Capítulo 3

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Oyó el clic de las uñas del perro sobre el piso y se volvió. —Thor. Quédate aquí.

Después de una larga pausa y de una mirada seguramente-­no-­‐hablas-­‐en-­‐serio, Thor regresó lentamente hacia el escritorio y se dejó caer junto con un suspiro de sufrimiento.

El chucho de gran tamaño podría ser una reina del drama real. Niall sonrió y siguió al ratón llamado _________ fuera de la puerta.

¿No era interesante ver cómo su timidez desapareció en el minuto en que se dio cuenta que Thor se había quedado atrás? Su postura se enderezó, su cabeza se elevó. Ahora realmente lucía como la mujer profesional que la trenza francesa de su cabello y el traje azul oscuro proclamaba. Obviamente una mujer exitosa, tan sólo que ese tipo de costoso diseño lograba ocultar todos los mejores atributos de una mujer. Una lástima, la verdad. Tenía un exuberante cuerpo que gritaba por destacarse, no esconderse. Y alta costura o no, ella no podía ocultar las pecas que bailaban a través de su nariz y mejillas.

Mientras esperaban a que Matt se libere de los dos miembros del club a los que se había unido, Niall se apoyó contra un poste del pórtico. Maldita sea, estaba cansado, hasta los huesos. Las dos pesadillas de la noche anterior no lo habían dejado dormir mucho, especialmente la última. Se frotó el rostro con las manos. Las balas, los cohetes... no eran tan malos. Pero los sueños de las explosiones de los IED y de sus compañeros de equipo volando en pedazos... Una mierda, odiaba eso.

Cuando Matt se unió a ellos, Niall dirigió a la pareja hacia la hilera de cabañas a la izquierda de la portería. Las de la derecha se habían llenado antes. La serenidad no era excesiva, aunque cuando todas las cabañas se alquilaran, el lugar los mantendría a él y a su hermano a las corridas.

Cuando finalmente entraron en la cabaña, Niall encendió el interruptor de la luz y vio a la joven apreciar las habitaciones. La cama tamaño extra grande contaba con una colcha azul y dorada con diseños de estrellas texanas si recordaba correctamente. Dos mesas de noche y una cómoda. Una estufa de madera pequeña en la esquina. Dos sillones con lámparas. Una pequeña mesa redonda debajo de la ventana trasera. Una alfombra rústica azul y verde tejida a crochet por la tía Marg. Un pequeño baño en la parte posterior. Muy campestre. Él observó a la chica de la ciudad.

Ella parecía un poco sorprendida, entonces se acercó a la cama y pasó una mano por la colcha. —Es increíble cómo los colores no deberían mezclarse, pero lo hacen. Quien hay hecho esto tiene todo un ojo.

Master of the MountainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora