Capítulo 19

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Greg se fue después de que terminaron de quitar los pedazos más grandes del árbol caído. Niall encontró un lugar con sombra y durmió dos horas antes de regresar a la tarea de limpiar el sendero. Juntó el resto de los escombros, los colocó sobre una barra de acero con tirantes de madera, y los vació en un dique contenedor.

Limpiándose el sudor de la frente, frunció el ceño al mirar de nuevo por el camino. Todo ese trabajo, y sólo había realizado dos millas o así. Sus ojos atraparon un destello de verde esmeralda, y entrecerró los ojos. Otro destello. Un excursionista por el camino. ¿Alguno de los invitados?

Mientras escuchaba, arrojó más piedras en un agujero de barro. Finalmente oyó el suave crujido de ramas de pino seco. Había llegado. Se volvió y vio a _________.

El placer disparó a través de él ante la vista de ella, y frunció el ceño en respuesta. Después de que Greg se fue, había decidido mantenerse completamente alejado de la chica de la ciudad. Ella no necesitaba un soldado agraviado y él no necesitaba un desengaño, porque, maldición, ella fácilmente podría romperle su corazón. Otra noche de diversión, y ambos podrían terminar heridos.

Echó un vistazo a la pista detrás de ella y no vio a nadie. ―¿Qué haces haciendo senderismo sola?

Un rayo de sol cambió sus ojos a un verde claro, y su pelo brillaba rojo y dorado mientras ella echaba hacia atrás sus mechones sueltos. ―Todos los demás se fueron a algún prado, y no me gusta estar todo el día sentada. No me di cuenta que tú estabas trabajando en este sendero. Lo siento.

Ignorando sus reglas de senderismo solitario. Las habría evitado si ella pudiera. Dos faltas. La ira se agitó dentro de él. ¿Caería en una tercera? Él dio un paso más cerca.

Sus ojos se abrieron, y él le tocó los labios. Ella no se apartó, sino que le ofreció su boca, suave y abierta.

Arrastrando los dedos por su cabello, él le inclinó la cabeza para tener un acceso completo. Cuando él dio un paso atrás, ella tenía el rostro rojo de excitación, y su ira desapareció bajo su propia agitada lujuria. Maldita sea, podría tentar a un sacerdote para el pecado.

Ella rompió las reglas. Concéntrate en eso, no en el sexo. El hizo un puño con la mano en su pelo. ―Las reglas del albergue establece que no deben realizarse excursiones solitarias. ¿Lo has olvidado?

―Uh. ―Ella resopló. ―No, sólo quería caminar y no tenía a nadie que vaya conmigo. Deliberadamente desobediente, pero al menos era honesta. Deslizó la mano hacia abajo para cubrir la garganta y agarrar su cuello con suavidad. ―_________. No lo hagas otra vez. ¿Soy claro?

―Claro, ―dijo en voz baja.

Debajo de sus dedos, su pulso aumentó, la cautivadora respuesta de una sumisa bajo control. Él se puso duro. Y cambió de idea sobre escoltarla de regreso al albergue, mantenerse alejado de ella, y no romper ningún corazón, incluso el propio.

―Dado que estás aquí, supongo que haré uso de ti ―le murmuró. ―De acuerdo, yo estaría encantada de ayudarte a trabajar en el camino, ―dijo ella, sus ojos fijos en la pala tendida en la maleza. Cuando sus dedos desabrocharon el primer botón de su camisa de franela, el sobresalto la hizo reunirse con su mirada.

―Tengo un tipo diferente de uso en mente. ―Deslizó la mano por debajo de su sujetador y la ahuecó con firmeza. La temerosa respiración lo hizo sonreír. Él estaba pensando en todo tipo de uso.

El lugar donde los swingers habían ido no podía ser más hermoso que esto, pensaba _________, mientras llegaban a la cima de una colina y veía una pequeña pradera de montaña inundada de flores silvestres moradas y amarillas. El zumbido de las abejas ocupadas en la cosecha rivalizaba con el suave roce de los pastos en la brisa.

Master of the MountainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora