, se dio la vuelta y dijo.

—Ni se os ocurra hartaros de chucherías, que vamos a comer pechuga de pollo rellena de jamón y queso. Me he pasado dos horas liando esas cosas para que ahora se queden en el horno.

—Tranquila —sonrió Jorge, y entró en el edificio mientras la chica se alejaba.

                                *

—Entra, cangreJorge —dijo Hugo después de abrirle la puerta a su hermano, llevando en la mano una bolsa de patatas fritas—. Verónica acaba de salir, ¿no la has visto?

—Sí. Me ha dicho que no comamos muchas chucherías.

Hugo se rió mientras se metía en la boca una patata frita.

—Ups.

—Ya, ya. Ups, pero como las pechugas rellenas que ha estado dos horas haciendo se queden sin comer...

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora