Capítulo 48: "Normal"

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La normalidad es algo subjetivo; lo que para unos es normal, para otros es extraño. Pero eso de ninguna manera significa que no seamos "normales", sólo somos... nosotros; únicos y especiales, y por eso el mundo está lleno de personas interesantes que merece la pena conocer.

(Si alguien os dice que no sois normales, decid con ORGULLO: ¡que viva lo diferente! 😎)

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No eran más de las de las ocho de la mañana cuando Adán llegó al apartamento de Gabriel y Markku. Normalmente nunca iría tan temprano, pero le apremiaba ver a su jefe para hablar sobre unos documentos, concretamente los que Markku le pidió que recogiera de su escritorio para que Bastida no pudiera tocarlos. Se suponía que tenía que habérselos llevado días atrás, pero había estado tan ocupado con el trabajo que no le había dado tiempo.

Hacía casi dos semanas que Gabriel había salido del hospital y por lo que Adán sabía, después de tres o cuatro días malos, ahora se encontraba bastante mejor, por eso creyó que sería un buen momento para ir a hablar de trabajo.

Iba a llamar al timbre, pero una señora que salía en ese instante del edificio se dejó la puerta abierta, así que subió.

Cuando llegó frente a la puerta del apartamento, observó que estaba entreabierta y que de dentro salían unas voces que pudo reconocer enseguida. Miró a través de la rendija de la puerta y casi se queda sin aliento: Markku estaba recostado en el sofá, con las piernas levantadas y abiertas. Gabriel estaba entre sus muslos y le embestía sin piedad.

—¿Quieres que vaya más despacio?  —le decía Gabriel al rubio entre fuertes estocadas.

—Cómo tú quieras... Lo que tú quieras  —balbuceaba Markku—,  pero por favor, no pares.

Adán se mordió el labio. Sabía que no debía estar ahí mirando, pero no podía apartar la vista. La cara de Markku exudaba placer y sumisión y sus ojos reflejaban amor absoluto. Jamás se habría imaginado a Markku Solberg de esa manera, como alguien capaz de hacer cualquier cosa por otra persona, y en ese momento daba la sensación de que Markku haría cualquier cosa por el hombre que arremetía contra su cuerpo.

—Gael... Mi Gael  —musitaba Markku con tono de súplica y acariciando el rostro de su pareja.

—Tu Gael... Todo tuyo  —Gabriel le besó apasionadamente dejando de mover las caderas. Cuando rompió el beso, salió de entre las piernas del rubio y se recostó en el sofá—.  Ven aquí, siéntate sobre mi polla y fóllate tú mismo.

Markku no tardó en obedecer, se incorporó y se colocó encima del castaño poniendo sus piernas una a cada lado del cuerpo de Gabriel.

Desde donde estaba, Adán pudo ver claramente como Markku agarraba la polla de Gaby y se empalaba con ella. Podía ver como el culo de Markku era llenado, con toda claridad, como el pene del castaño entraba centímetro a centímetro. Agradecía enormemente tener una vista tan buena.

En cuanto estuvo completamente dentro, Gabriel palmeó las nalgas de su novio.

—Vamos, amor, muévete.

Markku se agarró al cuello de su pareja, apoyó las rodillas en el sofá y empezó a subir y bajar. Primero despacio, y después cada vez más rápido.

—Eso es, amor. Déjate llevar, busca tu placer, muévete como tú quieras.

En ese momento el rubio empezó a moverse de atrás hacia delante, gimiendo, sudando y diciendo palabras en noruego.

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora