Capítulo 14

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―...cosas implica?

―Es bastante fácil, pequeña. ―Sus dedos se deslizaron para desabotonar su camisa hasta que ésta se abrió. Cuando ella levantó la mano para cerrarla, él gruñó, ―No te muevas.

Ella se congeló.

Su sonrisa era confortable. ―Así es como funciona, _________. Te digo qué hacer, y lo haces. Muy básico.

―¿Qué... qué pasa si no quiero hacer lo que tú dices?

―Buena pregunta. ―Su mirada fija en su rostro, los dedos arrastrándose por encima de su sujetador, despertando los nervios de todo su cuerpo. ―Si algo que yo hago es insoportable, ya sea física o mentalmente, dices, "Rojo", y todo se detiene. Esa es tu palabra de seguridad. Rojo.

Rojo. Ella lo repitió en su mente y frunció el ceño entonces. ―¿Qué pasa si digo detente o no?

Sus ojos no dejaron los de ella. Francos. Tranquilos. ―Entonces, sigo.

Quitó su camisa con tanta facilidad como si ella fuera un bebé, luego la camisola que se había puesto debajo para una cobertura adicional. Un segundo después, su sujetador se aflojó, y lo arrojó lejos. Ella se cubrió con las manos.

Él le dirigió una mirada implacable. ―No, yo no creo eso. ―Tomándola de las muñecas, levantó sus brazos. ―Ponlos detrás de la cabeza. ―Él movió las manos a su nuca. ―Enlaza los dedos juntos.

Cuando ella cumplió, él movió la cabeza afirmativamente. Un juego muy extraño, pensó. Esto es sólo un juego. Un juego que parecía... seguro. Sin embargo, su respiración se aceleró. Como si su piel estuviera sensibilizada por la expectativa de su toque, se volvió consciente de la suavidad del cuero a su espalda, el calor del fuego calentando su lado derecho, la frialdad sobre su lado izquierdo.

Podía sentir que su coño comenzaba a mojarse.

Tener las manos detrás de la cabeza empujaba su pecho hacia delante. Con una sonrisa, Niall los ahuecó dentro de sus grandes manos. Su pulgar frotó sobre sus pezones, enviando estruendos de placer directamente a su pubis. ―Sabes, mi madre tenía la misma constitución que tú ―dijo. ―Altura media y exuberante. A pesar de tener cinco hijos bajo sus pies, mi padre tenía problemas para mantener sus manos fuera de ella. Estoy empezando a comprender por qué. ―Sus dedos rodaron un pezón, y la presión aumentó paulatinamente hasta que se sintió como si hubiera un canal abierto de electricidad entre sus senos y su coño. Nunca se había sentido así. Ella empezó a moverse, intentando llevar las manos hacia abajo, y sus cejas se unieron. Su rostro se volvió rígido. ―No te muevas, mascota. Hay consecuencias por tu desobediencia.

¿Consecuencias? Ella abrió la boca, y él la besó, su lengua hundiéndose muy adentro, aferrándose de la posesión. Él tomó su cabello en su puño, sosteniéndola para poder besarla a fondo, tan a fondo que los dedos de sus pies se curvaron hacia adentro en sus calcetines. Liberándole los labios, él se movió hacia abajo lentamente, la barba del día raspaba sobre su cuello, sus labios eran cálido terciopelo. Mientras su boca se acercaba a su pecho, se dio cuenta que estaba conteniendo la respiración, necesitando que él la tocara, la besara allí. Le dio un beso entre sus pechos, acariciando un lado, luego el otro. Sus pechos se sentían pesados e hinchados. Su lengua parpadeó sobre un pezón. Caliente y húmeda. Un soplo de aliento enfrió su piel y apretó el pico, justo antes de que se lo metiera en la boca. Una poderosa succión, entonces apretó el nudo contra el paladar.

Sus pezones se hincharon, latiendo con el ritmo de su pulso, fuertes pulsos de necesidad disparaban a través de ella. Su mente parecía bloqueada, su cuerpo tomando el control mientras las sensaciones continuaban. Casi asustada, se agarró a sus hombros.

Master of the MountainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora