Capítulo 49

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Ella se encontró con sus ojos, tratando de no dar lástima de sí misma poniéndose a llorar. ―Me gusta mi mujer suave y redonda. ―Su mirada azul quemaba en la suya. ―No miento, _________ Me encanta tu cuerpo, cada curva única, cada hoyuelo, cada cicatriz.

Sacudió la cabeza, incapaz de creer.

―Dulzura, yo no soy el único que prefiere las curvas. ―Él miró hacia atrás, y ella se dio cuenta que había un montón de gente mirando. Se quedó con la boca abierta mientras la humillación pasaba como un rayo a través de ella. ―Considerando que no estamos montando en gran parte un espectáculo, ellos están aquí porque les gusta lo que están viendo. Lo que serías tú. ―Su mano acarició su pecho, enviando remolinos de calor a través de ella.

―Y no lo crees de ninguna manera, ¿verdad? ―Suspiró cuando ella sacudió la cabeza. ―Bueno, entonces, les voy a preguntar.

Se dio la vuelta. ―Mi pequeña sub no cree que a alguien le gusten las mujeres suaves y redondas. ¿Alguno de ustedes prefieren cuerpos como el suyo?

Aplausos y vítores hicieron que sus ojos se agrandaran. Dios, déjame bajar. Déjame ocultarme.

Los escalofríos la recorrían.

―Bien. Déjenme dar un paso más adelante, dado que ella está vulnerable en este momento y que yo quiero meter esto en su cabeza. Yo creo que ella es notablemente follable. Si alguien está de acuerdo que dé un paso adelante.

Las sillas chirriaron cuando los hombres, y algunas mujeres, se pusieron de pie, apretujándose adelante. Tantos ojos, y sin embargo todos mostraron lo mismo. Deseo. Y el placer de mirarla.

Su boca quedó abierta.

―Ahí vamos. Un hueco en la incredulidad. ―Niall avanzó, tirándola contra él, y la besó, tomando sus labios una y otra vez, poseyendo su boca, mostrándole su regodeo. Él se movió hacia atrás y la estudió por un segundo. Dios, ella quería abrazarlo terriblemente.

Él asintió con la cabeza hacia ella, y luego se alejó, dejándola allí. Ella reprimió su primer instinto, de llorar por él. No fue muy lejos, sólo hasta su bolsa negra. Sacó una cosa en forma de látigo. Tenía un mango largo de cuero y una multitud de tiras de cuero. ―Esto se llama flogger .

Ella sacudió la cabeza, tratando de retroceder y no llegó a ninguna parte.

―_________ ¿confías en mí? ―Él le sostenía la mirada. ―¿Confías en mí lo suficiente como para intentar algo nuevo? ¿Confías en que no voy a hacerte daño más allá de lo que puedes resistir?

Se mordió el labio. Él quería esto. Parecía tan malo estar de acuerdo, pero ella confiaba en él. Se las arregló para asentir a pesar de lo rígido que su cuerpo se había puesto.

―Utiliza tu palabra de seguridad si lo necesitas, dulzura.

Cerró los ojos y se preparó para el dolor. Algo le acarició la pierna hacia abajo, suave, casi haciendo cosquillas. Sus ojos se abrieron de golpe.

Sin hablar acarició sus piernas con las tiras del flogger, permitiéndoles avanzar bajando por su piel. Tenía una sensación sensual como la gamuza. La caricia se movió sobre sus pechos, sus brazos, su cuello. Su piel se puso cada vez más sensible hasta que ella se tensó hacia delante.

Entonces dio un paso atrás y, con un suave movimiento de su muñeca, golpeó las tiras sobre su pierna. Se sentía como ser golpeada con un montón de diminutas ramitas. Sin picar, sin dolor. Con un ritmo suave, él golpeaba las tiras hacia arriba y hacia abajo por su cuerpo hasta sus entrañas parecían vibrar con el flogger.

Entonces se detuvo y se movió hacia adelante, poniendo su mano entre sus piernas, jugando con ella. Esta vez, frotó su clítoris con ese conocedor dedo calloso, un lado, luego el otro, una y otra vez, hasta que ella empujó hacia fuera, tratando de obtener más. Ella podía sentirse a sí misma apretándose cada vez y no podía creer que él realmente podía hacerla olvidarse de la gente, sin embargo, eso no tenía importancia, no con su cuerpo tan cerca, con sus ojos capturando los suyos.

Él dio un paso atrás antes de que pudiera correrse, y ella casi gimió.

Empezó a golpearla con el flogger otra vez, más fuerte que antes, pero los pequeños golpes secos no dolían, no tanto.

―Vine a la ciudad sólo por una razón, ―le dijo. ―Para encontrarte. ―El flogger golpeó su pantorrilla un poco más duro. ―Tu teléfono ha sido desconectado. ―La otra pantorrilla recibió un golpe. Él apretó la mandíbula, su mirada parpadeó sobre su rostro, sus manos, su boca, sus brazos. Nada rompía su concentración mientras el flogger golpeaba en un patrón más complicado, arriba y abajo. Cada golpe la sorprendía un poco más, dolía un poco más, y su clítoris se puso tan tenso que sentía como si alguien la estuviera pellizcando.

―Tu apartamento ya se alquiló ―gruñó Niall ―¿Estabas deliberadamente tratando de escapar de mí?

Su interior se estaba revolviendo con tanta fuerza hasta esa pregunta la sorprendió, y ella sacudió la cabeza. No, no, no.

Él se acercó de nuevo, ahuecando un pecho en una mano callosa y besando sus labios tan posesivamente que sus rodillas se doblaron y se hundió en las cadenas. Un dedo dentro de su coño la envió de nuevo dentro de la excitación. Dio un paso atrás, y los golpecitos empezaron de nuevo, esta vez el ritmo de alguna manera coincidía con la pulsación en su clítoris, o causaba eso, hasta que tuvo que reprimir un gemido.

―Llamé a Matt, y él me dio los números de tus amigos. ―Los azotes en realidad comenzaron a doler, pero de alguna manera cada dolor se transformaba en excitación, abrasando a través de sus terminaciones nerviosas directo a su coño. Cada pesado golpe la llevaba cada vez más cerca del orgasmo. ―Fui a ver a Pepper, y ella me envió aquí.

Realmente la había estado buscando. Le dolía ahora, la flagelación. El dolor parecía un cortocircuito en su cerebro mientras sus emociones aumentaban arriba y abajo. Él la quería. Eso fue lo que dijo. Pero él no podría. En realidad no. Ella gimió.

―Simon parece pensar que tú deseas una relación conmigo. ―La voz de Niall hizo una pausa, pero el flogger nunca se detuvo.

Su cuerpo dolía y de alguna manera todavía parecía estar flotando.

―¿Quieres estar conmigo, pequeña rebelde?

n:s3

Master of the MountainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora