Capítulo 39

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 _________ se despertó acurrucada contra el costado de Niall con su brazo envuelto alrededor de ella. La hora en el reloj de la mesita brillaba de color rojo en el cuarto oscuro. Las cinco de la mañana. No faltaba mucho tiempo para el amanecer. No faltaba mucho tiempo para que ella debiera entrar en el coche de Matt y dejar este lugar. Y a Niall

Dios, no quería irse. No así, sin planes de volver a verlo.

¿Por qué se sentía así? Ella realmente no estaba enamorada de él. De ninguna manera. No habiéndolo conocido hacía menos de una semana.

Además él reprobaría su lista de hombre perfecto por no pasar los primeros requisitos.

Número uno: inteligente. Bueno, Ok, él pasaba eso.

Número dos: que le gustara la ciudad. Arrugó la nariz. Tal vez ella no debería tener en cuenta eso, considerando sus segundos pensamientos sobre la ciudad.

Entonces probablemente debería quitar también la exigencia profesional. Además, un propietario de negocio, ya sea profundamente metido en un desierto o no, era un profesional.

¿Pero el requisito feminista, que no sea machista? Ese no lo pasaba.

¿Qué decía sobre ella, sin embargo, que su fortaleza la excitara? ¿Que ella quería que él la atara a una cama y le hiciera esas cosas? El calor se deslizó por sus venas, combinándose con su mitad inferior, como para ilustrar el punto. Sheesh.

Ahora que pensaba en eso, él no había sido un cerdo machista cuando trabajaron juntos en el camino. Él, obviamente, disfrutó discutir con ella y aceptó fácilmente cuando a ella se le ocurrió algo mejor. Y en los juegos que jugaron esa tarde, no había actuado como si ella no tuviera un cerebro. Dominante en el dormitorio, el resto era negociable. Todo bien.

Ella frunció el ceño. Ciertamente, no se vestía bien, y probablemente no le gustara la comida china. Como si eso realmente importara, maldita sea. Así que ¿Por qué no estaba este arrogante, hombre machista pidiéndole que se quedase, o que lo visitara, o haciendo planes para ir a verla? Él seguro actuaba como si ella le gustara.

Se mordió el labio cuando las mariposas empezaron a revolotear desde su estómago para

arriba hasta su garganta. Si él no iba a decir algo, ella lo haría.

Manos bloqueaban alrededor de sus brazos. Un cuchillo se deslizaba a través su pecho, seguido por un dolor ardiente. Su sangre salpicaba la ropa cubierta de polvo de su atacante. Empujando el dolor de su cabeza, él se retorció liberándose del hombre detrás de él. Haciendo un puño, se balanceó...

―Shhh, es sólo una pesadilla.

Niall se congeló. No se movió mientras el olor del sudor, de la sangre y de la pólvora se alejaba, y los gritos se apagaban de sus oídos. Eventualmente podía oír la tranquila respiración de alguien junto a él y su propia respiración chirriante. Su mano no estaba formando un puño, pero tomaba una cadera curva. ―¿_________?

Una risa baja. ―Nunca pensé que las pesadillas de cualquier persona podrían ser peores que las mías.

No tenía ni idea. Ella le acarició el pecho y se acurrucó más cerca. ―Niall Señor. Yo estaba pensando. Estamos bien junt..., Uh, me gustas mucho, y tal vez... Me voy, pero me gustaría... me gustaría verte de nuevo. Tal vez volver aquí o...

―No ―Él gritó la palabra, nacida de la niebla sangrienta que seguía rayando su visión. No la había herido esta vez. ¿Pero la próxima? Se sentó, desplazándola. ―_________.. ―Se frotó el rostro con sus manos, manos brutales que podrían matar, mutilar, destruir. ―Nuestro tiempo juntos. Lo disfruté. Pero se acabó.

La respiración entrecortada fue todo lo que él pudo detectar de su angustia, y él no quería ver ni escuchar más. Gracias a Dios por la oscuridad. Había demasiado dolor brotando en su interior como para tomar el de ella también. ―Vete a casa, chica de ciudad. Vuelve a tu vida.

Él se levantó de la cama, sin tomarse la molestia de agarrar la ropa. Pasaría el resto de esta espantosa noche en el sofá de Greg y de alguna manera lograría darle un gentil adiós en la mañana.

Cuando la puerta se cerró detrás de él, _________ no se movió, se quedó mirando en la oscuridad. Las velas se habían apagado mientras dormían.

Su lado que había estado presionado contra él se enfrió lentamente. A medida que su aroma se desvanecía, una lágrima rodó por su mejilla. Ella lo había intentado, maldita sea. Ella había sido una valiente condenada mujer y se puso a sí misma en evidencia. Y él le disparó a sangre fría.

Le dolía el estómago y su pecho se sentía tan presionado por el dolor que apenas podía encontrar aire para llorar. Se secó la cara con las manos, eso no ayudaba, teniendo en cuenta que más lágrimas seguían llegando. Dio la vuelta en la cama, hundió la cara en la almohada, y simplemente lloró.

Ella no estaba enamorada de él. No, por supuesto que no. Pero él no la había querido en absoluto. Ni siquiera bastaba con hablar educadamente. Obviamente, ella había sido sólo una conveniente... follada de fin de semana. Y después de cuatro días, él probablemente se había aburrido.

Ella era aburrida. Y gorda.

Su estómago se retorció, y se atragantó contra la oleada de náuseas. Todo lo que le había dicho acerca de que ella le gustaba, que le gustaba su apariencia, probablemente no significaba nada. Las acciones cuentan. ¿Lo veía aquí ahora? ¿Aquí? Oh Dios, salió de su cama.

Los sollozos le provocaban hipo mientras se vestía. Le dio la bienvenida al dolor en su tobillo, algo real y físico, capaz de abrumar por lo menos durante un segundo o por un momento el dolor de su pecho. Agarrando el camisón, miró a su alrededor. Nada de ella quedaba aquí.

Mientras permanecía allí, en el centro de la habitación, se dio cuenta que había esperado oír pasos, esperado que Niall apareciera, que le dijera que había sido una broma, o que no se había dado cuenta de lo mucho que le importaba. Bruscamente birló su antebrazo sobre los ojos y apretó los labios. Eso haría que él se diera cuenta de que era una miserable perdedora que lloraba por un hombre que sólo quería una follada de fin de semana.

Y sin embargo, su corazón dio un brinco cuando oyó pasos acercándose por las escaleras. La puerta se abrió y apareció la cara de Matt. Cuando él la vio, frunció el ceño. ―¿Estás bien nena?

Sus manos se apretaron, sus uñas se clavaron en sus palmas mientras se obligaba a sonreír. ―Estoy bien, ―dijo a la ligera. ―Sólo tuve un momento... Mi período debe estar por llegar. ―Simplemente porque mataría a cualquier hombre que utilizara el síndrome premenstrual como un insulto no significaba que no podría utilizarlo cuando quería.

―Oh. Bien. ―Matt se pasó la mano por el pelo y le dirigió una sonrisa ansiosa. ―Greg me permitió subir para que pudiera ayudarte a bajar las escaleras. ¿Estás lista para ir, o necesitas un minuto?

Sí. Había razones por las que había considerado a Matt perfecto. Y Niall realmente, realmente no lo era. Exhaló un suspiro, sintiendo que su pecho temblaba, y puso su peso sobre el tobillo hasta que la necesidad de llorar pasó. No más lágrimas. ―Quiero ir a casa ahora.

Master of the MountainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora